Espacio publicitario

“Ya no quiero llorar más” declaraba durante la charla conmemorativa del Día Internacional Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, Aminata Soucko, víctima, a los quince días de su nacimiento, de ablación genital. “La gente viaja con sus tradiciones y culturas, cada etnia lo llama de una manera diferente”. Hay que evitar el acrónimo MGF por restar monstruosidad a la realidad, “en España hay más de diecisiete mil mujeres” víctimas de la mutilación genital femenina, “hay que llamar a las cosas por su nombre”. Con tacto y decisión  personas como esta activista trabajan por concienciar  a toda la cadena  que interviene en estas violaciones de los derechos humanos. Es “como si te cortaran el pene”, si las víctimas fueran  hombres. “Hay más de setenta mil mujeres mutiladas aquí, esto está pasando aquí, en España, en Valencia”, los matrimonios forzados, las mutilaciones. “La mutilación está tan normalizada” que se preconiza e incluso exige a mujeres y niñas como aditamento imprescindible para casarse. “No está ni en el Corán, ni en la Biblia” y sin embargo permanece inalterable en ciertos grupos poblacionales. Como mujer y presidenta de la Red Aminata, en la valenciana Biblioteca Libertaria Ferrer i Guardia  de la CGT (Confederación General del Trabajo), sindicato al que también está afiliada la conferenciante, Aminata exclamaría: “¡Las mujeres estamos revolucionando!”.

Mujeres que ayudan a mujeres a superar traumas inimaginables no se achantan en la lucha. ¿Vivir de espaldas a sádicas realidades como método? Como expresa una reflexión: “Lo que no conocemos, necesariamente no tiene por qué no existir”. De un modo inconcebible las mutilaciones genitales femeninas se multiplican llegando a realizarse de forma medicalizada en naciones  occidentales. “Hay cuatro  tipos de mutilación genital femenina, lo practican tanto cristianos como musulmanes, hay más de doscientos millones de mujeres y niñas  mutiladas en el mundo” aunque en las estadísticas no se contabilizan las muertes. Oscurantismo, superchería, tabú, y conceptos milagrosos opacan la evolución del conocimiento ensañándose históricamente  en la mujer. Colombia, India, Estados Unidos, Malasia, Indonesia, Emiratos Árabes Unidos, Sri Lanka, Gambia, Mauritania, Indonesia,  Yemen, Orán, Palestina, Iraq, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Senegal, Kenia, Mali, Sierra Leona, Tanzania, Somalia, así, hasta un total de treinta y un países, mantienen vigente este atroz fenómeno machista mutilador.  En Alemania se registran más de sesenta y ocho mil víctimas. Australia, Colombia, Reino Unido. En España cerca de veinte mil niñas corren el riesgo de ser mutiladas genitalmente.

“La gente que la  práctica  no sabe, lo que ve fuera es lo que cortan, son gente  que no tienen  ninguna clase de estudios sanitarios, son cortadoras (mutiladoras)”. En aldeas, sin antisépticos ni higiene, se utiliza cualquier objeto afilado, generalmente una cuchilla, y “ese cuchillo se puede heredar” transmitiendo terribles enfermedades. “Se hace en las casas de las niñas” y después, “se curan con hojas, caca de vaca” hierbas y elementos del entorno natural. La mutilación genital femenina tipo uno extirpa total o parcialmente el clítoris, en el tipo dos además “cortan los labios” menores, con el tres  “el más grave, se deja un agujero pequeño, yo misma he sufrido eso –confiesa Aminata-”  estrechando y sellando el orificio vaginal (es la llamada ablación faraónica por sus posibles raíces  en el antiguo Egipto), el tipo cuatro “la gente lo hace como canon de belleza, lo que se hace aquí es la reducción de los labios, la gente va por estética” pero “los labios tienen su función”, “aquí (en España) la gente va a clínicas porque quiere, en África también”. ¿A qué deducciones se llega cuando la mutilación ha llegado a emplazarse en el entorno sanitario? Infecciones urinarias, menstruaciones dolorosísimas, infecciones recurrentes, cicatrizaciones  conflictivas,  dolor coital, partos complicados con mortalidad neonatal, trastornos psicológicos, forzoso corte de la carne  para la penetración coital. “Una mujer que ha sufrido mutilación no es lo mismo a la hora de relaciones sexuales,  hay muchas dificultades, ¿qué ganas voy a tener yo de tener relaciones?”. “Es mucho tabú, que no puede ser fértil, es una forma de controlar la sexualidad de las mujeres”. “¡Si quieren que me maten!” llegó a gritar Aminata.  Averroes, filósofo del siglo doce, en su delirante misoginia afirmaría que “la mujer es un hombre imperfecto”. ¡Contumaz y brutal machismo ¿hasta cuándo?!

La anatomía femenina ha sido atacada, censurada, castigada, reprimida, maldita hasta llegar  a la violencia  institucionalizada y a las más retrógradas afirmaciones dogmatizando barbarismos. José Antonio Marina, filósofo y escritor toledano, comentaría que “durante siglos se admitió que las mujeres que se ahogaban flotaban boca abajo para ocultar sus órganos sexuales, hasta  tal punto era importante su pudor. En cambio, los ahogados varones podían flotar boca arriba”, a lo que apuntaría la periodista Nativel Preciado que “esas teorías tan peregrinas huelen a catolicismo rancio”.

Al llegar a Valencia junto a su marido, un hombre al que ni conocía cuando la obligaron a casarse a los diecisiete años en Mali, Aminata era sólo la esclava de los designios de  aquél  sujeto que le daba palizas. Matrimonios forzados en los que “te van a pegar hasta matar” y las mujeres son instrumentos, “lo primero que quieren es que esa mujer se quede embarazada”. “Si una mujer no sufre en el matrimonio sus hijos no llegaran adelante” se inculca, “algún día me iba a matar” se sabe, “cuando un hijo sale mal la culpa es de la mujer” se dictamina. Si “ella ha sufrido mucho en su matrimonio”  la capacita para ser  buena madre. “Llego aquí y es otra realidad”, confiesa. Sus sobrinas preguntan “¿por qué me obligaron a casarme, que si yo lo quería?”, viven otras circunstancias. Tras denunciar a su marido Aminata ha “tenido la suerte” de poder divorciarse aquí, aunque al salir de la casa “no tenía ni un duro para el autobús”.  “Ha habido casos  de mujeres que se han tirado al mar con sus cuatro hijos, el marido la maltrataba, otra ha tomado veneno”. ¿Quién  se atreve desde su “sillón” político a defender el machismo y sus violencias, a quedarse con los brazos cruzados repantigándose en el escaño? “Lo que dice tu marido va a misa, no tienes ni voz ni voto, cuando una se casa  hay que estar unas semanas en casa, no puedes salir fuera” hay casos en los que  están encerradas  en una habitación. “Yo creía que España era un país libre” pero vio en televisión que “un hombre ha matado a su mujer”. ¿Tan cortocircuitante  para el establishment es eliminar definitivamente la lacra machista y misógina que también está alimentando a la inteligencia artificial  con su abecedario? 

Aminata, como infinidad de mujeres en el mundo, no se rinde, ni se vende, “cuando tenga cuarenta y cinco años haré la prueba de acceso a mayores” en Medicina, mientras, “he seguido limpiando y cuidando personas mayores”.  No deja en la estacada  al resto de mujeres por  un sueldo oficial o  prebendas, no se deja abatir ni deprimir convirtiéndose en faro para otras víctimas a las que guía de forma personalizada ayudándolas a salir de la tenebrosa cultura padecida, sin temor, por ello, al apartamiento del colectivo. Ana Cristina Navarro periodista colombiana ensalzando a mujeres capaces de luchar por sus derechos a costa  de ser criticadas, perseguidas, encarceladas, asesinadas y excluidas comenta que “la soledad es el precio que las mujeres  pagamos por nuestra libertad. Los hombres no soportan la independencia  económica y mental de las mujeres, les da miedo”. Mujeres presuntas adúlteras eran linchadas bajo la tiránica  jurisdicción del paterfamilias romano, “le extirpaban los pezones y le hacían cortes en los labios de la vulva. El marido asistía a la escena posiblemente en compañía de concubinas, si su  condiciones sociales se lo permitían”, relata  Antonio Viader Vives.

“En dos mil trece me he enterado que se puede hacer una reconstrucción de clítoris, no había ningún protocolo sobre la mutilación, mi médico de cabecera no tenía ni idea, el ginecólogo tampoco tenía ni idea”. El hospital  DoctorPeset es “el único centro que tienen la unidad de referencia” allí es donde “me he hecho la reconstrucción, después de la operación me fui a limpiar a una guardería”, más tarde, “cuando me he recuperado he decidido  ayudar a otras mujeres”, aseverando que “el antes y el después de la reconstrucción es como encender y apagar la luz”. La cirugía permite que “en el mismo día vayas a casa con la sonda”, es entonces cuando Aminata ayuda a otras mujeres con las curas, a decirles lo que notarán, lo que deben hacer.

¿Por qué siempre  el entorno quiere dominar  a las personas más indefensas? “Mi madre me estaba esperando en Mali  para mutilar  a mis dos sobrinas y a mi hija. Vengo de una familia muy grande, tengo treinta hermanos, mi padre ha tenido cuatro mujeres, mi padre no sabe ni leer ni escribir, ni mi madre, siempre hemos tenido cuatro tías, la mujer de tu padre es tu tía”. Niñas y  adolescentes al ser repudiadas por las compañeras del colegio, aquí, en España, deciden ser mutiladas evitando  el bullying y poder “ser aceptada en su círculo”. “¿Por qué lo has hecho?”, le preguntó Aminata  a su sobrina pequeña. “Porque nadie quería jugar conmigo, me ha dolido mucho, lo han hecho con una cuchilla, he sangrado mucho”. Navajas, tijeras y cualquier filo cortante es utilizado heredándose, tal como sucedía entre ancestrales verdugos que además se quedaban  con las pertenencias que portaban las víctimas  en el cadalso y comerciando hasta  con la orina de  ahorcados y ahorcadas en sus últimos estertores dotándola de poderes mágicos. Machismo, tiranía, misoginia, religión, ritos culturales, todo desemboca  en un ataque frontal a la mujer y su cuerpo aferrando a las generaciones en los más funestos machismos. Ignorancia, miseria y miedo esbozan el perfil de pueblos que asumen asesinatos y violaciones como cultura, rito o tradición manteniendo a macha martillo un mundo que patrocina crímenes. “Las mujeres y niñas que han sobrevivido, se marean”, ¡nada borrará de su cerebro la mutilación!

“Los propios médicos mutilan a sus hijas”.  En el año dos mil treinta se  estima que sesenta y ocho millones de niñas serán mutiladas si no se pone freno a tales crímenes. Red Aminata (Djô Aminata) Asociación  para la Defensa y Promoción de la Salud de las Mujeres nació “hace cuatro años como fundación”. Carmen  presentadora del encuentro definiría a la entidad como  “agente de cambios necesarios” en la prevención, sensibilización y auxilio a las mujeres supervivientes y por la erradicación plena  de tan espeluznante  práctica, “mentalizan a padres para no mutilar a sus hijas”. Carmen Alborch, ex ministra de Cultura, valenciana, feminista, doctora en Derecho, ex directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno, declaraba que: “Una mujer sola representa, en cierto modo ,una mujer libre y eso sigue siendo inquietante” 

Texto: Ángeles Sanmiguel

Espacio Publicitario

1 COMENTARIO

Deja un comentario