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Texto. Ángeles Sanmiguel

Personas de “otras nacionalidades piensan que esto es una mierda, esto no se hace en ningún sitio”. “A ningún alemán, ni inglés, ni suizo le gusta venir”. “Nos gusta ver los toros, las vacas en su hábitat”, declara Lisa una joven alemana. “La gente va porque no hay otra cosa que ver, no porque le gusta, tampoco va tanta gente, ni a bous a la mar ni a ver los toros”. “La gente que viene de fuera,  o en general personas que están alrededor mío, creen que es un maltrato”, recalca la muchacha añadiendo que cuando  inusitadamente participan“ jóvenes  de otros países es para hacer el loco, van borrachos”. ¿Qué clase de ardid confabulador faculta regalar a espuertas dinero público para tan aberrantes violencias? “Podrían coger el dinero para otras cosas”, agrega. Soflamas patrioteras y ponzoñosas oratorias mitinescas tratan de mantener la  rancia y embrutecedora tauromaquia que, en paralelo ala sisa presupuestaria, alimenta  fantasías machistas a ras de calle que bien podrían encuadrarse en lo definido por el escritor estadounidense Peter Trachtenberg: un “facsímil de masculinidad incompleto, cruel pero no creativo, poderoso pero no verdaderamente potente”. ¿Petulancia y cretinez para un siglo veintiuno hipertecnológico? ¿Qué contrato no explícito existe entre la denominada transición española y estas actividades de cruel ordinariez?“ A quien no le guste que no vaya”, se sintetiza desde estamentos oficiales. “Esos animales viven mejor que nosotros”, dicen. “Es tradición y estas hay que respetarlas”, dictaminan solemnes burócratas.

Álvaro de Dénia Animal Save ha corroborado que, “en su mayoría,  la gente extranjera  no apoya los festejos con animales, mucha gente de otros países que viven en España se unen a las manifestaciones mostrando su rechazo, hemos visto de varias nacionalidades: alemanes, ingleses, franceses, de Rumania, de Bélgica”, ciudadanía que no comprende “como se puede destinar dinero de todos para maltratar animales”, generalmente ignoran que para “eso” se utilizan sus impuestos como residentes,  “no lo saben  y cuando se lo dícese quedan estupefactos”.

En Dénia, al igual que en el resto de España, se ha venido realizando la recogida de firmas para la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) “No Es Mi Cultura” –con plazo hasta noviembre- a fin de derogar la ley de patrimonio cultural de la tauromaquia, metida a presión  y amarrada por el bipartidismo en el turno de gobierno del Partido Popular. “Lamentablemente, con respecto a las firmas, estas personas –de otras nacionalidades- no firman porque no tienen DNI (documento nacional de identidad) y para esta firma hay que contar con DNI, tienen NIE (número de identidad de extranjero) y  eso les amarga y les preocupa porque ellos pagan sus impuestos, son residentes, tienen sus propiedades, pero al no tener el documento oficial español no se les hace partícipes, conozco muchísima gente que le gustaría firmar”, revela Julia perteneciente al colectivo feminista, colaboradora con la Protectora  de Animales. Dénia, al contar con “un gran porcentaje de gente extranjera, eso quiere decir que no están a favor” de estas atrocidades mientras que “la población –nativa-, en una pequeña, ¡mínima! parte, la ve como algo tradicional siendo que no llega a treinta años, ¡tampoco es que lleve doscientos años practicándose!”. Escuchando conversaciones muchas son las personas “que están en contra, estamos con un gran activismo con las firmas aprovechando cada espectáculo, he recogido muchísimas de muchísima gente”, pero,“ tengo vecinas, gente en las tiendas, que  no me atrevo”. Junto a Dénia Animal Save “hemos participado en el pleno del Ayuntamiento donde había la propuesta por parte del PP y Vox” de “revitalizar  y fortalecer” los bous a la mar.“ ¡Este espectáculo debe  terminar!¡es cavernícola!¡es anacrónico!¡debe terminar! y debe terminar no solo por el daño y la molestia, y el daño que se causa a un  inocente como  puede ser el toro, vaquilla o como se le llame, si no ¿Qué queda de nosotros, de los humanos, de nuestra especie al participar y divertirnos con semejante barbaridad?”, esgrime Julia.

Por su parte Diego Nevado, activista portavoz de la antedicha asociación animalista dienense, señala que “PSOE y Compromís sí que votaron en contra, quizá Compromís esté más por la labor –en el repudio- que el PSOE”. En Déniagobierna PSOE, curiosamente al frente  del consistorio se encuentra el iniciador de  una firma comercial, grupo familiar, cuya imagen publicitaria es una vaca. Públicamente “han reconocido que solamente con reducirlo han ahorrado diez mil euros al vecindario”. ¿Decisiones supuestamente salomónicas para ir gateando hacia la tromba de innovaciones que estremecen los centros de la humanidad?“ Dicen que por el Bienestar Animal suprimieron a la mitad, pero lo cierto es que fue tras la angustiosa muerte de un toro -volvió a ocurrir este año en Jávea-, que, como reconocen, les causó graves perjuicios en la imagen a nivel internacional”, por lo tanto, “de momento, ya no creo que se vuelva para atrás esta legislatura”.

Antonio Gala, escritor español, cuestionaría literariamente la ilusoria supremacía del ser humano sobre el resto del planeta, una especie que “se distrae degollando gansos o gallos en celebraciones espeluznantes; corre becerrillos o toros sin arte y sin respeto; mata por matar, sin que el hambre le sirva de pretexto” y así, naturalizando el horror, se inculca la violencia. Recuerda Nevado que en julio, en una concentración antitaurina celebrada en València, “los turistas decían no poder entender  cómo se siguen celebrando  estos eventos”. Mientras. Los “sillones” patrios  siguen con su numerito de atontar con chifladuras y embrutecimiento a la población.  Julia comenta que “plantean presentar veterinarios para que estén pendientes de los bous a la mar, para intentar blanquear un poco la situación del maltrato que se realiza”. Habiendo  ahogamientos e infartos, “lamentablemente, esta gente  como no ve sangre no ve  maltrato, lo ve como una simple diversión en la que el toro  no  muere, y sí muere, no mueren todos”. Colectivos LGTBI, pacifista, feministas, animalistas, estudiantiles, ecologistas, artísticos, científicos “no están de acuerdo con esta anacrónica fiesta, ¡no!”. Julia destaca que “cuando hablamos de protectora y de protección  se tiene que entender que  animales son todos no sólo los perros y los gatitos”.

Laura de Dénia Animal Save  alega esperanzada “que la gente va evolucionando y quieren  algo diferente, quieren más fiesta, fiesta donde todo el mundo pueda participar, fiestas del agua, fiestas de espuma, cualquier actividad, aunque parezca absurda, pero que pueda participar todo el mundo y no tengan que usar ningún tipo de violencia ni actos con animales”. Mayoritariamente “la gente de Dénia lo ve absurdo, aburrido, no se divierte el cien por cien de la población” y cuando saben “todo lo que conlleva la participación de esta vaca o de este torito ya no le ven la gracia”.

“Dénia es ciudad  costera aquí, en verano, viene muchísima gente a veranear y hay mucha gente residente alemana, inglesa,  francesa, son turísticos y residentes, residentes tenemos mucha gente  ecuatoriana, marroquí  hindú, mucha cultura y muchas nacionalidades”. La tauromaquia el colectivo “hindú no la ve, digamos, correcto”. Si son de Colombia o Ecuador, “lo ven como los de aquí”, pero, “la gran mayoría lo rechaza tanto turistas, residentes temporales turísticos, como residentes que viven aquí; ¡eso ya no mola!”.¿Por qué destinar presupuesto a “eso”, “en lugar  de que se invierta en cosas mucho más importantes, como es la medicina, en becas estudiantiles, acciones para la gente sin recursos, comedores, todo lo que es para beneficiar, para bien, en ayudas también para el tema de animales, protectoras, que necesitarían inversiones más importantes de las que reciben”? Un orador tras el caos padecido en cierta ocasión relataba: “Más que una conferencia  parecía  una corrida de pueblo, con todos los mozos borrachos y con un garrote en la mano”. Esa es la verdadera imagen percibida. ¡Basta ya de teatralización y arcaicas simbologías! “No beneficia en nada el sentirte poderoso  ante un animal acorralado, indefenso y en shock, a cuarenta grados a la sombra, un animal que lleva más de una hora, antes de salir  a la plaza o al pasacalles, o a la entrada de bous, que permanece durante horas en un cajón metálico, que eso es como estar dentro de una olla a fuego encendido, ¡imagínate la temperaturas que alcanza eso! y, cuando salen de allí ,¡les meten una descarga! para que salgan de estampida y parezca que son toros bravos en cuanto son vaquillas y toritos jóvenes”. Ese dinero público “no sirve  nada más que para que cuatro machirulos se crean  que son dioses” y “mucha gente acaba herida”. Muerte de transeúntes, de participantes, lesiones, conmociones cerebrales. “El animal  intenta defenderse sea como sea y la única arma que tiene es la cornamenta, en estos actos por desgracia hay mucha gente que fallece, animales también, eso sin contar las lesiones que se causan en el morro al intentar escaparse por sitios que no pueden, se enganchan con los cuernos, patas dobladas, caídas y por supuesto ahogamientos”. El citado Gala confesaría: “Siempre me estremece la indiferencia del hombre ante los tormentos que provoca en los animales; sólo es comparable a su indiferencia ante los tormentos de sus semejantes cuando no los tiene ante los ojos”.

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