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Texto: Ángeles Sanmiguel

Cierta psicóloga y exmilitar alemana encontró el placer en la caza. “Disparar y matar son acciones  fácilmente comprensibles para nuestro cerebro humano”, declararía. ¿Qué mierda es esa? Matar, a día de hoy, y hasta que no idioticen más a la humanidad,  es algo que se clava en el cerebro de por vida. Matar o deprime  o pudre  valores. “Lo que si tenemos muy claro es que según la sociedad ha ido avanzando, el rechazo crece, eso sí lo tenemos claro” declaran desde la Plataforma NAC (No A la Caza) València.

Estrategias de autoexoneración  por aniquilar no son más que máscaras de oscuras personalidades dormidas. Casta, memoria de clan, tradición, poder antropocéntrico, hombría, maestría, negocio, regulación del ecosistema y muchos otros pretextos se instalan en sociedades satisfechas con respecto a la caza pacificando remordimientos ante la inconfesable verdad de que se siente placer quitándole la vida a otro ser. “Siempre recordaré esa sensación cuando apreté el gatillo. Fue sobrecogedor, triste, pero me sentí  orgullosa al mismo tiempo”, declara la susodicha escopetera tras matar por primera vez. ¿Lifting psicológico para seguir abatiendo víctimas? ¿Cómo disculpar cualquier matanza? ¿Qué fantasmas  habitan las mentes gozadoras de quitar la vida?Alemania ve a los cazadores como “asesinos de animales inocentes”.

Confucio proverbial filósofo chino sentenciaría  que “donde hay buena educación, no hay distinción de clases”. ¿Por qué quien mata enarbola distingos clasistas o de cualquier índole para escudar  sus fechorías?   ¿Existiría  el lobby español de la caza sin el escogido holding de negocio, sin el círculo  de “señoritos”, sin los tráficos ya sean políticos o de otros usos y sin pervertidos cambalaches económicos? “La cantidad de dinero negro que genera la caza” es astronómica informa NAC. Arguyen “que aportan al Estado el  0,3 % del PIB, -del producto interior bruto-, pero no hablan de los seis mil millones de dinero negro que se mueve”, sin descartar “la cantidad indecente de trescientos millones de euros  anuales que salen de los impuestos  que pagamos todos los españoles para financiar el hobby de unos pocos, exactamente del 1,8% de la población”.

“Sobre la caza se ocultan tantísimas cosas” declara Isabel Mérida coordinadora de la plataforma NAC, tales como el impacto real sobre el medio ambiente, las malas praxis por parte de cazadores y el trágico fin de un gran número de “perros desechados de manera cruel”, tiroteados, lanzados a un pozo, ahorcados o apaleados tras rajarles para quitarles el chip. Mérida también recalca “el destrozo que hacen al patrimonio introduciendo animales criados en granjas cinegéticas  que están enfermos y los sueltan  con los animales silvestres”.

¿Hasta cuándo morir o sufrir heridas por balas perdidas? En el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos “se garantiza la libertad de movimiento, que es un derecho absoluto”, pero la realidad es que “no podemos salir al campo porque todo el territorio es para los cazadores y, ¿qué hacen las administraciones locales? pues tapar todo lo que pueden y más”. Apocalíptico desmadre donde las víctimas –que ni pinchan ni cortan ante  el poder del lobby- son inmoladas al igual que animales de compañía, todos acribillados en senderos, domicilios o cualquier espacio al aire libre. “Muchas veces pasa en muchos sitios de España que requieren a las autoridades y no te van, -porque son cazadores-, los propios ayuntamientos, administraciones locales, tapan, tapan y tapan, hay una permisividad tremenda”.

Indefensión brutal es la de ciento de miles de personas camperas que viven amedrentadas, coaccionadas por la vecinal manada cazadora. Así mismo es impensable denunciar crueldades  en las famélicas rehalas por temor a represalias contra animales domésticos o propiedades. “Hay un montón de ejemplos, en Gran Canaria tenemos una página sobre ello: Víctimas de la Caza”, hay “gente que tiene finca en zonas donde está prohibido la caza, -según la ley de caza de Canarias, artículos 33 o el 30.4, en uno te habla de la prohibición de cazar en espacio natural protegido y el otro habla de prohibido cazar en zonas  de acceso restringido, -¡pues bueno!-, en Gran Canaria se ha incumplido sistemáticamente”. Es notorio el caso de una finca donde “a lo largo de años de llamar a las fuerzas del orden  y de intentar con la ley en la mano prohibir eso, pues no conseguían  nada”, los cazadores “entraban por allí, rompían cadenas, candados, invadían esa finca donde está prohibido cazar y hacían  lo que les daba la gana”. Finalmente “se denunció al Cabildo de Gran Canaria  y ganaron la demanda”. En Vich, Barcelona, “en un santuario también sufren acoso y amenazas  por parte de los cazadores,  les están amenazando con matar a los animales del santuario  porque ellos antes iban  a cazar  ahí y ahora no pueden porque está el santuario”. En Italia, “a dos activistas anticaza se los cargaron, los liquidaron, era un señor de setenta años  y otro señor de cincuenta y pico”.

Toda maldad se desarrolla como el moho de la mosca chupando sangre y fuerza del huésped para después “caer como una maldición” sobre otras víctimas. –solo hay que remitirse  a la progenie actual de “matones” de alto nivel-.  A día de hoy, “nadie se tiene que echar al campo con una escopeta para llevar sustento a su casa,  y como hobby y deporte ¡pues que no! porque es más lo malo que da que lo bueno”. La juventud, a pesar de  la machacona enseñanza espejo, en el siglo veintiuno, vive otras esferas de ocio. “De toda la gente joven con la que hemos hablado, casi todos, una inmensa mayoría  piensan que es algo obsoleto,no entienden comose puede seguir con el tema de la caza”. “¡Es que de mis impuestos les estoy pagando el hobby de ellos!”, protestan. ¿Seguirán subvencionando este negocio en plena crisis integral made in USA?

“La caza significa contaminación, no disparan balas de flores, disparan plomo que contamina muchísimo, contamina acuíferos, contamina suelo, la carne que está con plomo está contaminada”. Convulsiones,  daños cerebrales y nerviosos, irritabilidad, dolor abdominal, pérdida del apetito, fatiga, todo eso y más acarrea la absorción de plomo. “La intoxicación por plomo  es responsable de una creciente  mortalidad de aves acuáticas, debido a la ingestión  por éstas de perdigones  procedentes de las actividades de la caza y el tiro deportivo”. En humedales como la Albufera  se continúa cazando con esa munición incumpliendo decretos gubernamentales, cerca de cuatro mil cartuchos y vainas recogió en el año dos mil veinticuatro el voluntariado de PACMA (Partido Animalista Con el Medio Ambiente) en el paraje valenciano durante una acción de limpieza.“Las balas son plomo, el plomo contamina y en el agua contamina”. Tras la Dana “esos torrenciales de agua que cayeron han arrastrado un montón de basura a su paso, todo tipo de desechos también de las cloacas -con bacterias E.coli- todo eso ha ido a parar a la Albufera” más lo que “llevan años echando los cazadores allí”.El hartazgo del pueblo es supino. “¡Por mí que no vuelvan a cazar en la vida en la Albufera!”. ¿Seguirán alquilando puestos de caza –“empavesaes” o “bocois”-? “No creemos que tengan tan poca vergüenza ¿no?”. “Como cazadores, decidimos  quitar la vida a animales” confiesa la citada tedesca. De ahí que  cualquier “señoro” o cabecilla  se sienta realizado al poder decidir entre matar o dejar vivir. Pasión, diversión, emoción ¿el “totum revolutum” del sadismo? ¿el éxtasis de cualquier psicópata genocida, gerontocida, infanticida o feminicida?“Lo más aburrido del mal es que uno se acostumbra”  dictaminó el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre.

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