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Como saben, el hielo está compuesto por moléculas de agua que se unen mediante enlaces débiles, llamados puentes de hidrógeno, para formar estructuras estables de tipo cristalino. Las moléculas de agua mantienen fija su posición en la estructura del hielo, pero pueden vibrar.

Cuando se incrementa la temperatura del hielo, digamos de -30 °C a -15 °C, la vibración de las moléculas de agua aumenta pero la estructura se mantiene. A nivel macroscópico, sin embargo, apenas se nota la diferencia: el cubito de hielo sigue siendo (y pareciendo) hielo.

Pero si seguimos aplicando calor (energía) y continúa aumentando su temperatura los enlaces por puente de hidrógeno comienzan a romperse y formarse continuamente, las moléculas dejan de estar fijas. La estructura cristalina se desestabiliza, el hielo comienza a fundirse.

Es un CAMBIO DE FASE. A nivel macroscópico el cambio es notable, el hielo se convierte en agua, pasa de estado sólido a líquido y sus propiedades físicas cambian radicalmente (tanto que usamos dos nombres diferentes para la misma substancia).

A simple vista, no observamos la diferencia cuando sube la temperatura del hielo a pesar de que a nivel molecular sí que hay cambios. Sin embargo, llega un punto, un umbral crítico, en el que el cambio es tan grande que termina por modificar la naturaleza misma del sistema.

Este concepto de cambio de fase (cambio de estado) que se produce a partir de un umbral crítico de cambio explica también el comportamiento de sistemas mucho más complejos – por ejemplo sistemas dinámicos – sometidos a cambios graduales.

El típico caso y uno de los más estudiados es el cambio de fase que ocurre en algunos lagos profundos sometidos a procesos de eutrofización por causas humanas (residuos N/P) y por los que repentinamente pierden la transparencia y la vegetación del fondo y se llenan de algas.

La clave es que, como en el caso del hielo, el cambio de fase tiene lugar de manera muy rápida: el agua permanece relativamente cristalina conforme se incrementa la concentración de nutrientes hasta que se alcanza un cierto umbral crítico y el lago se enturbia de forma abrupta.

Esto ocurre y ha sido estudiado en otros muchos ecosistemas* (océanos, bosques tropicales, arrecifes de coral…) pero también en otro tipo de sistemas dinámicos artificiales. *Scheffer et al., Nature 2001

Por ejemplo, imaginen una empresa que gradualmente tiene menos ingresos y más gastos. Internamente quizá se observen algunos cambios: limitación de gastos, quizá algunos despidos… pero la estructura de la empresa se mantiene. Sin embargo, si la tendencia continúa llega un momento en que esos cambios graduales alcanzan un punto crítico y la situación se vuelve completamente insostenible: en pocas semanas, quizá días, el sistema ha cambiado de fase y es completamente irreconocible. Como con el cubito de hielo, el sistema se desmorona.

Pues bien, estos puntos críticos de no retorno no sólo ocurren en sistemas dinámicos humanos y naturales, también pueden ocurrir a nivel global. Y ese es precisamente el momento en el que nos encontramos: en un cambio de estado del sistema.

A nivel macroscópico pareciera que todo sigue igual: el mismo capitalismo extractivista y el mismo crecimiento económico de los últimos dos siglos. Sin embargo, dentro del sistema se están produciendo una serie de cambios que tienen potencial para desestabilizarlo completamente.

A nivel macroscópico pareciera que todo sigue igual: el mismo capitalismo extractivista y el mismo crecimiento económico de los últimos dos siglos. Sin embargo, dentro del sistema se están produciendo una serie de cambios que tienen potencial para desestabilizarlo completamente.

¿Qué cambio son esos? Entre otros: – El rendimiento de las fuentes energéticas y minerales globales disminuye. – El mantenimiento de la infraestructura existente es más costoso. – El impacto de los residuos generados es exponencialmente creciente.

Tras 200 años de crecimiento exponencial y 50 años de overshoot ecológico la situación mundial es crítica. Hemos sobrepasado varios límites de seguridad planetarios y estamos a punto de sobrepasar otros. Hemos llegado al cénit de extracción de los combustibles fósiles

Como en el caso del cubito de hielo que se derrite, nos encontramos en un cambio de fase del sistema que seguramente dure varios años o décadas incluso. Lo próximo que venga, no sabemos exactamente cómo será, pero sí que será muy diferente, casi irreconocible.

Un mundo más pequeño, con menos energía per capita, menos consumo, más local o quizá menos dañino para el medioambiente. Como decía Donella Meadows, no podemos cambiar los sistemas (siguen sus propias dinámicas internas) pero podemos «bailar» con ellos.

En nuestro caso, este cambio de fase en ciernes, nos marca un ritmo de decrecimiento, de abandono del capitalismo explotador, ecocida y colonialista por otros principios de cooperación, buen vivir y verdaderamente sostenibles.

Fuente Los Límites del Crecimiento @limites1972

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