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Señala que este fin de semana había casi más turistas litrando en la playa de Noja que
población empadronada, y pregunta al Gobierno cómo piensa financiar los servicios de
localidades que multiplican la población “hasta por diez”
En plena pandemia, Cantabria ha vuelto a ser noticia por un “macrobotellón” en Noja, al igual
que antes lo fuera por fenómenos similares en otras localidades turísticas, que acaban con
graves desperfectos y agresiones. A mediados de junio, mientras en Vizcaya la hostelería
cerraba a las 12 de la noche, Cantabria era la única Comunidad que ofrecía ocio nocturno hasta
las 6 de la mañana. “Las políticas del Gobierno nos están convirtiendo en un destino propicio
para el turismo más masivo y menos respetuoso, el Magaluf del Cantábrico”, señala el
coportavoz Diegu San Gabriel.
Después de años con la burbuja inmobiliaria como único motor económico, con cientos de
urbanizaciones que rompen todo equilibrio social, cultural, arquitectónico o paisajístico,
masificando nuestros pueblos, ahora quieren agravar esta situación con una nueva Ley del
Suelo para extender el ladrillazo a los valles del interior, como viene denunciando la Iniciativa
Cantabria Sostenible en la que participamos.
La semana pasada, el Ayuntamiento de Santander trataba de evitar restricciones sanitarias
argumentando que el total de la población este verano era, “sin contar al resto de cántabros”,
de medio millón de personas, casi el triple de la habitual. En otras localidades, como Castro,
Noja o Laredo, llega a multiplicarse por diez.
Desde CNSV se preguntan “cómo piensa el Gobierno sostener los servicios (carreteras,
transporte público o Sanidad) para tanta gente”. Porque aunque la población se multiplique,
“no lo están haciendo los autobuses ni los médicos”, señala Diegu San Gabriel, que pone como
ejemplo la realidad de un Hospital de Laredo en el que trabajadores y usuarios tienen que
soportar largas caravanas diarias para entrar y salir, y una vez dentro se encuentran todo
saturado.
Por eso venimos recordando que “Cantabria es finita”, para abrir el necesario debate sobre el
modelo de desarrollo impuesto en nuestra tierra y así el pueblo pueda participar de las
decisiones que se vienen tomando, que precarizan el entorno y la calidad de vida de la
mayoría.
“En lugar de apostar por un turismo sostenible, compatible con una economía productiva
diversificada, generando trabajo y valor añadido”, recuerda San Gabriel, “los políticos están
convirtiendo Cantabria en el destino de los más irresponsables, degradando la calidad de vida
de los vecinos y el propio atractivo turístico para quienes valoran nuestro patrimonio social,
cultural o natural”.

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