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La forma de contabilizar las emisiones ha excluido durante años la deforestación como fuente

Nuevas formas de contabilización de las emisiones de gases de efecto invernadero desplazan la mayor parte de la responsabilidad de la crisis climática a la ganadería, si bien hasta ahora esta recaía en los combustibles fósiles sobre los que se centran la mayoría de las políticas contra la emergencia climática. Así lo recoge una investigación publicada en Environmental Research Letter.

El estudio sostiene que la ganadería ha sido la responsable, en un 53%, del aumento de la temperatura media global entre 1750 y 2020, lo que equivale a 0’64ºC de calentamiento. En cambio, los combustibles fósiles han sido responsables del 19% del calentamiento global (0’21ºC).

El científico Gerard Wedderburn-Bisshop, director ejecutivo de World Preservation Foundation, sostiene que la forma de calcular las emisiones de gases de efecto invernadero, ideada en los años 90, está desfasada y es necesario aplicar los avances en la contabilización para ofrecer una imagen más precisa del calentamiento global. El experto señala que el cambio en el uso del suelo, impulsado especialmente por la actividad ganadera, contribuye a la generación de emisiones mucho más de lo que se ha contabilizado.

Según Wedderburn-Bisshop, la contabilidad de emisiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) excluye la deforestación como fuente de gases de efecto invernadero, ya que cuando la vegetación y los árboles vuelven a crecer, absorben carbono. Esto ha llevado a que las emisiones de las actividades humanas que causan deforestación, como la ganadería, se contabilicen parcialmente como emisiones netas, y no como emisiones brutas. En cambio, para los combustibles fósiles se contabilizan emisiones brutas. El investigador explica que en realidad, el crecimiento de la vegetación absorbe carbono en todos los casos, lo que implica que las emisiones procedentes de la deforestación deberían formar parte de los recuentos.

Por otro lado, la métrica GWP100, una forma de contabilizar el potencial de calentamiento global en 100 años utilizada por el IPCC, ha sido objeto de debate y rechazo por parte de la industria ganadera, que apuesta por el uso de métricas como la GWP, que tiene en cuenta la menor vida útil del metano (CH4) en comparación con el CO2, y por tanto, resta responsabilidad a los emisores de CH4.

Sin embargo, Wedderburn-Bisshop no contempla el uso de ninguno de los dos sistemas: «Los FRE (Forzamiento Radiativo Efectivo) son los mejores datos científicos disponibles sobre el calentamiento causado por cada gas. Se calculan en modelos atmosféricos y espaciales muy complejos y se ajustan a las observaciones, por lo que son la métrica más precisa de la que disponemos». Este método revela el verdadero impacto del metano.

Además, el investigador no solo tiene en cuenta los gases que provocan calentamiento global, sino también las emisiones de enfriamiento. Mientras que la ganadería emite sobre todo los primeros, los combustibles fósiles emiten más gases refrigerantes. Al medir estos, se obtiene que los combustibles fósiles han provocado un calentamiento de 0’79ºC, pero también un enfriamiento de 0’50ºC. Por contra, la agricultura y la ganadería en su conjunto han provocado un calentamiento de 0’86ºC, pero un enfriamiento de solo 0’13ºC.

«Ignorar el enfriamiento provocado por la quema de combustibles fósiles distorsiona enormemente la imagen real de las actividades humanas que han causado el calentamiento global», manifiesta Wedderburn-Bisshop. Tener en cuenta el enfriamiento resulta esencial para la puesta en marcha de políticas eficaces contra la crisis climática, del mismo modo que «normalizar y adoptar la contabilidad de las emisiones brutas de la deforestación apoyaría las políticas encaminadas a reducirla y preservar los bosques». Tanto la tala como las repoblaciones liberan carbono, un dato que debería «informar a la política de que la destrucción de bosques de cualquier edad puede considerarse del mismo modo que la quema de combustibles fósiles».

Aunque sus palabras puedan interpretarse como una «defensa» de los combustibles fósiles, el investigador deja clara la necesidad urgente de abandonarlos.

Hasta ahora, el impacto de la ganadería se ha contabilizado entre el 14% y el 16% de las emisiones de gases de efecto invernadero, a la par que se ha considerado que es el dióxido de carbono el gas que más ha contribuido al calentamiento global.

Greenwashing y créditos de carbono

Ante este escenario, las industrias más contaminantes han recurrido a estrategias de greenwashing por las que buscan transmitir una imagen de compromiso medioambiental, entre ellas la ganadería. La presión de estos lobbies ralentiza la lucha efectiva contra la crisis climática.

Las propias industrias han presionado para la inclusión de sistemas como el cero neto, los créditos de carbono, que podrían imponerse en el futuro y consisten en un sistema de compensaciones por el que pueden seguir ejerciendo su actividad mientras participan en proyectos para la absorción de carbono, como repoblaciones de bosques. De esta forma, industrias como la ganadera no dejarían de crecer, aumentando tanto el nivel de contaminación como el abuso hacia los animales.

Fuente: Plant Based News y la zona veggie.

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