Espacio publicitario

Texto. Ángeles Sanmiguel
“Más del noventa por ciento de las personas encuestadas opina que se debe tratar mejor
a los animales de granja”. La “campaña para que los supermercados Lidl firmen el
Compromiso Europeo del Pollo” (contra el crecimiento rápido a base de antibióticos,
aire puro, no hacinamiento, iluminación, sustratos de paja, aturdimiento más
humanitario en su ejecución y auditorías), ha sido rubricada por “Carrefour, Eroski,
Aldi, El Corte Inglés, Alcampo y ¿Mercadona? ¡no!”, informa Silvia perteneciente a
una organización centrada en la salvaguarda de animales de granja, “pollos, peces y
gallinas”. Para el año dos mil veintisiete se quiere lograr la prohibición de jaulas en la
cría de animales para consumo. Isabel de quince años en el Día por los Derechos
Animales afirma; “¡Ahora sí me considero animalista! a vosotros no os gustaría ser
torturados, los animales quieren estar en paz, no los dejan por egoísmos”. Si una
adolescente es capaz de sentir y reflexionar así ¿A qué esperan las personas
denominadas maduras para concienciarse del terror y padecimientos infringidos a seres
coetáneos en base a intereses? “Los animales sufren mucho, me enseñaron vídeos, me
parece injusto y luego toda la comida que tiran a la basura, me parece muy injusto”,
reflexiona la quinceañera. ¿Para cuándo la ética en la cadena alimentaria? “Detrás de su
producto hay una víctima”. Desgarradoras “vigilias” a la entrada de mataderos tratan de
ofrecer consuelo antes del tormento a cientos de animales amontonados, indefensos,
asustados, con los ojos desorbitados por el pánico. Hervidos vivos, descuartizados,
colgados de la patas para ser rajados, electrocutados, degollados, triturados vivos, con
los picos cortados “¡Se echa de menos la difusión en medios! Por intereses prevalece el
ocultar información, los animales no viven para nosotros, viven con nosotros”.
Hormonas de crecimiento, antibióticos, biogenética, engorde forzado antinatural.
Antiguamente, “para los adulteradores de alimentos, para estos, estaba la sacudida
(tormento muy de moda en la Inquisición)” como castigo, escribe el periodista
argentino Alberto Cousté. La antes citada joven hizo cruz y raya a presenciar el
martirio de reses sobre el albero, a la tauromaquia, orgías de dolor donde todo huele a
sangre por mucha banda de música, puros y lentejuelas que las ornen ¿Cuándo se dará
el salto a la europeización y racionalidad? ¿Omertá institucional? ¿Canallería para
enfervorizar con sádica tauromaquia callejera? “Yo ahí no voy más, me dejas en casa, o
con la abuela, no voy más donde matan a los toros”, comenta la chavala a lo que otra
chica, Valeria, de diecisiete años, añadía: “Menos mal que mis padres nunca me han
llevado”. ¿Alguien escucha a la juventud? “Que piensen un poco más en los animales,
no sé por qué lo hacen”. ¿Pensar en el resto de animales? Imposible ¿En España? ¡Ni
hablar! Explicita el escritor neoyorquino Alvin Toffler que: “En las sociedades
estancadas existe una profunda necesidad psicológica de novedad y estímulo. En el
pasado, los ritos eran importantes amortiguadores del cambio”. “Que pongan en
institutos y colegios lo que pasa, pero no les interesa”, apela Valeria. Indudablemente,
es muchísimo más suculenta cualquier otra polinización formativa que aporte futuros
beneficios a nombres, empresas y cortesanos de tres al cuarto.
¿Qué todo va a seguir igual? Sería trágico. “La gran mayoría de la gente de este país ni
siente ni padece”, apunta una mujer esperanzada en “las nuevas generaciones que
vienen más fuertes” presionen para dar un giro copernicano al apoyo dinerario
institucional a las violencias ¿Se accionaran herramientas de freno para quienes aún no
están dopados por la necrosomnia (sustancia psicotrópica, “el sueño de los muertos”)
ética? Charles S. Clarck, en el libro conjunto La televisión es una mala maestra,
publicado en dos mil ocho, señalaría: “Gracias a la televisión se presencian un

promedio de ocho mil homicidios y cien mil actos de violencia antes de haber
terminado la escuela primaria”. Violencia, el narcótico utilizado por los poderes para
esclavizar o para sugestionar a personas con mentes embotadas.
“Derecho a reconocimiento jurídico”, “Derecho a un hábitat digno”, “Liberación
animal”, “Los peces también sufrimos”, “Asesinados por diversión”, “Encarcelados y
asesinados por nuestra piel”, “No soy tu madre, no es tu leche”, “La experimentación es
dolor y crueldad, ¿no merecemos derechos?”. Carteles, pancartas y videos aterradores
ilustran la concentración contra el maltrato animal y sus infinitas vertientes mientras
una multitud, como hipnotizada por no sé qué ente satánico camina desafecta en
derredor. Dos mujeres de avanzada edad afirmaban que si no se matan a los animales, ¡a
los conejos! estos nos comerían. ¿Qué fomentan las superestrellas de los “sillones” y
televisión en la población? “La tecnología permite que podamos cubrir nuestras
necesidades, no hace falta la experimentación animal, no tiene una utilidad real, se
experimenta muchas veces sin ser necesario” ya que existen métodos de reproducción
de tejidos y materiales para tales fines. ¿Por qué “la lógica política necesita unos
sacrificios”? Juan Antonio, joven abogado de veintiséis años, vegano, participó en la
denuncia de atrocidades que, por cierto, a un notorio porcentaje de personas sometidas a
la desinformación, adoctrinamiento o enseñanza espejo, les importa un bledo. ¿Preparar
a la infancia para el futuro o para el retorno al siglo diecisiete? ”Bous al carrer”
¿patrimonio cultural de “la región y de toda España”? ¿Alguien frenará el chorreo de
sandeces que sufre la ciudadanía? ¿Cuántas “pantomimas” habrá que soportar en
relación a tan sangrante cuestión? ¿Qué herramienta de la ingeniería lingüística utiliza el
discurso político para dar como buena la brutalidad y violencia? El filósofo francés
Giles Lipovetsky en su obra El crepúsculo del deber citó la “ética indolora”, tal vez ese
sea el subterfugio para escabullir culpabilidades o inacción cómplice.
Maica, coordinadora de la antipartidista Plataforma No a la Caza (NAC), relata que
vivió “el fin de la tauromaquia en Barcelona. Me vine aquí, a Lliria, donde,
lastimosamente, hay toro embolado”. Subjetivamente opina: “Me da vergüenza ajena,
esta gente la doy por perdida, vibra con el sufrimiento animal”. ¿Tauromaquia blindada
en un país donde “la mayoría es antitaurina”? Wolf Biermann, cantante y poeta alemán,
diría: “¡Qué cerca sentimos a algunos que están muertos: y qué muertos nos parecen
otros que aún viven!”. Diego de la Plataforma Alfafar Antitaurina, activista en Animal
Save Valencia, confiesa que son muchos los años que llevan luchando. “Los niños y
niñas tienen mucha sensibilidad, les impactan los videos” como el de la salvaje pesca
industrializada, (apuntar que en aguas de Terranova los bancos de atún han
desaparecido casi totalmente, sin citar otras especies y localizaciones). ¿Qué decir del
horror en las macrogranjas? ¿Qué vergonzante espectáculo de abuso animal es el que
los convierten en “payasos de feria”? Animales “condenados a una vida miserable, si la
gente supiera esto tratarían de llevar una vida más compasiva”.
Philipp joven alemán opina que ser vegano fue “la mejor decisión de su vida”.
Estudiante universitario de Educación Física difunde en su país conocimientos sobre
nutrición vegana. “Cada vida importa”. ¿Cómo califican la tauromaquia en Alemania?
“Es muy mal, los animales sienten dolor y también pueden sentir amor y felicidad”. En
su pueblo, realiza política ecológica dando por sentado que “es posible la ciencia sin
experimentación animal”. Junto a él Laia, vegana y activista de Maresme Antiespecista,
llegada desde Barcelona a Valencia, estuvo en el Oceanográfico manifestándose junto a
la bióloga Rosa Más contra estas cárceles acuáticas. Más declaraba la necesidad de
“que los niños sepan que no es una manera de conocer a los animales, en una jaula de
cristal, el mundo no cabe en una caja de cristal. ¿qué ingenuidad es esa que lleva a
pensar que se puede replicar el entorno marino en un edificio? es imposible”. La

también integrante de FEUMVE (Familias Unidas por un Menú Vegano) y fundadora
de un santuario de animales explotados por la industria, señalaba que existe una
irrefutable “diferencia entre estudiarlos en cautividad y en libertad, no se aprende nada
en un zoológico”., así mismo recalca la imposibilidad de conciliar que tienen las
familias cuando en los colegios no hay menús veganos, indicando que en la
Comunidad Valenciana si son posibles solicitándolos al centro, (eso por ahora, ya
veremos lo que les pasa por la cabeza a la nueva hornada de “sillones”). “Hay que
difundir el veganismo”. ¿Bullying a niños y niñas por su alimentación vegana? Benito
Jerónimo Feijoo ensayista español del siglo diecisiete, autor del primer tratado del
feminismo español, afirmaba algo sobre lo que parece ser altamente contagioso, la
necedad: “Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes”.

Espacio Publicitario

1 COMENTARIO

Deja un comentario