Hace poco comencé un nuevo periodo a mi vida, un periodo como regidora de Guanyar Alcoi, con ganas y con la ilusión de trabajar en la mejora de la transparencia, la eficacia y la proximidad en la gestión de nuestro Ayuntamiento. Trabajar, en definitiva, para mejorar la vida de la gente, que es del que se trata.
Estoy convencida de que estamos para servir a los que nos han votado y a los que no, que se puede hacer política de otro modo a cómo se ha gestionado hasta ahora y que la transparencia facilita que la ciudadanía en general y la oposición en particular -el lugar donde estamos actualmente-, pueda fiscalizar y defender que haya rigor en el gasto, justicia en las adjudicaciones de los servicios, buena praxis con el cumplimiento de la ley y controlar que la voluntad de escuchar a los ciudadanos se lleve a la práctica, haciéndolos partícipes del día a día de su ciudad.
La transparencia tiene que garantizar que cualquier ciudadano tenga derecho a acceder a la información en lo referente a la gestión de los recursos públicos, es decir, saber cómo y en que se gastan nuestro dinero. Sin embargo, en la teoría todo queda muy bonito y se acepta con discursos grandilocuentes, pero en la práctica incluso siendo regidora, el acceso a la información es un trabajo complejo y nada ágil.
Bien es verdad que el día a día en el Ayuntamiento nos comporta mucho trabajo que, personalmente, hago del todo a gusto por la responsabilidad que supone. Por eso la oposición tiene que tener toda la información al alcance para desarrollar de forma ágil y eficientemente su trabajo. Sé que quizás es un poco aburrido comprender el funcionamiento interno del Ayuntamiento, pero creo que vale la pena hacer el esfuerzo. Una de las herramientas que existen para ejercer el control y fiscalización en el Gobierno son las comisiones informativas y aquí mi desencanto: la desesperación que me supone ver que la mayoría de preguntas que se hacen en estas comisiones quedan sin una respuesta concreta o pendientes de contestación, o dirigiéndote a la web del Ayuntamiento donde sólo se encuentran informaciones de carácter genérico y que ya conocíamos. Respuestas como «pronto», «próximamente», «en unos días» están a la orden del día cuando preguntamos por plazos. Y cuando se nos dan plazos concretos, estos no se cumplen en absoluto y tenemos que volver a preguntar al regidor el cual, generalmente, nos insta a presentar un escrito por registro pidiendo acceso a este o aquel documento y esperando cuatro o cinco días habilidosos porque nos contestan.
Acceder a los expedientes es una carrera de obstáculos, puedes perder horas, incluso días o semanas para acceder a un expediente. Normalmente se hace tan larga la espera que los temas por los cuales nos interesamos y estudiamos, cuando accedemos a los expedientes ya no son noticia y si salimos diciendo la nuestra a los medios de comunicación, se nos acusa de querer alargar los temas o de hacerlo tarde…
Todo esto provoca un sentimiento de frustración, retarda el trabajo y evita que podamos hacerla bien. Aunque igual es ese el objetivo de la carencia de información y las trabas que recibimos para obtenerla.
Y la pregunta que me hago es: ¿esta situación es sólo responsabilidad de un sistema obsoleto y rígido, que ya se da por bueno, o tal vez también tiene algo a ver la voluntad política de quien tiene la obligación de facilitar esta información? Sea por el que sea, seguramente una mezcla de las dos, es un hecho que hay que denunciar y cambiar, porque hablar de transparencia no es suficiente. La transparencia tiene que ser real, sin reservas ni pretextos y estamos aquí para hacerla efectiva.
No es una utopía, son otros valores.
Vicky Llàcer