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«La Crispula, la hija primogénita de Silas, el Hachero, al que nombraban así porque cortaba antaño con un hacha de doble filo las ramas de los árboles y las desroñaba para hacer leña, miraba a Abilio, el Andorino, su otra parte como decía ella, que arrastraba dieciséis lustros y tres años más, por san Jacinto y santa Benita, y estaba viejo y achacoso; y exhalaba un espumarajo blanco por la comisura de los labios que le hacía vomitar…». Así comienza La atardecida (Editorial Adarve), una obra de Jesús Carrascal que es todo un homenaje a la figura y las letras del gran e inolvidable Miguel Delibes

El autor muestra su pasión literaria desde el primer momento, con una evocación a Los santos inocentes y con una narración que se acerca al realismo mágico de la Castilla rural de Delibes. Un lugar, esa Castilla la Vieja, un paisaje y unos personajes que cobran vida desde la sencillez y la humildad de la mano de Carrascal en la que es su primera novela tras décadas dedicado a la poesía y los cuentos. 

La supervivencia y el abandono de (y en) las zonas despobladas de la España interior forman parte de La atardecida, que está dividida en cinco partes, en cinco libros: Los cachorrosEl eroNazario, La naturaleza La despedida

Escrita con un estilo muy particular, donde la coma tiene un especial protagonismo, Carrascal firma un emotivo texto donde el ritmo y las tonalidades van cambiando para acercarnos a ese atardecer que nos lleva de regreso a un tiempo pasado que un día fue mañana.

El escritor, nacido en Vitoria-Gasteitz, consigue con creces su objetivo de rendir un homenaje repleto de sentimiento y humildad a uno de los grandes de la narrativa universal. Coloquial, cercana, muy visual y directa, un evocador canto que llega al alma. 

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