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EN VALENCIA EL PASADO LUNES 23 DE SEPTIEMBRE LA INFANCIA ACUDIÓ A CLASE EXPONIÉNDOSE A UN 58% MÁS DE CONTAMINACIÓN RESPECTO EL DÍA ANTERIOR

El pasado domingo, 22 de septiembre, se celebró el día sin coches dentro de la semana europea de la movilidad. Ese día, los gobernantes locales y estatales pueden aprovechar la ocasión para ser audaces, restringiendo los desplazamientos en vehículo privado al uso estrictamente imprescindible en toda la ciudad. Tras décadas de facilitación urbanística para el uso del automóvil privado, los coches se han convertido en los dueños de las calles, ocupando casi todo el espacio y ocasionando graves daños medioambientales.

En muchas ciudades de cualquier lugar del mundo, la restricción de manera decidida del tránsito a motor el “día sin coches”, convierte las calles en un ejemplo de cómo podría ser la vida si racionalizamos su uso a lo estrictamente necesario: calles calmadas para vivir, sin ruidos, sin malos humos, sin peligro constante de accidentes mortales. Nos permite pensar cómo serían las ciudades que invitan a caminar e ir en bici o transporte público a los destinos fijos: centros de trabajo y escolares. Ese día sin coches la ciudad amanece silenciosa y sus habitantes pasean, van en bici, en silla de ruedas, en patines, patinetes o en transporte público sin miedo al peligro de ser atropellado por exceso de velocidad. La ciudad puede ser manifiestamente diferente.

No obstante, la semana de la movilidad en España no se comprende bien, o no se quiere comprender. Los intereses económicos privados se ponen por delante de los inconvenientes que ocasionan a la sociedad. Los accidentes graves o mortales en calles, carreteras o autovías urbanas, las enfermedades por la contaminación atmosférica, el estrés diario por los atascos a las horas punta, la expropiación del espacio público y el aumento de la temperatura del suelo por haberlo convertido en aparcamientos para vehículos a motor de todo tipo, son algunos de los precios a pagar porque inciden de manera negativa en la salud de todas las personas, pero especialmente de los niños que han perdido los espacios donde antaño jugaban y crecían entre iguales.

Desde el proyecto Cycling With Clean Air, Pedaleando con aire limpio, de ConBici, la coordinadora en defensa de la bicicleta se ha estudiado en 7 ciudades, entre ellas Valencia, uno de los graves problemas generados por el exceso del uso del vehículo a motor en las ciudades y que atenta gravemente contra la salud de la infancia: la contaminación atmosférica.

En concreto, se ha medido la concentración de PM2,5, el contaminante más frecuente y que más afecta a la salud, en los entornos escolares, comparando los niveles registrados el domingo 22 y el lunes 23 a la hora de entrada a los colegios de primaria. Las entidades participantes del proyecto ya conocíamos por los informes realizados desde un proyecto como este, de ciencia ciudadana, que los picos de contaminación se producen cuando hay más desplazamientos a motor, lógico. Pero hemos querido saber un poco más. Y estos han sido los resultados.

En València, gracias a la participación de la AMPA del CEIP San Juan de Ribera y de la AFA del CEIP Federico Lorca, así como de las voluntarias de València en Bici-Acció Ecologista Agró, hemos medido la concentración de PM2,5 en movimiento en tiempo real durante el recorrido del domicilio a la entrada del colegio a las 9h el domingo 22 y el lunes 23 de septiembre. Los niveles de contaminación el lunes fueron 1,6 veces superiores a los registrados el domingo.

En promedio, la infancia que acude al colegio en un día laboral está expuesta a un 58% más de contaminación.

En las últimas décadas los desplazamientos activos e independientes de la infancia en la ciudad han disminuido de manera drástica. Son bien conocidos los beneficios de una vida activa a lo largo de toda la vida, por lo que existen numerosos estudios sobre las razones de este preocupante cambio que impacta severamente en la salud infantil ya que condiciona al sedentarismo.

Los peligros producidos por la circulación de vehículos a motor, atropellos con consecuencias graves o fatales, son la barrera más frecuente e importante a la que se enfrentan los niños y adultos para caminar o ir en bici de manera independiente. La distancia entre los destinos relevantes para la infancia: colegios, parques, lugares de encuentro, ocio y consumo también influye, pero en menor medida.

Según la mayoría de los expertos en educación infantil privar a la infancia de la movilidad autónoma en las calles es un grave problema para la salud física y mental durante su desarrollo.

Es urgente pacificar las ciudades, disminuir la cantidad y la velocidad de los vehículos a motor para ofrecer un espacio seguro para sus habitantes. Las propuestas de los entornos escolares seguros y saludables para proteger la salud infantil son las siguientes:

-Revertir los aparcamientos dentro de las escuelas a patios o zonas verdes.

-Ofrecer aparcamientos seguros para bicicletas y patines.

-Convertir en peatonales las entradas de la escuela. Alejar el estacionamiento indebido privado.

-Mejorar las calles de los barrios haciéndolas más cómodas y seguras para caminar disminuyendo el tráfico y la velocidad en los barrios. Cuidar y señalizar los caminos activos escolares.

-Crear carriles bici segregados o pacificar las calles para poder ir en bicicleta de manera segura.

-Mejorar rutas, accesibilidad y frecuencias de los transportes públicos.

-Usar el espacio público para reverdecer la ciudad y protegerla del impacto del cambio climático.

Hoy por hoy estamos lejos de conseguirlas todas, pero resultados como los hallados por el proyecto de ciencia ciudadana “Pedaleando por un aire limpio” demuestran la importancia que puede tener seguir trabajando por ellas.

Se trata de la salud de nuestra infancia y a muchas ciudadanas nos importa.

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