La ciudadanía de Petrer siempre ha demostrado un compromiso con la democracia, la libertad, la fraternidad, el diálogo y la convivencia. La detención de cargos públicos, catalanes, la prohibición de actas y reuniones políticas, la entrada de las fuerzas de seguridad en imprentas y en medios de comunicación, el secuestro de revistas, la prohibición de campañas políticas y la irrupción en dependencias del gobierno son actuaciones que están destruyendo la convivencia y las bases constitutivas de la democracia, y que han derivado de facto en un estado de excepción. Las gentes de Petrer nunca podrán posicionarse junto a los que socavan y limitan la democracia.
La situación en Cataluña nos interesa y nos afecta a todas y a todos. El 1 de octubre no va solamente del derecho a decidir del pueblo catalán. Va también de la democracia y de las libertades en todo el Estado español, de nuestro País Valenciano y por supuesto de Petrer. El 1 de octubre no solamente está en juego el ejercicio del legítimo derecho a la autodeterminación del pueblo catalán. Es el futuro del régimen del 78 el que está en el aire y por lo tanto una oportunidad para profundizar en la democracia y la convivencia derribando a las élites que sigue mandando.
Por su tradición histórica, el pueblo catalán ha demostrado que es una nación y que, por lo tanto, tiene el derecho a decidir libre y democráticamente su futuro y su relación con los pueblos que hoy conforman el Estado español. Es un derecho reconocido por las Naciones Unidas, que se le niega. La exigencia del derecho a decidir no va contra nadie. No va contra las clases trabajadoras o territorios que forman del Estado. Es una señal democrática del respeto y la solidaridad entre los pueblos. Enfrentar a unos pueblos contra otros, como hace la derecha y el fascismo, es la más insolidaria de las políticas.
Históricamente las libertades se conquistan y se mantienen ejerciéndolas. El derecho de huelga se conquistó haciendo huelga. El sufragio universal fue una conquista democrática que supuso muchas luchas y enfrentamientos con la legalidad de entonces. Los actuales poderes cambian la legalidad y la Constitución cuando les interesa, aplicándose el doble rasero. ¿Por qué tanta intransigencia?
No hay ninguna duda que esta mayoría que quiere decidir preferiría hacerlo de una manera acordada con el gobierno español, pero este se ha negado en redondo. Dialogar y dar la voz a la ciudadanía es la mejor manera de resolver un problema político. Pero a lo largo del tiempo este gobierno ha demostrado lo contrario. Existen síntomas alarmantes de degradación democrática a nuestro País, cada vez hay menos mecanismos de control democrático del poder; las élites se enriquecen a expensas del empobrecimiento de la mayoría; la corrupción ha llegado a niveles insoportables; se legisla recortando derechos y ahora se quiere impedir el derecho de un pueblo a decidir.
El movimiento soberanista e independentista catalán es un movimiento pacífico, democrático y republicano con amplio apoyo popular que demanda cambios que favorezcan a la población más afectada por la crisis. Por eso es un aliado de toda la ciudadanía de los pueblos de España y de quienes luchan para cambiar las políticas del PP y el gobierno Rajoy.
Hay que oponerse a cualquier tipo de represión judicial o policial que pueda ejercer el gobierno español contra quienes ejerzan sus derechos democráticos y contra las/los representantes e instituciones legítimamente elegidas por el pueblo catalán. Y por supuesto, condenar las actuaciones del Estado, como un episodio de represión y ataque a la libertad, el cual está socavando los pilares democráticos. Hay que exigir el levantamiento del sido excepción impuesto de facto y el inmediato reconocimiento del referéndum del 1 de octubre, como un proceso legal y legítimo para conocer la voluntad ciudadana si no queremos ser cómplices de este desenfrenado autoritarismo del gobierno español. De otra manera, cuando nos toque a nosotros, pasará como dijo el pastor alemán Martin Niemöller: Primero vinieron por los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era el uno ni el otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y por aquel momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí.
Sergi Cremades
Regidor de Sí-Podemos Petrer