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Siempre se ha dicho que España es un pais de envidiosos. Se envidia el éxito del vecino, del familiar, del famoso, del empresario. Aspiramos a imitar el éxito, y si no se conseguia entrabamos en un proceso de resentimiento, celos y envidia.  El proceso natural era intentar desprestigiar el éxito en todos los ambitos y todos los campos. Se pone en duda en exitos deportivos, cientificos, academicos, sociales, economicos, empresariales…

Nunca se sospechó que, tras un exagerado y rápido éxito económico, se escondía algo irregular. Nunca hasta estos últimos años. En los que nos han desvordado con noticias que ponia todo patas arriba. El capitalismo al descubierto, una vez más a través de Salvados.

Acertado el título de Salvados de este Domingo pasado: “Fashion Victims”. Iba de Victimas. El programa que dirige Jordi Évole está despertando conciencias y abre más la brecha entre las dos Españas, la de Salvados y la de Salvame, consiguiendo que el espectador se decante hacia la moralidad, la educación, la conciencia. Una batalla más ganada. Quedan muchas.

Resultaba surealista escuchar a trabajadoras de talleres textiles (En galicia, España) comentar que aun hay miedo a hablar claro de temas de explotación laboral. Estan amenazados. Las mujeres y hombres que antaño fueron explotados hasta que dijeron basta, aun tienen miedo. Aun se atreven a mofarse  cuando ponemos en liza el problema de la lucha de clase.

Me retuerzo en el sofá escuchando a las trabajadoras asiáticas lamentar que por sus manos pasan 1500 pantalones al día, que se desmayan trabajando, o que su sueldo mensual equivale a 5 jerséis, sin vacaciones, sin sindicatos, sin vida. Esclavos. No dejo de sentir nauseas por mí más que probable complicidad pensando que he comprado alguna prenda que ha pasado por sus manos.  La falta de empatía de la sociedad, de los políticos, de los consumidores finales de esos productos hacia los trabajadores es alarmante. Salvados me ha embestido.

Es aberrante saber que los desalmados que tienen esclavizados a gente son conscientes de que sus prácticas son éticamente reprochables, que es inmoral, pues no se atreven a decir para que marcas trabajan, por eso de la imagen. Penoso.

Podemos concluir que lo que hay que sentir por la fortuna de Amancio Ortega no es envidia, sino asco y repugnancia. Es una baliza para nuestra conciencia. Aquellos que defienden el Capitalismo como progreso que explique porque Bangladesh o Camboya están inmersas en la más absoluta de las miserias y a la vez en el más salvaje de los Capitalismos.

Lo de Zara y otros es explotación. Éxito es lo de Salvados.

MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ AZOR
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