Después de fracasar en su intento de desmantelar la reforma sanitaria del sistema de salud, conocido como “Obamacare”, que no es que sea la panacea precisamente, Trump vuelve con fuerza para destruir la política medioambiental de su antecesor. Con la excusa de crear puestos de trabajo, aunque sean temporales, ya sabemos cómo funcionan estas políticas, “pan para hoy hambre para mañana”, o como se dice en valencià “el que vinga darrere que arree”.
DEL FOMENTO DE ENERGÍAS RENOVABLES A LA VUELTA AL CARBON
El martes 28 de marzo, Trump firmó una orden ejecutiva para revertir gran parte de las políticas en este campo. Como siempre bajo la permuta de creación de empleo y potenciación de la producción energética. Es curioso que mientras el mundo avanza hacia energías renovables, EEUU quiere volver al pasado.
El Plan de Energía Limpia (CPP, en inglés), elaborado por Barack Obama en 2014, establecía una fuerte reducción de las emisiones de CO2, en un 32%, respecto a 2005 hasta el 2030, que con estas políticas de Trump se pueden ir al traste. Recordemos que EEUU y China son los responsables del 40% de las emisiones de carbono del mundo, pero claro, estamos en manos de quien estamos, y para ellos el cambio climático no existe.
Trump ha firmado un decreto que incluye las siguientes medidas: las agencias gubernamentales ya no estarán obligadas a considerar las consecuencias ambientales de sus regulaciones. Levanta una moratoria en los permisos para explotaciones de carbón en terrenos federales. Promueve la explotación de gas y petróleo en territorio federal y elimina los límites a la controvertida técnica del “fracking”.
Aunque parezca una noticia de mediados del siglo pasado, estáis leyendo bien, estas son las nuevas medidas de la gran primera potencia mundial
DOS POLÉMICOS OLEODUCTOS
Tras pronunciar la ingeniosa frase: “El ecologismo está fuera de control”; el pasado mes de enero Trump firmó dos órdenes ejecutivas que hacían resurgir dos proyectos de construcción de dos oleoductos –El Keystone XL y Dakota Acces-, que fueron frenados por Obama. Con la misma premisa de “compra productos baratos, contrata a trabajadores americanos”, en referencia a la construcción de estos dos oleoductos, “vamos a construir nuestros propios tubos, como en los viejos tiempos”. Un lenguaje simplista que llega enseguida, obvia lo importante, que es pensar no solo en el ahora, sino pensar en el mañana y que país va a quedar para las próximas generaciones.
El oleoducto Keystone transportaría petróleo desde Canadá hasta el Golfo de México, atravesando prácticamente todo EEUU, unos 2.700 kilómetros. La obra supone atravesar espacios protegidos, pero claro, esos lugares no dan trabajo. Se transportarían 830.000 barriles diarios, y esperemos que no suceda ninguna catástrofe medioambiental o natural; de las que hay ejemplos.
El Dakota Acces, uniría Dakota, estado clave en el boom del fracking, con Illinois; pero según la tribu Sioux, atravesaría tierras ancestrales y contaminaría sus aguas. Varias ciudades de Estados Unidos han realizado protestas por la construcción del oleoducto. En Dakota del Norte, sigue en aumento la represión policial contra los indígenas y activistas que se oponen al proyecto.
Estamos viviendo la vuelta al pasado con esta serie de políticas. Mientras el mundo necesita urgentemente políticas que favorezcan la regeneración medio ambiental, este señor se dedica a revertir toda prosperidad. ¡Qué larga que se nos va a hacer su legislatura!