Texto: Ángeles Sanmiguel
“Humildad, ética, naturaleza, educación y empatía” recomienda Kolo (Raúl Colomer), artista plástico y diseñador gráfico valenciano como elementos indispensables para la paz en cualquier periodo civilizatorio. ¡Para ya!
¿Realmente las mentes pensantes de la Unión Europea homologan como resolutivo el bochornoso kit para setenta y dos horas ante el desastre, situación bélica o de conflicto? ¿Nadie piensa en bebés, en personas con discapacidad o ancianas, en pacientes con tratamientos y dietas específicas? ¿Desestabilizador “pustch” (“empujón repentino”) al viejo continente?
“¡Prepárense, pero no se asusten!”, transmiten los foros de comunicación. ¿Recomendación o sentencia? Ya en mil novecientos cincuenta y seis, -hace sesenta y nueve años-, el sociólogo Charles Wrigtht Mills en La élite del poder señalaba: “No hay nada en la historia que nos diga lo que no puede hacer una minoría del poder, porque nunca fueron tan enormes los medios del poder”.
Emilia Nacher, enfermera y secretaria de Acción Social País Valencià del sindicato CGT (Confederación General del Trabajo), para su “Kit por la paz”, antídoto de narcisismos totalitarios, enumera:
“1º: Desmilitarización, -presupuestos militares para fines sociales-”. “2º: Salida de la OTAN”. “3º: Ser autosuficientes de alimentos, energías, agua, etcétera, -vivir en el campo-”. “4º: Educar por la paz, -y ser educados-” y “5º: Unir proletariado, republicanismo, anticapitalistas y personas conscientes en un frente común contra la cultura de la violencia y la manipulación, -miedos para los que precisas a los “señoros” de la guerra para protegerte-”.
Apostilla Nacher que “en realidad toda la manipulación esta del kit de los tres días (kit de supervivencia de 72 horas de la UE) son miedos. Te hacen creer que te van a proteger. En realidad les podemos hacer un frente sin tenerles ningún miedo”.
En política nada es de un día para otro. El “sueño europeo” tiene siglos de vida, no es una roncha surgida tras la picadura “trumpiana”. Entonces, ¿por qué caer en las garras de oradores/as de sobremesa que dictaminan acorde a sus comodidades e intereses? Esa desintegración de la paz que tratan de imponer como mega negocio desde un feudalismo radical tiene los pies de barro. Las aguas siempre vuelven a su cauce. Dictaminaría con buen tino el madrileño escritor Ramón Gómez de la Serna, de familia pudiente, licenciado en Derecho y emigrante voluntario, en una de sus greguerías: “Todos los chorizos se ahorcan”.
Personajes de la cultura en España leyeron un manifiesto ante la siniestra propuesta de rearme. “¡No! no nos resignamos a la guerra” reclamando “vivir vidas libres de todo tipo de violencia”. “¡La verdadera seguridad que necesitamos es la seguridad vital que nos aportan con su sola existencia nuestras pensiones públicas, nuestros médicos y médicas de atención primaria, nuestros tratamientos gratuitos en hospitales públicos, nuestra formación garantizada en escuelas y universidades públicas que nos dotan de igualdad, nuestras prestaciones!”. “¡No queremos la paz de los cementerios”. “¡Pónganse manos a la obra y trabajen por la paz, se lo exigimos!”.
Toni Cotolí, compositor valenciano, concertista de guitarra clásica y referente de la guitarra española contemporánea, alejado voluntariamente de la actual infoxicación galopante indica“que lo único que hacen es meternos miedo para manejar a la población, para hipnotizarnos, entonces, no les sigo el juego”. “Estoy haciendo mi filosofía de vida, intentar sacar música que genere buenas emociones y a través de la música ayudar a la gente, y a veces, sin a través de la música, ayudo a gente que conozco que me pide ayuda”. “Estoy en contacto con la naturaleza, he aprendido a cultivar, a hacer muchas cosas que antes no sabía y soy mucho más feliz que antes, y tengo trabajo, y vivo la vida, y la disfruto”.
Jaime, activista de AnimaNaturalis, comenta que “el tema del kit de supervivencia me resulta un poco controvertido ya que es un poco una sensación de alarma cuando encuentro que, aunque se han escalado los conflictos, no hay una amenaza real sobre la Unión Europea ni los países externos al conflicto. Han ido sucediéndose insoportables amenazas que no han tenido efecto más allá de las amenazas y el miedo”.
Dado el escenario organizado desde las cúspides, una “mochila” para sobrevivir tres días, ¿no es quimérica? Entre otras muchas cosas sin cerillas o varillas de Auermetal, –productor inacabable de chispas, conocido desde hace más de un siglo-. ¿Qué pasaría con los automóviles eléctricos y la imposibilidad de recarga? ¡Adiós al negocio para uno de los ungidos “señoros” desestabilizadores!¿Aumentaría la venta de armas de fuego a la población para sus kits? ¿Frotándose las manos en el sector? ¿Quién manipula la balanza del poder? ¿Cada cuánto tiempo se ha pautado que la humanidad, o ciertas sociedades, sufran una debilitante lavativa purgante de terror? ¿Todo por la geopolítica del capitalismo y los impulsos geohistóricos –relación de historia y geografía- de los supergrandes?
Ante un “tremendo drama pasional” entre potencias, ¿es permisible que a la población europea se le ofrezca como único recurso el pánico? ¿Qué no habrá escondido bajo la alfombra? ¿Tal vez privatizar completamente por parte de fondos buitres estadounidenses la sanidad europea, las pensiones, servicios sociales y demás aspectos sociales una vez se haga efectiva la merma presupuestaria por el exigido incremento en gasto de defensa? En mil novecientos sesenta y ocho el político y ensayista francés Jean-Jaques Servan-Schreiber evidenciaría que “las inversiones americanas en Europa son financiadas en sus nueve décimas partes, por los propios recursos europeos. En cierto modo, nosotros les pagamos para que nos compren”.
“Yo también estoy preparando mi kit de supervivencia” mensajea Juan Carlos, objetor de conciencia, activista y abogado, priorizando: “1º: La lucha por los derechos y por las causas ecologistas, feministas, por la justicia social, por los cuidados y contra la militarización”. “2º: Boicot al rearme, a las industrias bélicas, a las instituciones militaristas y a la banca armada”. “3º: Pensamiento crítico”. “4º: Objeción fiscal al gasto militar, a la banca no ética, y desobediencia a cualquier imposición de militarismo”. “5º: Promover las propuestas insumisas y de rechazo a colaborar en cualquier tipo de apoyo o prestación al militarismo” y en sexto lugar: “apoyar la construcción colaborativa de una nueva agenda pacifista basada en la desmilitarización, la movilización y empoderamiento social, la resistencia a la guerra y a su preparación y capaz de ir más allá del “¡no a la guerra!”.
Desde el año mil novecientos ochenta y dos existe, -por ahora-, la Objeción Fiscal al Gasto Militar en la Declaración de la Renta pudiendo desviar ese dinero hacia proyectos sociales y “ecológicamente beneficiosos”. Desde Antimilataristas MOC València apuntan que “es por tanto un gesto de desobediencia civil. No está reconocida legalmente, no existe ninguna casilla en los impresos de la declaración de la renta. Son las personas objetoras las que crean esta casilla y explican las razones para ello, la comunican a Hacienda y la hacen pública”.
¿Retorno a los conflictivos siglos oscuros? Sin electricidad, sin comida, sin agua potable, sin medicamentos, sin paz. Asevera esperanzadoramente el periodista y profesor en la estadounidense Universidad de Yale,Jacob Weisberg, que “la democracia siempre se acaba imponiendo”. Ya en el siglo diecisiete el escritor y crítico con el absolutismo Baltasar Gracián –al que torturaron a pan y agua- dio por sentado que: “Cuanto más luce una antorcha, más se consume y menos dura”. ¿Aplicable a déspotas y sus espectrales colapsos económicos?
Proféticamente, hace más de medio siglo, el aludido Servan-Schreiber declaraba: “El resurgimiento no responderá a la elocuencia patriótica ni a los toques de clarín de las épocas de los grandes choques físicos, sino a lo exacto del análisis, al rigor del pensamiento, a la precisión del razonamiento. Requiere, pues, una raza especial de jefes políticos, de jefes de empresa y de jefes sindicales”.