El día 27 de Febrero de 1976 se constituyó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), ¡quién lo diría! 45 años después, la RASD, sigue siendo un estado no reconocido por muchísimos países democráticos, totalitarios y monárquicos y dan cobijo, apoyo y algunos rinden pleitesia al estado de Marruecos, que fue el invasor, represor y opresor del
Sáhara Occidental ¡Que ironía! ¿verdad?.
Estos países prefirieron más los intereses lucrativos, a la verdad histórica y de derecho que promovía la ONU.
Me permito dar una cita que sobre el tema tiene el periodista y corresponsal de guerra que cubrió el conflicto saharaui y escribió el libro sobre el cual documento este escrito, Vicent García Devís “El Sáhara, la tierra prometida”:
La gran mentira había acabado, la ficción de una independencia se desvanecía como una tormenta del desierto, todas las promesas de la metrópoli y de otras potencias internacionales se desdibujaban como el siroco.
Pero los responsables de las negociaciones del Pacto de Madrid todavía intentaban sostener el espejismo que los saharauis podrían expresar su voluntad de construir un estado soberano e independiente.
En ese momento, el rey Hassan daba por cerrada toda la operación de ocupación y asimilación del Sáhara, en una multitudinaria y dura rueda de prensa: “El Sáhara Occidental es de Marruecos; si los saharauis se sublevan…nos los comeremos”.
Y, para acabar, la prensa marroquí falseaba la realidad dibujando una situación idílica de cara a la opinión pública interna. Y, en esa coyuntura precisa, una gran parte de los saharauis respondieron con un eslogan que arrastran hasta la actualidad: “Con el fusil arrebataremos la libertad! No tenemos prisa, el futuro es nuestro”. Y ese grito de angustia desembocó en la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática
la noche anterior a la retirada de España del territorio colonial, es decir, la madrugada del 26 al 27 de febrero del 1976. La clase política estaba demasiado ocupada en una transición muy delicada, en una situación política donde la extrema derecha neofascista, con cierta permisividad, campaba por las calles de Madrid y dificultaba la convivencia, una
extrema derecha que el año siguiente atentaría al bufete de abogados laboralistas de la calle Atocha, donde morían 8 de sus ocupantes y 4 más resultarían heridos. Dos años más tarde , otro grupo de extrema derecha haría explotar una bomba a la Cafetería California 47 de la capital y provocaba 9 muertos y 61 heridos. ETA, además, se mostraba
activa y las presiones para legalizar el PCE y pactar e hilvanar una Constitución dejaban España sin voluntad y sin fuerzas para encarar una descolonización que fue una gran
vergüenza, un gran buñuelo.
El último presidente del gobierno del general Franco era Carlos Arias Navarro, conocido como “el carnicero de Málaga” porque había firmado como jurista miles de sentencias a muerte en la guerra y postguerra española; también fue el primer presidente de la
Transición.
El mismo hombre que había consentido la traición a los pobladores de la colonia continuaba gobernando, a trancas y barrancas hasta el verano de 1976. El nuevo presidente, el joven Adolfo Suárez, que también provenía de las filas dirigentes del Movimiento Nacional, tampoco facilitó las cosas para buscar una solución honorable para España y para el Sáhara.
Ni Suárez, ni ningún gobierno o presidente de gobierno español han hecho históricamente un paso para dar una solución viable, definitiva o pactada al problema saharaui. Y ninguno de ellos, una vez en el gobierno, y de esto un buen ejemplo sería Felipe González, alegando razones de Estado, han cumplido con la palabra dada a los representantes del Polisario exiliados en el sur de Argelia, además de 1.400 kilómetros de
Argel, el último agujero del mundo, pero a dos pasos de la tierra prometida, el Sáhara libre, entre la zona de los muros y Tinduf.
La transición no podía haber llegado en mejor momento para los partidos demócratas españoles, como el PSOE o el PCE, y no podía haber llegado en peor momento para los saharauis.
Llegado a este punto de lectura, está claro que la solución es política y los intereses además de lucrativos son políticos.
¿Cuantos años tienen que pasar hasta que los países implicados en la solución admitan y cumplan la resolución dictada por la ONU? RE-FE-REN-DUM YA!
Preguntado de otra manera, ¿Cuanto sufrimiento, vejaciones, violaciones, secuestros, asesinatos, empobrecimiento, penurias, encarcelamientos, expolio de recursos, adoctrinamiento forzado y sobre todo, ocupación de su tierra, tiene que pasar el pueblo
saharaui?
La respuesta está en el viento, como dice Bob Dylan en su canción.
J. Blanes.- Directiva ONG Sàhara Lliure Paterna