Tras ser elegido Emmanuel Macron Presidente de la República francesa, intentó catalizar el chauvinismo de los franceses restaurando el atavismo de la Grandeur, doctrina que conjugaría el culto a la independencia económica, política y militar de Francia con la consolidación de la misión de la Nación y de la cultura francesa en el mundo.
Para ello, procedió a la implementación de un poder de corte presidencialista que convirtió a sus asesores en una auténtica camarilla de poder oficioso , (emulando al Partido Gaullista, movimiento que cubría un espectro muy amplio desde el centro-izquierda hasta la extrema derecha y en el que sus dirigentes fueron correas de transmisión subordinadas a la cúpula gaullista).
Fracaso de la política exterior francesa
Bajo el paraguas de la Francophonie como ente económico y político amalgamado por la lengua francesa, Francia procedió a una gradual sustitución del tradicional colonialismo paternalista gaullista por el de un neocolonialismo bajo el epígrafe de «garante de los Derechos Humanos». Sin embargo, con Macron asistimos al finiquito de la Françafrique como ente político y económico tras los desplantes recibidos en diversos países africanos y de lo que sería paradigma las declaraciones del Presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, acusando a Francia de ejercer un «neocolonialismo paternalista». Así, en lugar de implementar una relación interpares de la metrópolis con sus antiguas colonias, los sucesivos Gobiernos franceses habrían tratado a los territorios de Ultramar como colonias en lugar de territorios con representación parlamentaria.
Por otra parte, el conflicto ucraniano reveló el preocupante servilismo de los países occidentales a los dictados de EEUU que se tradujo en la pérdida de poder decisorio de las instituciones europeas y su total subordinación a los dictados geopolíticos de EEUU, quedando Francia como una potencia irrelevante en la nueva cartografía geopolítica de la Guerra Fría 2.0.
El Despotismo Ilustrado de Macron
El pensamiento de Macron se caracteriza por ignorar las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio.Asimismo, Macron estaría al fectado por el llamado “sindrome de hydris” citado por el médico y político inglés David Owen en su obra “The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power”. Dicho término procede de la palabra griega “hybris” que significa desmesura y que tendría su paradigma en las órdenes dadas a la Policía francesa para aplacar de manera expeditiva los disturbios populares contra la Reforma de la edad mínima de Jubilación.
Así, Macron se sirvió del artículo 49.3 de la Constitución que permite aprobar una ley sin someterse a la votación de los diputados para aprobar la Reforma de la edad mínima de jubilación, pasando de los 62 años actuales a los 64 años en el horizonte del 2030, lo que resultó un misil en la línea de flotación de la idiosincrasia francesa cuyo imaginario colectivo habría interiorizado su derecho a una jubilación temprana como premio a su esfuerzo laboral.
Asimismo, tras la derrota en los comicios europeos en los que Macron logró la mitad de apoyos que la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones anticipadas. Sin embargo, a pesar de que el bloque de izquierda (NPF) obtuvo el mayor número de escaños en la Asamblea Nacional, Macron puenteó a la candidata del NFP Lucie Castets y nombró al centro derechista Michel Barnier como candidato a primer ministro, decisión que provocó las protestas de más de 100.000 personas en toda Francia contra la decisión absolutista de Macron, quedando el nombramiento de Barnier en manos de la ultraderecha de Le Pen.
Nuevo Mayo del 68?
La previsible entrada en recesión de la economía francesa en el 2025 conllevará pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores debido a la desbocada inflación y el empobrecimiento galopante de las clases medias podría agudizar la fractura social del país. Así, amplias capas de la población (especialmente los «sintecho», los «sinpapeles» y los desheredados de las banlieues) se verán obligados a depender en exclusiva de la beneficencia, quedando así diluidos los efectos benéficos de las clásicas medidas sociales (reducción de impuestos, subida de las prestaciones por desempleo y la discriminación positiva en la inserción laboral y en el derecho a voto en las elecciones locales de los inmigrantes) por la cruda realidad económica.
Todo ello provocará la radicalización de los sindicatos de clase (CGT, CFDT y FO) que conllevará frecuentes estallidos de conflictividad laboral y que tendrán su bautismo de fuego en una posible huelga general en otoño que será convocada por sindicatos y partidos de la oposicion, no siendo descartable la irrupción de los grupos antisistema que podrían teledirigir las posteriores revueltas estudiantes con el objetivo confeso de reeditar el Mayo del 68 y el finiquito de la V República.
Caso de llegar a paralizar el país las protestas, podríamos asistir a la celebración de un referendum que sería un plebiscito sobre la política de Macron, no siendo descartable un resultado negativo que obligaría a Macron a convocar elecciones Presidenciales anticipadas. Marine Le Pen podría resultar vencedor en dichos comicios tras absorber los restos del naufragio de los partidos de centroderecha, condenando de paso al ostracismo a un Macron que intentó implementar el Despotismo Ilustrado consistente en «Todo para el pueblo pero sin el pueblo».
Germán Gorraiz Lopez- Analista