Desde siempre los sistemas patriarcales han procurado adueñarse de nuestra libertad, de nuestra capacidad de producir vida y de nuestros cuerpos. El capitalismo, la política y la religión como herramientas de control y represión, aplicándonos leyes y tradiciones, nos supeditan a la reproducción y a los cuidados. Nuestra vida y nuestro útero al servicio de un sistema que nos quiere controladas, sumisas y dependientes.
La lucha por nuestra libertad ha sido constante en todo el mundo.
Ejemplos como la Marea Verde, que desde Argentina se ha ido extendiendo a América Latina y al resto del mundo, continúa en la brecha. Desde aquí felicitamos y celebramos la reciente victoria de las compañeras en México, donde hace unos pocos días por fin se despenalizó el aborto.
En nuestro país contamos con la ley Orgánica 1/2023 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, del 28 de febrero. Esta ley avanza en el reconocimiento de derechos reproductivos, menstruales y sexuales, pero 7 meses después seguimos esperando su despliegue.
Exigimos que el acceso al aborto y a la salud sexual y reproductiva esté garantizado en todo el sistema de Sanidad Público y en todo el territorio de forma inmediata. Un acceso libre y sin acoso al centro de referencia. Reclamamos una atención inmediata y de urgencia, porque el tiempo es un factor determinante. Y en definitiva, que cuente con el prepuesto necesario y se implante el despliegue total de esta normativa con independencia del color político de la comunidad o la provincia.
Pero a pesar de nuestra lucha, a día de hoy, todavía existen 129 países donde el aborto está limitado a ciertas circunstancias o directamente no está permitido: en 13 países está limitado a motivos socio económicos, en 50 países limitado para preservar la salud, en 42 países únicamente autorizado para salvar la vida de la mujer y en 23 países abortar está prohibido por completo, entre ellos El Salvador, Honduras, Malta, Andorra o San Marino. (*)
En estos países, la falta de acceso al aborto legal conduce a un aumento del índice de mortalidad materna y a sufrir riesgos para la salud, produciéndose abortos no seguros y en la clandestinidad. La estigmatización y la discriminación de las mujeres aumentan el impacto emocional y psicológico, a la vez que incrementa la desigualdad de género.
Desde CGT nos unimos a la lucha para reivindicar el derecho al acceso al aborto libre, en la sanidad pública, legal, gratuito y universal. Reivindicamos el pleno derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestra salud. Exigimos el acceso a este derecho a toda mujer y persona gestante. Porque el aborto seguro salva vidas.
Cartel realizado por el artista Quico El Bellotero.