{…- Nosotros somos los muertos- dijo Winston.
–  Aún no hemos muerto- contestó Julia de manera prosaica.
– Es verdad, físicamente aún no, pero sólo es cuestión de seis
meses, un año o tal vez cinco…} 1984, George Orwell.
A esta altura parece demasiado romántico, iluso sería la palabra,
considerar que tenemos tiempo para hacer algo, o tomar conciencia
de esos “algos” y tratar de cambiar, de verdad, ya es tarde para eso,
demasiado tarde para lágrimas.
Lo siento, seré directo ¿vale?
Cualquier tonto puede darse cuenta de que antes de la llegada del Euro
la cantidad de personas que vivían por debajo del riesgo de la pobreza en el sur de Europa era sumamente inferior, ¿por qué os negaríais a aceptarlo?:
Italia 19,9%, 8% más que en 1992, Grecia 22%, España 21,5%, Portugal 19,5%, mientras en el lado A de la otra Europa blanca, rozagante, y pletórica de gurúes económicos las cifras de la pobreza eran más estables, hasta hace unos años que comenzó a sucumbir ante el paradigma del mercado, situación indefendible a mi criterio, como subrayó Kevin O´Rouke en 2016, “Europa está ahora definida por las restricciones que impone a los gobiernos, no por las posibilidades que les ofrece para mejorar las
vidas de sus ciudadanos. Esto es políticamente insostenible”.
Pero también acusa a las élites del sur, ¡vaya! ¡vaya!, por aceptar entregar a sus respectivos ciudadanos al “consenso neoliberal”, y no ahora, el poder se hornea con muchos años de estudios y experimentación, y en ese cóctel de avaricia, miopía y
mucho pragmatismo liberal, fue Alemania la que aportó un modelo que le sirvió para resurgir de la crisis del petróleo, de allí partieron los patrones (nunca mejor dicho), las reestructuraciones industriales, la visión monetarista extrema, el reacomodamiento de las y los trabajadores, los tratados, las alianzas, los pactos, ajustes, las
conversaciones, las sesiones en los congresos, más pactos, más discursos de progresos, más avances, más ascenso social, ¡Ya somos europeos!
Para cuando los países debilitados del sur entraron en ese monetarismo académico,
las coaliciones fuertes marcaron el rumbo, “Pertenecer tiene sus privilegios” decía una famosa marca de cigarrillos en Argentina mientras te enfermaba los pulmones.
Ya era tarde, los líderes políticos debían abrazar la austeridad porque no podían reconocer publicamente su entrega, ni contrarrestar el dogmatismo alemán.
La guinda del pastel fue “el tour de Francia” de Macrón hacia la aspereza de las cimas de sus recortes ante la disminuida economía y sus “fraternales” acreedores.
La moneda única llevaba implícito la no intervención del estado en la economía, pero no sólo la no intervención en la planificación de los patrimonios estaba prohibida,
amordazada. Había más.
Los 20 años de transición demuestran que era un caballo de Troya.
El Euro es un instrumento colonial, son las cadenas del siglo XXI, porque quien no puede corregir el rumbo de su propia existencia es un esclavo.
Europa está en crecimiento cero, con recesión, y ahora el covid 19 va a poner el planeta patas para arriba, en realidad el virus ha actuado de acelerante ante una
situación que se venía provocando y que podríamos definir como endogamia financiera, como cuando las casas de las monarquías se casaban entre familiares creando al final la decrepitud.
El futuro o no futuro es una lucha de poderes entre poderes, entre poderes y la gente, entre facciones políticas, entre la zona euro y la biodiversidad, entre independencias y  estados, entre religiones y servicios de inteligencia, entre expertos y estándares de lógicas mínimas.
Para no convertirnos en la novela de Orwell debemos ser radicales en un plano práctico, casi tribal, hay que abandonarlo todo: euro, OTAN, UE, capitalismo, patriarcado, esta manera indigna de reparto de bienes y servicios, y sobre todo ir hacia un decrecimiento energético y productivo que traiga a la humanidad nuevas relaciones
interpersonales.
Ellos no lo harán y estaremos solos, pero alguien debe comenzar porque todavía existimos.
¡Joder estamos vivos!
Oscar Cusano
Asamblea de paradas y precarias de CGT Valencia
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