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Mujeres contra la guerra

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Texto: Ángeles Sanmiguel

“Chicas cuentan que las violan con palos, con escobas, con fregonas, que meten dentro un montón de cosas, eso no es normal, no es cárcel es campo de concentración”relata OksanaPopovych, activista ucraniana, sobre sus compatriotas  presas. “Hay historias bestiales que no querían contar”. Cerca de sesenta mil personas están prisioneras en Rusia y “entre ellas hay un motón de mujeres y niños, no militares”. Popovych refiere atrocidades: “daban comida de perros, de animal, y te daban tres minutos para comer, si no comes entonces te quedas sin comida y después paliza”. “Ayudo a Ucrania como puedo” comenta la hostelera, dándole a su vez encarecidamente las  “¡gracias a mi  España, a mis gaditanos, que me ayudan de toda manera!”. En Ucrania “no hay medicamentos, no hay comida, no hay gas”, el padecimiento que soporta el pueblo ucraniano es inconcebible.  “Rusos hacen  safari sobre gente mayor, gente que no puede salir de su ciudad por su edad, inválidos  o gente que no tiene recursos para sobrevivir en otro sitio”. Cuando van a comprar algo para poder alimentarse, “ahí vienen los drones»,

Organizada  por el movimiento social, cultural y político Recortes Cero, la charla “Mujeres contra la guerra”, reunió voces  de víctimas femeninas que los mass media no plasman. Hablaron de las guerras y ese regodeo e inmunda obsesión por cebarse en mujeres y niñas como escarmiento y desprecio a pueblos señalados como aniquilables por dirigentes psicópatas absolutistas y esas otras criaturas fantásticas que se alimentan del aterrador sistema capitalista extractivista aniquilador diseñado en despachos, salones ovales, palacios, mansiones o islas privadas.

“Una mujer en Gaza puede perder la vida, su marido, hijos,  o toda su familia. Sufre el desplazamiento de un lugar a otro, busca comida y bebida para sus hijos, ropa, gas para cocinar y muchas otras cosas. Hay como doce mil trescientas mujeres mártires,  -hasta ahora-, diecisiete mil niños  y más de cien mil heridos. El ejército israelí está practicando  los métodos más horribles para matar todo lo que se mueve en Gaza”, declara en la tertulia  HanaaAbushab refugiada  palestina. La conductora del encuentro apuntó que  “cada día en el mundo mueren quinientas mujeres o niñas  en el parto en países en guerra o conflicto”.

“Los niños –niñas- son como una diana  en medio de una ciudad en guerra esperando a que un francotirador dispare. Los niños  -niñas- son como  pequeñas bolas de nieve  en un campo negro, es fácil acabar con ellos, es fácil para los depredadores de sueños”  escribió en el año dos mil once  el diplomado superior en Criminología Rafael  Jiménez. “Actualmente  uno de cada seis niños –niñas- vive una situación de guerra”, apunta la citada presentadora  del evento,  duplicándose “el número de mujeres, niñas y niños muertos en países de guerra o de grave conflicto” desde el inicio del siglo veintiuno. ¿Encumbrar despiadadamente la violencia por la apatía  de cierta  población  satisfecha sumida en el éter de ciberopiáceos,  ingeniería de la corrupción o cochambre cultural? ¿Potencias  enzarzadas  en la consecución del botín planetario glorificando a malévolos resabiados hostilizantes? Una “política especialmente  agresiva presidida por  Trump contra los pueblos, aumenta la situación de amenaza, chantaje y humillación”, añade la citada conductora de la charla. “Es importante fortalecer  la unidad de los diferentes pueblos y también visibilizar su fuerza”. 

“Ahora en Ucrania hay una ley: cada mujer que vuelve de un campo de concentración  de Rusia tiene derecho  a protección” a recibir  ayuda psicológica para poder verbalizar su historia. “¡Mujeres ucranianas luchan cada día!” enfatiza Popovych. “Nuestras mujeres protegen haciendo velas” para los soldados que precisan   “calentarse en las trincheras por la nocheporque hace tanto frío, necesitan calcetines, ropa”, también “hacen “barritas de cereales y preparan comida, conozco mujeres que hasta las cuatro de la noche están haciendo comida  para repartir”.

“En el juego del ratón y el gato hay que tener una paciencia a prueba de todo. Hay que saber esperar y hay que golpear en el momento oportuno. Ni antes ni después. En el momento oportuno”,  era el mantra esgrimido por un cargo de las fuerzas de seguridad  a su equipo según recoge  la escritora XianaSiccardi. 

“En todas partes sufrimos las mujeres, somos las sufridoras, pero también somos el ave fénix” que resurge de las cenizas.SoukainaNdiaye, representante de Mujeres Africanas –Saharauis- Canarias afirmaría que “para nosotras el día de la mujer es todo el año, sobrevivimos, cambiamos la cara de la guerra, estamos en una guerra silenciada por Marruecos, silenciada por los medios, parte de los medios españoles, afortunadamente no todos. No sé qué ha cambiado en este mundo”. ¿Qué impide “reaccionar ante tanta barbarie”? Mujeres activistas saharauis de territorios ocupados “han desafiado  a la monarquía  que no cree en la mujer”.

Salir   de Irán  “es un momento  que nunca lo voy a olvidar, siempre lo tengo presente”, declara Azar Zendehzaban de la Asociación de Derechos Humanos de Irán. “El movimiento Mujer, Vida, Libertad, movimiento de Zhina (MahsaAmini) comenzó en Saqqez, lugar de nacimiento de Zhina, en Kurdistán, desde ahí se extendió a todos los rincones de Irán. El asesinato de Zhina por órganos de represión del régimen” esconde “dos profundas discriminaciones: discriminación de género y discriminación de etnia” considerando a la joven víctima kurda “como una enemiga”.“Kurdistán no votó por la propuesta del Ayatola Jomeini” y fue  arrasado, inmolado. “En el país multinacional que es Irán queremos unir nuestras fuerzas para poder  de manera conjunta  superar a la república islámica que durante  cuarenta y cinco años  ha impuesto una dictadura religiosa  medieval, queremos luchar, construir un país basado en la democracia, la separación entre la religión y  el estado  y el respeto a todos los principios de derechos humanos”.

“La población resiste, la mujer resiste, pero, ¿de qué manera?”. “Cada cuatro minutos  una mujer o una niña es violada en la República Democrática del Congo, al este del Congo”, ya en el año dos mil trece “se proclamó capital mundial de la violencia”. Violencia “contra la mujer como arma de guerra, para humillar a la sociedad, a la humanidad”.  María Lucía Monsheneké presidenta de Famek-Elkartea, asociación de mujeres Congoleñas  y Vascas, en su intervención recalcaría que en todo belicismo   “quien paga las atrocidades es el cuerpo de la mujer”. Tres décadas de “una guerra impuesta se ha cobrado más de seis millones de vidas asesinadas, ¡no digo muertas, digo asesinadas! porque no han querido morir”. Es un saqueo de “los recursos que tiene el país”. Sentencia  Monsheneké que cualquier conflagración perpetúa “lo que yo llamo las tres íes: incertidumbre,  inseguridad e impunidad”

“Tenemos que saber  el poder que tenemos, tenemos mucho poder en cuanto al consumo en cuanto a la participación en actividades, en protestas, en huelgas, pero siempre el poder desde abajo”, dictamina Almudena Izquierdo de Mujeres de Negro movimiento pacifista internacional de mujeres, (Donne in Nero, Mujeres de Negro de Belgrado).

“¡Libertad y democracia  para todos los pueblos y para mi pueblo (Kurdistán, Irán) también!”, “aunque lo veo un poco difícil pero estando unidos  me imagino que lo podemos conseguir seguramente”, afirma Zendehzaban. “¡Vivir libres, solo queremos vivir libres en nuestra tierra, no estamos pidiendo nada que no nos pertenece!” dice la saharaui Ndiaye. “¡Ucrania merece paz, queremos vivir en paz!”, “tiene que haber alguna justicia, este país se merece sobrevivir, es una invasión, mi país vive tres años de terror, terror entre misiles, bombas, bombas de fósforo”, apela Popovych. “Tratamos de conectarnos con nuestra familia en Gaza, todas las mujeres y la gente en Gaza está sufriendo mucho”, “¡gracias por dejarnos hablar!”, gracias “a todas las mujeres del mundo especialmente  de España” concluye Abushab. El premio Nobel de la Paz, doctor y abogado congoleño Denis Mukwege  frasearía algo citado por una de las coloquiantes: “Cada persona antes de pertenecer a una nacionalidad, a una etnia, a un partido político, a una  religión, primero  pertenecemos a la humanidad”. .

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