Tras la decisión de la Corte Penal Internacional de solicitar órdenes de arresto contra Netanyahu y Galant acusados de «crímenes de lesa humanidad», Netanyahu es sabedor de que una vez acabada la guerra asimétrica contra Hamas, se arriesga a un proceso penal internacional. En consecuencia, tras arrasar Gaza,
Netanyahu decidió invadir el Sur del Líbano para desplazar a los 400.000 habitantes del sur del Líbano al otro lado del río Litani, con la esperanza de ganar tiempo hasta la victoria de Donald Trump, en la certeza de que podrá contar con sus bendiciones para exonerarlo de toda culpabilidad ante la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, la Administración Biden hace responsable directo a Netanyahu de la pérdida masiva de votos en las recientes elecciones de EEUU, reflejada en una altísima abstención entre la población musulmana y el ala izquierda del Partido Demócrata, lo que habría facilitado el cómodo triunfo de Trump.
Así, Joe Biden, en una entrevista publicada por la revista Time, admitió que «Netanyahu, estaría prolongando la guerra por motivos políticos y para mantenerse en el poder al frente de una compleja coalición de gobierno».
Ello, aunado con el evidente enfado de la cúpula militar israelí tras el fracaso manifiesto del Ejército israelí en la ofensiva terrestre sobre Líbano, la acuciante necesidad de incorporar otros 20.000 soldados debido a las incontables bajas sufridas contra Hezbolá y la negativa de los reservistas a incorporarse a filas, sería el caldo de cultivo ideal para la gestación de un golpe de mano liderado por el ex- miembro del Gobierno de Emergencia israelí, Benny Gantz y por el recién destituido Ministro de Defensa, Galant y el Jefe del Estado Mayor del Ejército,
Herzi Halevi.Dicho golpe debería materializarse antes de que sea investido Presidente Trump en el mes de enero y contaría con el apoyo de altos cargos del Ejército israelí y las bendiciones de la Administración Biden y de la AIPAC y tras dar por finalizada la invasión de Gaza y el intercambio de rehenes en manos de Hamas, desembocaría en la convocatoria anticipada de nuevas elecciones con el objetivo confeso de conformar un Gobierno de Unidad Nacional de Benny Gantz con Yair Lapid y cuya tarea primordial será reeditar los Acuerdos de Oslo que posibiliten la coexistencia pacífica de Dos pueblos en Dos Estados.
Mientras, Netanyahu, un político nefasto que intentó dar un golpe de mano autocrático para posteriormente instaurar un régimen Presidencialista, podría enfrentarse a un juicio penal en el que será acusado de negligencia y crímenes contra los Derechos Humanos, lo que podría suponer una condena penal y su salida definitiva del escenario político israelí.
Germán Gorraiz López- Analista