«No puedo respirar», la mordaza que le quieren poner a Amparo, un gobierno democrático no puede mantener ni un día más una ley como la fascista Ley Mordaza
Amparo caminaba por la calle en manifestación con su bandera republicana sobre sus hombros, en la acera, insultando y gritando a los manifestantes, se encontraba un matrimonio con sendas banderas rojigualdas, a quienes nadie les hacía caso. Amparo, los miró y enseñó su bandera al matrimonio de España 2000, extrema derecha valenciano.
—Esta es mi bandera —fue lo único que les dijo, y continuó su marcha.
Después de la manifestación, regresó a Villamarxant, su pueblo, y ya no supo nada ni del matrimonio, ni de nadie. Diez días más tarde, regresó a Valencia, donde había quedado con unos amigos para una nueva manifestación. Posiblemente, el matrimonio la reconocería, y cuando más a gusto estaba de tertulia, entraron dos policías directamente encaminados en su dirección. Sin darle explicaciones se la llevaron a comisaría, acusada de llevar un arma. Amparo no podía salir de su asombro:
—¿Un arma? ¿Yo? Si soy una persona pacifica que está contra todo tipo de violencia…
—Sí, esa pulsera, es un arma peligrosa.
Cualquiera que hubiera contemplando la escena se habría echado a reír, ante lo ridículo de los argumentos de la policía. «el arma», era una pulsera de bolitas, con los tres colores de la bandera de la República, algo que ni en el mayor de los absurdos podría llegar a considerarse un arma. Los presentes estuvieron a punto de creer que se trataba de una broma, pero no se trataba de ninguna broma. Eran policías y no se reían, tampoco parecía haber ninguna cámara oculta de televisión, le pidieron que se identificara y se la llevaron detenida, sin saber bien el motivo.
Al llegar a comisaría le requisaron tan peligrosa arma, la pulserita con los colores de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, que el único peligro que representaba era para las conciencias. Allí le informaron de que un matrimonio, aquel mismo día, la habían reconocido como agresora del mismo, y que el arma era aquella bonita pulserita de menos de un euro. No había pruebas, y Amparo ni siquiera se acordaba de aquel matrimonio. Que la vieron, por casualidad, entrar en aquel bar y acudieron a la primera pareja de policías, dispuestos a amargar la vida al primer rojo que se cruzara en su camino, y le toco a la pobre Amparo.
—¿Usted agredió al matrimonio tal…? —Le preguntaron de malos modos.
—Pues la han acusado de delito de odio y agresión…
— ¿Cómo les voy a odiar si yo no los conozco de nada? Yo soy chillona y protestona, eso es verdad, pero violenta en ningún caso.
Quisieron tomarle declaración sin cumplir el derecho a tener un abogado presente, conociendo sus derechos democráticos, pisoteados por la ley mordaza, Amparo se negó:
—Ya hablaré cuando me llame el juez —contestó con determinación a los policías.
Ahora, en este país de ladrones y sinvergüenzas, donde roban desde las más altas instituciones, donde pillan a violentos de extrema derecha con armas y no les pasa nada, porque son hijos de jueces o políticos de derechas, quieren meter a una mujer cuatro años de cárcel por llevar una pulsera de un euro, con los colores de la Libertad. Dos días antes de su detención, grupos del partido de los denunciantes, protagonizaron múltiples agresiones contra los manifestantes del 9 de octubre, con la policía mirando para otro lado, como dijo Amparo:
«Si después de lo ocurrido el miércoles, la peligrosa soy yo, tenemos un grave problema de libertades en este país»
Amparo se enfrenta a cuatro años de cárcel y una sanción económica considerable, solo por la palabra, sin pruebas de dos militantes de la extrema derecha y la complicidad de la retrograda y represiva Ley Mordaza.
Por: Paco Arenas, autor de la novela sobre la Memoria Democrática Magdalenas sin azúcar.