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Texto de Diego Nevado Martínez: 
En 1994 se celebró el 50º aniversario de la fundación de la Sociedad Vegana en el Reino Unido, y con motivo de ese aniversario se instauró el 1 de noviembre como el Día Mundial del Veganismo. Casi treinta años después, el veganismo es un estilo de vida que no deja de crecer.
Antes de entrar en materia, no puedo hacer otra cosa que expresar mi solidaridad con todas las víctimas del temporal DANA y con las personas que gestionan refugios de animales como Modepran, el refugio de María o Petjades trobades necesitando estos días muchísima ayuda tras el temporal fruto de las consecuencias climáticas ignoradas en el día a día de tanta gente.
Lo que viene a hacer el veganismo, a pesar de las delirantes críticas infundadas y basadas en la infinita ignorancia, es igualar el trato hacia todas las especies de animales, rechazando el especismo que hasta la RAE define como la discriminación por especie. 
No existe ningún principio científico que demuestre que un animal está para explotar y utilizar a nuestro antojo, pues los animales son seres sintientes con sus propios intereses.
En consecuencia, las personas veganas rechazamos todo uso animal como podría ser la alimentación, vestimenta, la larga lista de anacrónicos entretenimientos con animales o la inútil experimentación animal. 
Los intereses de industrias que someten a los animales desde su primer aliento hasta el último y arrasan con todo a su paso, hacen que constantemente veas por la tele, redes sociales y todos lados que si necesitas no sé cuántos lácteos, que si pesca sostenible y una larga lista de trolas subvencionadas con millones de euros (al igual que los perversos sellos de bienestar animal o sostenibilidad).
Lo cierto es que en cualquier etapa de la vida es facilísimo evitar el uso de los animales con una mínima voluntad, pues en el caso de la alimentación, tenemos alternativas deliciosas y nutritivas, además de que con productos 100% vegetales de proximidad podemos incluso imitar cualquier receta de origen animal evitando toda la problemática. 
Desde luego, la sociedad avanza lentamente y los políticos no están a la altura y prueba de ello es la delirante propuesta del PSOE contra los etiquetados veganos similares a los cárnicos, lácteos o de la industria pesquera pese a que no conllevan ninguna confusión por estar etiquetados como 100% vegetales o llevar el sello vegano y lo que debería hacer este partido que nos gobierna, es precisamente fomentar la alimentación ética, saludable y sostenible. 

RECHAZO A LA EXPLOTACIÓN ANIMAL 

El veganismo, como es lógico, también rechaza la industria de peletera, cuero, lana, seda, productos de plumas…
En estas industrias, cómo en toda explotación animal, nadie piensa en las víctimas coordenadas al suplicio diario para productos que no necesitamos.
Sobre los entretenimientos, también hay muchísimos como la casposa tauromaquia, caza, pesca deportiva, tiro y arrastre, circos con animales o entre muchos, la cautividad y sometimiento de los prisioneros de zoos y acuarios.
Y entre muchas otras formas de uso de los animales, está la experimentación animal que incluso tortura perros en los laboratorios y además del sadismo de la industria por basarse en el uso de los animales se ha demostrado ya más que de sobra que la mayoría de experimentos con animales fracasan en humanos y sobre este tema, puedes buscar el sello cruelty free en la cosmética, champús, limpieza…
En estos días, ya hemos visto a la gente vaciando obsesivamente los supermercados de precisamente los productos que más generan catástrofes: carnes, leche y productos lácteos, agua embotellada en plástico o entre otros, pescado.
Entre las consecuencias para los animales de este temporal, 42.000 pollos han aparecido muertos en una granja dedicada a engordarlos rápido para mandar al matadero con unos 40 horribles días, al igual que durante el transporte de animales como gallinas que morían tras pasar días en camiones amontonadas.
Cada Navidad se matan como «alimentos» cárnicos muchos millones de bebés animales, y más de mil millones de animales al año solamente en España, mientras que en la industria pesquera las víctimas se cuentan por toneladas mediante la lenta asfixia.
Todo en nombre de una festividad llamada de «paz y amor».
¿Los matarías con tus propias manos o serías siquiera capaz de presenciarlo en un matadero?
El año pasado también se mataron una vez más millones de corderos para alimentación solamente en España.
¿Sabías que la industria del huevo tritura vivos a los pollitos machos por no valer para la producción y aplica prácticas como cortar el pico sin anestesia a las gallinas, encerrarlas toda su vida en naves industriales o jaulas, manipularlas genéticamente para poner 300 huevos al año y después de una horrible vida van al matadero por no producir tanto? 
Lo mismo pasa con la industria láctea, no sé qué persona con medio dedo de frente si lo piensa detenidamente llega a la conclusión de que necesita tomar leche materna de otra especie que no es la suya conllevando quitársela a los bebés terneros que son suplementados con alimento de baja calidad y ejecutados al tiempo. 
Las vacas, manipuladas genéticamente para producir como una máquina de manera artificial, encerradas, con mastitis y su final, el mismo, el sangriento matadero, cuyos documentales hubieran sido interesantes ver en Halloween porque son una película de terror verdadero hacia inocentes. 
Las tortillas de patata veganas son deliciosas, al igual que los quesos elaborados con vegetales y otros productos que pueden tener ese nombre como dictaminó recientemente el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) después del obsesivo acoso de las industrias que explotan animales.
Desde luego, el uso de los animales es anacrónico y el único interés de los mismos es que los humanos les dejemos en paz independientemente del fin.
A nivel de salud, las más prestigiosas academias de nutrición avalan una alimentación vegetal en cualquier etapa de la vida hablando de la prevención de enfermedades y entre ellas está la Asociación española de pediatría o la academia Americana de nutrición y dietética, pues todo lo que necesitamos viene de los vegetales y podemos disfrutar cualquier sabor que queramos también evitando todas sus consecuencias nefastas para los animales y nuestro futuro. 
En la economía, promovemos precisamente la agricultura sostenible de proximidad que crea muchos puestos de trabajo y ser vegano si te sabes planificar es bastante más económico. 
Hasta medios que hace unos años jamás nos hubiéramos imaginado que hablaran del tema, han sacado por el Día mundial del veganismo un artículo en la sección de deportes hablando de deportistas que han mejorado mucho su rendimiento o han superado enfermedades por esta saludable y nutritiva alimentación.

EL USO DE LOS ANIMALES CONLLEVA DESASTRES MEDIOAMBIENTALES 

En este Día mundial del veganismo, reproduzco también estas declaraciones enviadas por la bióloga Valenciana Rosa Más:

El 1 de noviembre de 2024, día del veganismo, quedará en el recuerdo debido a las intensas lluvias, consecuencia de una DANA, que han azotado la terreta valenciana.
El efecto devastador de las fuertes precipitaciones se ha agravado debido a dos factores principalmente:La absurda insistencia humana de urbanizar zonas inundables, como ramblas y avenidas y de constreñir los cauces naturales, lo que origina que arroyos y ríos fluyan con furia, recuperando los caminos que les fueron arrebatados.
El otro factor intensificador de este fenómeno es el cambio climático: el exceso de temperatura en el mar ha hecho que la tradicional gota fría, típica de nuestra tierra mediterránea, sea más destructiva en cuanto a frecuencia e intensidad, provocando el dantesco panorama de devastación que estamos contemplando.
En el día del veganismo no podemos dejar de recordar que el uso de los demás animales es una actividad cruel en esencia porque afecta a seres sintientes que tienen interés por vivir y por disfrutar de sus vidas y medioambientalmente nefasta, pues una de las actividades que más contribuyen al caos climático actual es la industria alimentaria basada en la explotación animal, con especial mención a la ganadería extensiva, que arrasa bosques y acapara el agua potable, y la pesca y la acuicultura, que asolan los ecosistemas acuáticos.
Por todos los animales, los humanos y los no humanos, por la vida, elijamos veganismo

INTENTAN ENGAÑARNOS 

Está claro que los intereses siempre intentan bloquear nuestras conciencias respecto de lo que ocurre en el mundo y, en general, del sufrimiento de tantos seres vivos, humanos y no humanos, que nos rodean.
Desde la infancia, nos manipulan con buscando a Nemo, Peppa pig o la abeja Maya, pero nos ocultan lo que suponen industrias como la miel, la pesca o la cárnica. 
¿Qué niño o niña pensáis que aceptaría matar si tuviera toda la información real a su alcance proporcionada por los progenitores y los centros educativos? 
Y si, se les enseña que hay que respetar el medio ambiente, pero de forma difusa y sin ir a la base del problema, pues la industria que explota animales también es lo más contaminante del mundo como podéis ver en artículos llamados «los incendios se apagan en tu plato» o «los océanos se salvan en tu plato» con hacer un simple clic en Internet.
Cuando queramos despertar de una vez, ya será demasiado tarde y habremos condenado a una generación más a un mundo insoportable.
El veganismo es únicamente por los animales, pero también la solución a muchos otros problemas como la crisis climática, problemas de salud y hasta hambre en el mundo, pues incluso la ONU que es poco sospechosa de tener nada que ver con el veganismo no ha tenido más remedio que confirmar la evidencia: «una alimentación 100% vegetal es necesaria para salvar al mundo del hambre, escasez de combustible y crisis climática».
Dedicamos la mayoría de recursos del mundo a alimentar a millones de animales más que humanos que se crían para explotar, cuando si lo evitamos, esos recursos servirían para alimentar 10 veces a toda la población.
Y los verdaderos culpables de la deforestación del Amazonas por la soja, es la industria de explotación animal que es donde se destina la mayoría de la que existe en el mundo.
Igualmente, aunque el aceite de palma es de origen vegetal, es lógico no consumirlo por las consecuencias en la extinción de especies, desastres medioambientales y problemas de salud, pues esos dulces que lo llevan son un capricho innecesario que afecta a seres sintientes y a nuestro futuro.
Y lo mismo con los acosadores que en redes sociales se «preocupan» por el sufrimiento de las plantas que no tienen sistema nervioso ni cerebro sin preocuparse por los animales y obviando que ellos compran vegetales y además, se «alimentan» de animales alimentados con la mayoría de vegetales del mundo por lo que estos delirios no tienen fin.
Los santuarios de animales antiespecistas hacen una magnífica labor altruista que, en ese caso, depende de la gente solidaria pese a dedicarse a rescatar y proteger en lugar de explotar y matar.
Excusas incoherentes puede haber muchas, pero ninguna se sostiene científicamente ni en el sentido común.

A LAS PUERTAS DEL MATADERO 

En 2010 en Toronto (Canadá) nacieron las vigilias veganas, llamadas en inglés Slaughterhouse vigil, que llegaron a España a finales de 2017. 
En estas, las personas de organización intentan que los camiones que llegan a las puertas de los mataderos paren con el objetivo de ver a los animales, darles la única muestra de compasión que recibirán en su corta vida y documentar la realidad para hacerla llegar a la sociedad. 
Por mi parte, he estado en vigilias de cerdos y pollos cuya miserable realidad se palpa bien en esa mirada triste y de pánico. 
Los animales llegan amontonados como si del camión de basura se tratara, además de que siempre presentan lesiones, estrés, miedo, tristeza, suciedad y por lo general, pues una situación en la que desde luego no te gustaría estar y la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, en este caso un animal al que han decidido imponerle la miseria desde su primer aliento hasta el último.
Después de documentar todo esto con permiso de los conductores, los vehículos entran en el recinto para descargar a los animales. 
Muchas de las víctimas agonizan durante días sin atención veterinaria en las granjas, pues es una industria sometida a la rentabilidad y eso sale mucho más económico.
Hay escalofriantes testimonios de antiguos trabajadores de mataderos que desarrollaron problemas de salud mental, presenciaron situaciones que ponen los pelos de punta o tenían pesadillas de los animales colgados con esa mirada de terror y súplica, además de que es muchísima la gente que se ha acabado suicidando por trabajar ahí.
Ni te imaginas por un momento todo lo que pasa ahí dentro y lo escalofriante que es estar en un lugar lleno de sangre por todos lados y cuyo fin es acabar con un montón de vidas inocentes.
Imaginaros lo que supone para cada animal estos espantosos lugares que nadie quiere ver, pues el no ser capaz de matar a un animal o presenciarlo, ya nos da la razón de que es algo que no es moralmente aceptable.

TRABAJO EN UN MATADERO 

Una extrabajadora de un matadero le describió a la BBC cómo era su empleo y el efecto que tuvo en su salud mental.
Aquí su testimonio: 
Cuando era niña soñaba con ser veterinaria. Me imaginaba jugando con cachorros traviesos, calmando a gatitos asustados y, como era una niña de campo, realizando chequeos a los animales «de granja» locales si se sentían mal.
Era una vida bastante idílica la que soñé para mí, pero las cosas no resultaron exactamente así. Terminé trabajando en un matadero.
Coman carne o no, la mayoría de personas nunca han estado dentro de un matadero. Son lugares sucios y mugrientos.
Hay heces de animales en el piso, ves y hueles tripas, y las paredes están cubiertas de sangre.
Y el olor… Te chocas con él como si fuera un muro cuando entras por primera vez y luego permanece en el aire. El olor de los animales moribundos te rodea como vapor.
¿Por qué alguien elegiría visitar o, menos aún, trabajar en un lugar así?
Para mí fue porque ya había pasado un par de décadas en la industria alimentaria, en fábricas de comidas preparadas y similares, así que cuando recibí la oferta de gerente de control de calidad en un matadero, me pareció un paso laboral bastante inocuo. Tenía 40 años.
En mi primer día, me hicieron un recorrido por las instalaciones, me explicaron cómo funcionaba todo y, lo más importante, me preguntaron repetidamente si estaba bien.
Explicaron que era muy común que la gente se desmayara durante el recorrido y que la seguridad física de los visitantes y de los nuevos empleados era muy importante para ellos.
Estaba bien, creo. Me sentí mal, pero pensé que me acostumbraría. Al poco tiempo, sin embargo, me di cuenta de que no tenía sentido fingir que era un empleo más.
Estoy segura de que no todos los mataderos son iguales, pero el mío era un lugar brutal y peligroso para trabajar.
Hubo innumerables ocasiones en las que, a pesar de seguir todos los procedimientos para aturdir a los animales, los matarifes recibían patadas de alguna vaca enorme y con espasmos mientras la subían a la máquina para matarla.
Personalmente no sufrí lesiones físicas, pero el lugar afectó mi mente.
Mientras pasaba día tras día en esa gran caja sin ventanas, sentía el pecho cada vez más oprimido y una niebla gris descendía sobre mí.
Por la noche tenía pesadillas en las que se reproducían algunos de los horrores que había presenciado durante el día.
Una habilidad que llegas a dominar cuando trabajas en un matadero es la disociación. Aprendes a ser insensible a la muerte y al sufrimiento.
En lugar de pensar en las vacas como seres completos, las separas en partes del cuerpo vendibles y comestibles.
No solo facilita el trabajo, sino que se hace necesario para sobrevivir.
Sé que cosas como estas también molestaban a otros empleados.
Nunca olvidaré cuando, llevando yo algunos meses en el matadero, uno de los chicos abrió una vaca recién sacrificada para destriparla y el feto de una ternera cayó de ella. Estaba preñada.
El joven empezó a gritar y tuve que llevarlo a una sala de reuniones para calmarlo; lo único que podía decir era: «Simplemente no está bien, no está bien», una y otra vez.
Las emociones en el matadero tendían a ser reprimidas. Nadie hablaba de sus sentimientos, había una abrumadora sensación de que no se te permitía mostrar debilidad.
Además, muchos trabajadores que no hubieran podido hacerlo así lo hubieran querido: eran inmigrantes, predominantemente de Europa del Este, cuyo inglés no era lo suficientemente bueno como para solicitar ayuda si tenían dificultades.
Muchos de los hombres con los que trabajaba tenían otro empleo por la noche: terminaban sus 10 u 11 horas en el matadero antes de ir a otro trabajo y el agotamiento a menudo les pasaba factura.
Algunos desarrollaron problemas con el alcohol, a menudo entrando en el trabajo con un fuerte olor a licor.
Otros se volvieron adictos a las bebidas energéticas y más de uno tuvo un ataque cardíaco. Estas bebidas fueron retiradas de las máquinas expendedoras de los mataderos, pero la gente se las traía de casa y se las tomaba en secreto en sus autos.

PROBLEMAS DE SALUD MENTAL 

Y sigo reproduciendo su testimonio:
El trabajo en el matadero ha sido relacionado con múltiples problemas de salud mental.
Un investigador usa el término «síndrome traumático inducido en el perpetrador» para referirse a los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) que sufren los empleados de mataderos.
Personalmente, sufrí de depresión, una condición exacerbada por las largas jornadas laborales, el trabajo incesante y por estar rodeada de muerte.
Después de un tiempo, comencé a sentir ganas de suicidarme.
No está claro si el trabajo en un matadero causa estos problemas o si es un tipo de empleo que atrae a personas con condiciones preexistentes.
En cualquier caso, es un trabajo que te aísla y es difícil buscar ayuda.
Cuando le contaba a la gente a qué me dedicaba, recibía o una repulsión absoluta o una fascinación curiosa y jocosa.
De cualquier manera, nunca podía hablar abiertamente con nadie sobre el efecto que tenía en mí.
A veces bromeaba, contando historias sangrientas sobre desollar una vaca o manipular sus entrañas.
Pero sobre todo, me quedaba callada.
Unos años después de haber empezado en el matadero, un colega comenzó a hacer comentarios frívolos sobre «no estar aquí en seis meses».
Era un poco bromista, por lo que la gente asumió que les estaba tomando el pelo, refiriéndose a que tendría un nuevo trabajo o algo así. Pero algo me hizo sentir incómoda.
Lo llevé a una habitación contigua y le pregunté qué quería decir, y se vino abajo. Admitió que estaba plagado de pensamientos suicidas, que sentía que ya no podía más y que necesitaba ayuda, pero me rogó que no se lo dijera a nuestros jefes.
Al ayudarlo a conseguir tratamiento con su médico de cabecera, me di cuenta de que yo también necesitaba ayudarme a mí misma.
Sentía que las cosas horribles que estaba viendo habían nublado mi pensamiento y estaba en un estado de depresión total.
Necesitaba salir de allí.
Tras dejar mi empleo en el matadero, las cosas comenzaron a mejorar.
Hice un cambio de rumbo brusco y empecé a trabajar con organizaciones benéficas dedicadas a la salud mental, animando a la gente a hablar sobre sus sentimientos y a buscar ayuda profesional, incluso si creían que no la necesitaban o sentían que no se la merecían.
Unos meses después de haberme ido, me contactó uno de mis antiguos colegas.
Me dijo que un compañero, cuya tarea era despellejar las carcasas, se había suicidado.
A veces me acuerdo de mis días en el matadero. Pienso en mis excompañeros trabajando sin descanso, como si intentaran salir a flote en un océano inmenso, sin tierra firme a la vista. Me acuerdo de mis colegas que no sobrevivieron.
Y por la noche, cuando cierro los ojos e intento dormir, a veces vuelvo a ver cientos de pares de ojos mirándome.

CONCLUSIONES: UN MUNDO RESPETUOSO ES POSIBLE 

El mundo podría ser realmente maravilloso si no fuera por las actividades humanas y como demuestra la ciencia y el sentido común, los animales son seres sintientes con sus propios intereses y la industria de explotación contribuye a su sufrimiento, desastres medioambientales, hambre en el mundo, sequía, falta de agua y problemas de salud.
El veganismo es un estilo de vida que busca excluir todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales, no solo en la alimentación, sino también en otros aspectos del consumo, como la ropa, entretenimiento y los productos de experimentación animal, como ya he comentado.
Esta filosofía de vida es la puesta en práctica de la ética que consiste en evitar el consumo de «productos» y actos que perjudican a los animales. Considerando que debemos respetar sus intereses y evitar así la discriminación por especie: el especismo.
Por lo tanto, el veganismo no es una dieta ni una moda, sino equiparar la empatía y el respeto hacia todas y cada una de las especies sin discriminación.
Si has llegado hasta aquí, es porque en tu interior has sentido el dolor de millones de animales explotados en todo el mundo. Si esto te parece injusto e inmoral, está en tu mano poner todos los medios a tu alcance para contribuir a que cese el sufrimiento de tantísimos animales y todas las consecuencias que conlleva, especialmente para las futuras generaciones que cada vez tendrían un mundo peor. 
Igualmente, es necesario inculcar el antiespecismo a las niñas y niños para que no crezcan con actitudes discriminatorias, en este caso a los animales según la especie, al igual que se discriminaba a las personas por su color de piel.
Earthlings es un aclamado documental de 2003 narrado por Joaquin Phoenix sobre cómo los seres humanos utilizan a otras especies animales y te recomiendo verlo.
Para ir terminando, quiero agradecer a este medio el espacio para poder contar todo esto con total libertad, además de invitarte a reflexionar los motivos por los que NO serías incapaz de matar a tu víctima o siquiera presenciar la miserable y horrorosa vida de los animales destinados a la obsoleta industria de explotación.
El mundo no es injusto porque es una desgracia, el mundo es injusto porque queremos que sea injusto, pero podemos contribuir a que sea algo mejor y cualquier duda que tengas, puedes escribirme a mi página de activismo en redes «Diego Nevado Martínez» o a través del correo electrónico defensaanimal2023@gmail.com donde intentaré ayudarte y pasarte las páginas más adecuadas al respecto.
619 millones de humanos han muerto en guerras en toda nuestra historia.Los humanos matan la misma cantidad de animales cada cinco días

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