El viernes 21 de junio, Madrid Animal Save realizó una vigilia simultánea a nivel mundial.
Las vigilias son acciones en las que los activistas solicitan a los camiones que llegan a las puertas de los mataderos cargados de animales, que paren, siempre de manera pacífica y respetuosa, con la intención de darles un último adiós a esos animales condenados a muerte tras una vida terrorífica de sufrimiento, hacinamiento y oscuridad, (generalmente es la primera vez que ven la luz del sol, y también la última).
El objetivo, además de despedirles dándoles algo de agua y algunas caricias siempre agradecidas, es grabar esta situación con el fin de difundirla, y así darles visibilidad y ayudar a concienciar.
Llegan sedientos, desorientados y asustados y los activistas se acercan a ofrecerles unos minutos de compasión. La situación es tensa y muy muy dolorosa, están muy estresados, muertos de miedo y tan hacinados que apenas pueden moverse.
Llegar a un lugar que huele a sangre y a muerte estando aterrorizado, escuchando gritos de otros animales sin poder entender y sin poder hacer nada por tu propia vida, es algo que debería estar desterrado de nuestro mundo. Sin embargo, tenemos completamente normalizada este tipo de esclavitud. Convertimos a los animales en esclavos, para transformarlos posteriormente en meros objetos de consumo.
Las vigilias al tratar de visibilizar y generar empatía y compasión, podrían ser transformadoras si personas carnistas acudieran a ellas o las vieran, pues estar frente a alguien que quiere vivir y ver que está condenado a muerte por el capricho del consumo capitalista, y que tú estás colaborando con ello, puede ser la oportunidad de cambiar.
Que los mataderos estén alejados de zonas céntricas, alejados de la vista de la gente, no es casualidad y no es una cuestión de espacio, la razón es que lo que no se ve de algún modo no existe, y por tanto no modifica, y así es mucho más difícil cambiar las acciones carnistas y especistas de las personas, si no tienen acceso a estas realidades no verán que son cómplices y no querrán modificar sus actos y frenar el sufrimiento de los animales. Al sistema no le interesa que los seres humanos empaticemos,
la industria cárnica se sostiene por la normalización de todo este entramado de explotación, muerte y silencio.
En los mataderos es terrible e insoportable el continuo maltrato y cosificación de los animales, patadas, golpes, palazos, el cómo se les empuja hacia su muerte, colocándoles en un espacio reducido en el que solo cabe su cuerpo encajonado luchando por escapar, se puede observar el terror en sus ojos, los gemidos de pánico pidiendo ayuda son estremecedores mientras miran con terror cómo la pistola de perno cautivo, que les causará daño cerebral, grave e irreversible, se acerca su cabeza. Esto les aturde para a continuación, ser degollados vivos y en demasiadas ocasiones aún conscientes. También existe el método de aturdimiento eléctrico, en el que se les empapa para que, al ser electrocutados el efecto sea mayor, pero no olvidemos que siguen vivos y por tanto conscientes o semiconscientes al ser asesinados.
La desolación de estos lugares es devastadora, personas rodeadas de muerte, animales llenos de sufrimiento y pánico, zapatos y manos manchadas de sangre, chorretones de alguien desangrándose vivo colgado boca abajo, gritos de pánico y dolor.
Son seres sintientes, con deseo de vivir, de poder SER y la pérdida de conciencia que impera a nivel global es absolutamente devastadora. Animales apilados, como si de objetos se tratase, como si no sufrieran, y es que hacer caso omiso del sufrimiento ajeno nos hace partícipes de ese dolor, queramos o no somos cómplices de este sistema de crueldad y muerte, por ello las vigilias son cruciales, hacer visible lo invisible para que todos podamos ver que no tenemos ningún derecho a pasar por encima de la vida de nadie.