La devastadora situación meteorológica provocada por la reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre ha desencadenado una tragedia humana y un desastre ambiental de enormes proporciones, cuyas consecuencias se amplifican mutuamente en un ciclo que revela nuestra ecodependencia. La prioridad en este momento es atender las necesidades urgentes de las personas y comunidades afectadas, y Acció Ecologista Agró quiere expresar su apoyo y solidaridad con ellas. Sin embargo, este evento también muestra que la degradación ambiental y las catástrofes naturales no solo destruyen los ecosistemas, sino que aumentan la vulnerabilidad de las poblaciones humanas y del territorio mismo. Nuestra supervivencia y bienestar están ligados a la salud del entorno, y la destrucción de los ecosistemas genera un círculo de impactos en el que el medio ambiente y las comunidades que dependen de él se ven cada vez más perjudicados.
El Parque Natural de l’Albufera, un humedal de vital importancia ecológica para la región y una valiosa reserva de biodiversidad, ha quedado cubierto de residuos plásticos, restos de basuras diversas, aguas residuales sin tratar además de combustibles procedentes de vehículos arrastrados por el agua, y así una larga lista de materiales potencialmente peligrosos. Esta contaminación se suma a la eutrofización y degradación previa del ecosistema, generando una situación crítica de la que podría ser imposible (o muy difícil) recuperarse completamente sin una intervención a gran escala. Las condiciones generadas por la DANA han amplificado esta fragilidad, exacerbada por un modelo de gestión ambiental que no ha logrado proteger el humedal de estos impactos.
El fenómeno de la DANA, cada vez más frecuente y severo, es una manifestación de los efectos del cambio climático. La creciente intensidad de las precipitaciones, alimentada por el calentamiento global, representa una amenaza constante para áreas como l’Albufera. Este episodio muestra de nuevo con claridad que el cambio climático ya no es una amenaza lejana, sino una realidad presente que exige de acción inmediata.
Las poblaciones vecinas al Barranco del Poyo han sufrido un impacto devastador debido al desbordamiento de este cauce, que cuadruplicó su caudal habitual, inundando localidades a su paso. Este suceso pone de relieve la importancia de considerar el crecimiento urbano y las construcciones próximas a zonas calificadas como inundables. Según los mapas de zonas inundables de la provincia de Valencia, disponibles en el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables (miteco.gob.es), estas áreas ya estaban identificadas como de alto riesgo. La falta de atención a las advertencias científicas y la planificación urbana inadecuada han incrementado la vulnerabilidad de estas comunidades.
Al respecto, Acció Ecologista Agró insta a las autoridades a desarrollar un plan de restauración ambiental integral, que no solo atienda a la limpieza y recuperación del humedal, sino que también adapte las infraestructuras y trabaje en la gestión preventiva de los municipios que se ubican en la rambla del Poyo para minimizar el impacto que sobre ellos puedan tener futuros fenómenos climáticos. Una tarea que indispensablemente ha de tomar por base las recomendaciones de la comunidad científica, obviadas y menospreciadas hasta el momento en las decisiones políticas en favor de los intereses económicos y especuladores, y que ha de llevarse a cabo de la mano de entidades conservacionistas y ecologistas, así como del resto de agentes implicados, dado que ofrecen conocimientos y perspectivas que permiten obtener una fotografía completa y no parcial de la realidad y necesidades de cada territorio.
Además, consideramos importante el establecimiento de una estrategia educativa en medio ambiente eficaz que fomente entre la sociedad civil un mayor conocimiento del territorio que habitamos. Comprender el funcionamiento de nuestras cuencas, vertientes, ríos y barrancos, así como adquirir nociones básicas de meteorología y geografía local, resulta fundamental para que la ciudadanía se involucre en la preservación de su entorno, en los procesos de participación ambiental y pueda adaptarse a los riesgos naturales en un contexto de crisis climática.
La protección de l’Albufera y de otros espacios naturales no solo es una cuestión de responsabilidad local, sino un imperativo ambiental global. Desde Acció Ecologista Agró hacemos un llamamiento a la sociedad civil y a las administraciones para que sumen esfuerzos y trabajen juntos en la preservación de estos ecosistemas. La magnitud del desastre actual es un recordatorio urgente de que debemos actuar ahora para proteger las generaciones presentes y futuras, promoviendo una relación con el entorno que trascienda el interés humano.