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Bruno Beaklini (@estanalise) – julho 2022

Al contrario de lo que solemos publicar en este portal, este artículo ni siquiera será un análisis de
coyuntura o historia. Dadas las condiciones de permanencia en nuestra América Latina,
es necesario ver la dependencia estructurante del siglo XXI y, modestamente, señalar caminos para
salir de estas trampas.
Comencemos con nosotros mismos. Esta publicación está dedicada a los temas de Oriente Medio, el
Mundo árabe y países de mayoría musulmana. En los países latinoamericanos, en mayor o menor medida,
menor proporción, con colonias de los diferentes territorios de Bilad al-Sham, todos
descendientes de libaneses, sirios y palestinos, somos socialmente blancos y podemos
ser aculturados y por lo tanto occidentalizados. Por lo tanto, llevamos dentro de la colonia un
versión inmigrante del “criollismo de la época de la independencia”.
Frente al orden poscolonial, sociedades concretas recién liberadas del yugo español y
Los portugueses promovieron como “blancos del Nuevo Mundo” a las élites oligárquicas terratenientes.
Esta formación de riqueza se dio con el hurto de los pueblos originarios en forma de acumulación
salvaje, siendo el salvajismo europeo frente al expolio de la población nativa. Ningún
semejanza con el estado sionista artificial creado por los europeos en la Cananeia dos Filisteus
no es coincidencia
Así, nuestros sectores más activos, tomando como ejemplo a Argentina, han generado
traidores vergonzosos como Carlos Saúl Menem y Alfredo Yabrán. La tierra de María Eva Duarte
(Evita) también nos dio shahids de dos mundos como Envar El-Kadri, fedayí, en los cedros y en los
pampa. En representación de la segunda generación de militantes, tuvimos a la legendaria familia Haidar
(Ricardo, Mirta y Adriana), incorporando el alma de leonas en forma de jaguares en pleno
Rebelión Montonera.
Lamentablemente el paso de las generaciones nos ha hecho parte de la clase obrera de origen
inmigrante a una parte de la élite eurocéntrica, un locus sociológico donde
encontrar otras colonias no europeas, como la japonesa. Esta es la constancia del entrenamiento.
desarrollo social concreto de los países latinoamericanos. En mayor o menor medida, la clase dominante
mezclarse con la élite gobernante, subordinarse al control del sistema financiero (nacional y
transnacionales) y con algunos sectores del Estado (como los altos mandos militares), además de
comportarse como oligarcas terratenientes o, a lo sumo, hacedores de faltas
especulativo.

La desindustrialización genera más dependencia externa
Es evidente que cada país moderno de América Latina tiene su propia conformación y la
subsistemas regionales – Cono Sur, Zona Andina, Centroamérica, Caribe y Antillas, México,
Brasil, Amazonía sudamericana – se habla mucho de las correlaciones de fuerza y ​​de la presencia o no de
Tropas estadounidenses (caso colombiano). A pesar del subdesarrollo diversificado,
algunos rasgos son comunes.
Nuestras monedas pierden valor muy rápidamente y una parte de esa responsabilidad es
en el hecho de que el dinero local puede ser sustituido como depósito de valor y unidad de cuenta.
Así, la dolarización interna distorsiona los precios y ataca el valor real de las reservas nacionales. Una
parte de las existencias de los productores de productos básicos agrícolas para la especulación y otra parte
de esta producción genera términos de intercambio desventajosos para el país.

Tomemos el ejemplo de Argentina. Hasta el final de este artículo, el gobierno de Alberto
Hernández estaba armando un paquete para controlar la especulación interna y al menos
garantizar tanto el abastecimiento de productos de primera necesidad como la renta básica para la
la mayoría tiene un ingreso de supervivencia. Por su parte, la oligarquía y el conjunto de grupos de
comunicación a nivel nacional (excepto deportes, canales públicos y la red C5N)
sigue predicando que la “intervención estatal en la economía” generará aún más crisis.
Los números son aterradores. Con la inversión del 0,3% del PBI argentino, el extremo
pobreza en seis meses. La producción agrícola ha estado almacenando un valor total de 20 mil millones
dólares, la economía de contrabando supera los 2 mil millones de dólares y la pérdida de riqueza del país
supera los 54 mil millones de dólares. Como en Brasil, el Tesoro financia las cosechas, las ventas son
en dólares, la tributación es baja y parte del monto pagado por el Tesoro Nacional es
en transferencia transnacional de ingresos, por el pago de regalías por transgénicos
e impuestos a la importación de fertilizantes y otros insumos.
Se siente como un paso atrás en el tiempo, pero en peores condiciones. Cuando la gran depresión del siglo
XX, casi todos los países de América Latina y con especial énfasis en Brasil, Argentina, Chile y
Uruguay, tomó una decisión. Industrializar para sustituir importaciones. Una de las formas de
sustentando este giro estratégico estuvo la emisión y endeudamiento del Estado. Otro fue el
conversión de excedentes. Cierre en el azul con exportaciones primarias e invierta fuertemente en
industrias y en el sector del desarrollo y la investigación. Para que este segundo funcione, un
masa de jóvenes estudiantes, desde preescolar hasta la escuela de posgrado, para garantizar una sociedad
sociedad civil con vocación científica y laica.

Con la primera década de deuda perdida (años 80) y la segunda ruina (años 90), el giro
Las posdictaduras neoliberales siguieron el mal ejemplo de Chile. Cuando el tirano Augusto
Pinochet encabezó un golpe de estado, el 11 de septiembre de 1973, las masas trabajadoras
Chile concentraba más del 48% del empleo industrial. En 1990, cuando el operador del
CIA sale del Palacio de La Moneda, la tierra de Lautaro seguía exportando mineral, pero sin
Industrias casi. Lo mismo sucedió en Argentina, y esta tendencia continúa en el Continente.
Con la formación de precios agrícolas basados ​​en la especulación extranjera, como
ocurre con el petróleo y el absurdo índice Brent, tenemos la siguiente paradoja. Brasil, por
ejemplo, produce alimentos para casi mil millones de seres humanos, pero tiene más de 125
millones en inseguridad alimentaria y 33 millones en extrema pobreza hambrientos. LA
Argentina produce por más de 600 millones, pero al menos 11 millones viven por debajo de la línea
de la pobreza En la práctica, la agricultura intensiva es transnacional y la entrega gana
fuerza subvencionando el botín nacional.
Otro problema grave es el abandono de la propia moneda y el uso del dólar como moneda
intercambios y depósito de valor, aunque en el caso de Panamá coexiste con el balboa como unidad
contabilidad. Panamá podría coordinar el comercio interamericano, pero depende de gravar el
canal de navegación y fomenta la especulación inmobiliaria despiadada. sigue con el drama
condenar al hambre a la población periférica urbana (en Ciudad de Panamá y Colón, por
ejemplo), como lo hace con la población indígena, heredera de Victoriano Lorenzo y la
guerra territorial de 1925 (la Revolución Cuna).
Las condiciones de la revuelta son permanentes en ambos países: pobreza, inflación, hambre,
endeudamiento externo, economía del dólar, represión sistémica, especulación de tierras
antepasados ​​y el sentimiento permanente de que el gobierno nacional o es administrador de privilegios y

dependencia externa (caso panameño), o no arriesga lo suficiente para al menos garantizar la
condiciones básicas de vida (caso actual en Argentina).
El país de Rodolfo Walsh es un claro ejemplo: 114.000 argentinos tienen más de un millón
USD e internamente subordinados a más de 40 millones. El alza paralela del dólar se desinfla
reservas internacionales y hace la macabra alegría del FMI, que exige el cumplimiento de las
absurdo acuerdo de deuda firmado por Mauricio Macri en el gobierno anterior. Tal como
en Panamá, sólo el movimiento social organizado y en lucha logra imponer las condiciones a la
gobierno nacional y poner contra la pared a los oligarcas y traidores de su pueblo.
Este texto demuestra lo obvio. Cuando la teoría parece un panfleto es porque la transformación
la realidad concreta es urgente.

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