“El numen de estos campos es sanguinario y fiero, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín” (Antonio Machado).
El ínclito Aznar a través de su fundación FAES habría diseñado una estrategia para descabalgar del Poder al Gobierno PSOE-Unidas Podemos y para esta operación habría elegido a Díaz Ayuso como su nuevo delfín y adalid de la nueva política neoliberal que intenta implementar en el escenario post coronavirus. Ayuso, desde su atalaya de la Puerta del Sol, se habría convertido en el vivo reflejo de la incongruencia trumpiana que consigue desarbolar cualquier estrategia opositora que sea mínimamente racional.
Como en el caso de Vox, la propaganda de Ayuso estará dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta, doctrina condensada en un lema maniqueísta (Comunismo o libertad) y su estrategia electoral se basará en la defensa del paraíso neoliberal madrileño, como último reducto de las libertades individuales frente al “Estado Totalitario Socialista” en la creencia de que el electorado madrileño primará el “panem et circenses” ayusiano frente al vértigo del “Régimen totalitario propugnado por Pablo Iglesias”.
La utopía de Ayuso sería vencer a Pedro Sánchez en las próximas Elecciones Generales del 2023, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (convocar Elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid para el 4 de Mayo) y lo posible ( lograr la mayoría absoluta en las próximas elecciones madrileñas), pero en su intento por distanciarse de la órbita de Casado, Ayuso se habría adentrado peligrosamente en los confines electorales de la formación VOX y habría terminado por diluir las tenues líneas identitarias que le separaban de dicho partido, con lo que el electorado tendrá dificultad para distinguir las diferencias entre ambos programas.
Así, la falta de una condena rotunda por parte de Ayuso de las recientes amenazas contra el candidato de UP, Pablo Iglesias, (“no puede ser que los que también provocan esa violencia luego se hagan los ofendidos”), podría conllevar la aceptación por su electorado de dichas amenazas como “estrategias electorales de la izquierda para movilizar a su electorado” y desembocar en la banalización de la violencia por sus votantes al igual que habrían hecho ya los votantes de Vox. De continuar por la senda de la confrontación visceral, en las Elecciones Generales del 2023 podríamos asistir a la polarización extrema de un electorado que deberá elegir entre un nuevo Frente Popular integrado por el PSOE, Unidas Podemos y corrientes periféricas afines o dar su voto a la nueva CEDA integrada por el PP y Vox, polarización que podría hacer proféticos los versos de Antonio Machado en su libro Campos de Castilla: “El numen de estos campos es sanguinario y fiero, un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín”.
Germán Gorraiz López-Analista