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Desde la provocación de VOX en Vallecas, a las recientes balas a Iglesias y la provocativa y
chulesca negativa de Monasterio, el debate ha tomado aún más fuerza. La extrema derecha es una
realidad y una amenaza directa no sólo por sus políticas patronales y neoliberales en la economía y
por la reivindicación directa del gran nacionalismo español, católico y franquista, sino también por
sus ataques racistas, homófobos y machistas. Se trata del crecimiento de Vox en las últimas
elecciones catalanas y las proyecciones de las encuestas estatales. Pero también en cómo sus
planteamientos influyen sobre los demás partidos, en el giro del PP de Ayuso en Madrid, o, aún
peor, la prohibición –como pedía VOX- de los actos del 8 de marzo en Madrid por parte del
Gobierno “más progresista”, y sin que Podemos se desmarcara ni un pelo. No minimizamos en
absoluto, la amenaza que Vox y la extrema derecha suponen para los y las trabajadoras.
La extrema derecha crece hoy porque vivimos en una situación de crisis brutal económica y
política y la respuesta de los partidos que han sido el pilar del régimen desde el final del
franquismo ya no convencen a una mayoría. Las clases populares viven una desesperación en
situaciones límites, con una profunda polarización social y sectores del capital financiero y del
régimen, impulsan sus políticas de división y de provocación para evitar que los de abajo se unan
para echarles del poder. Cierto que es un fenómeno mundial (Le Pen, Salvini, Trump, Bolsonaro…)
pero también es cierto que la extrema derecha agrupada hoy en Vox, vivió por años en el interior del
PP, y es el instrumento político de un sector muy significativo del aparato de estado (ejército,
policía, Guardia Civil, jueces…) que quedó intacto del franquismo por obra y gracia de la traición
del pacto de la transición, por tanto, como instrumentos de poder. Prueba de esa continuidad con el
aparato franquista, son las amenazas de muerte a Pablo Iglesias, a Marlaska, y a la directora general
de la Guardia Civil, María Gámez, un paso más en el que habíamos visto en los chats de los
militares que pedían fusilamientos o los que pedían por carta al rey, un cambio de gobierno -unos y
otros impunes-. La extrema derecha llegará a ser fascismo, cuando el capital se vea acorralado
por la lucha de clases y tenga que bajar a las calles para combatir la amenaza de un
levantamiento de los y las trabajadoras. Entre tanto, trata de gestionar con mano de hierro desde
las instituciones burguesas.
Entre los y las trabajadoras y la juventud se preguntan ¿cómo paramos la extrema derecha? Hay
quien responde: a la extrema derecha se la ignora. Pero ¿cómo podemos ignorar a la tercera fuerza
política en escaños, que ciertamente saca muy buenos resultados en los barrios más ricos, pero que
va penetrando en aquellos barrios populares más castigados, e incluso trata de hacer pie en la
misma clase obrera, con su sindicato Solidaridad?. Ignorar es permitir que siga construyéndose
mientras nos tapamos la cara para no verlo… ¿hasta que sea irreversible?
Enfrentarla se impone, pero ¿cómo? Agrupándonos para combatirla. ¿Un frente antifascista? Pero
ese frente político y de movimientos no puede identificarse en la política de “demócratas contra
fascistas”, porque lo que estamos haciendo es blanquear fuerzas que son directamente
responsables del avance de Vox, con lo que lo que pretendemos sacar por la puerta nos entra por la
ventana. Rechazamos un frente político con partidos de la burguesía. Estamos por un frente
antifascista desde la independencia de clase.
Desde la izquierda el cartel de Vox escandaliza por la criminalización de los menores inmigrantes.
Cierto. Pero también es grave que muchas abuelas cobren los poco más de 400 euros. Por ello, no
basta denunciar la criminalización de los jóvenes inmigrantes, sino que hay que levantar una
política para que no haya pensiones de miseria, porque si no se hace, el discurso fácil y de
enfrentamiento de Vox, continúa. Lo mismo ocurre con los servicios sociales. Apunta Vox: los
inmigrantes se quedan con los servicios sociales, y eso no es cierto, pero la verdad es que los
servicios sociales son escasos y no puede haber otra política desde la izquierda que exigirlos,

en lugar de justificar el reparto de la miseria. Por ello hemos denunciado que la falta de esas
políticas en un gobierno de supuesta izquierda con el PSOE e Izquierda Unida-Podemos,
allana el camino a la extrema derecha en los barrios obreros y populares.
Desde el PSOE, Mas Madrid y Podemos se nos explica que al fascismo se le derrota con el voto el
próximo 4 de mayo. Para nosotros las elecciones eran la oportunidad de avanzar en la construcción
de una candidatura por la ruptura con la Monarquía y el capitalismo. Esto no ha sido posible. ¿Qué
hacer? ¿Rechazar el voto porque no hay ninguna opción progresiva en estas elecciones? No
creemos que esto ayude a crearla. Tampoco es cierto que todos los partidos son iguales. Un voto
contra la derecha del bifachito, que necesariamente debe ser desde la crítica a esos partidos,
convencidos de que de ganar habrá que enfrentar a este hipotético “gobierno de izquierdas” desde el
primer día, porque su política, como demuestran día a día en el Gobierno central, no quiere ni
romper con la monarquía ni con el capitalismo, y seguirá gestionando la crisis al servicio de las
grandes empresas y a costa de los y las trabajadoras y a la vez, manteniendo la miseria, seguirá
alimentando a Vox. Bajo ese gobierno, el fascismo seguirá creciendo y habrá que pararlo con la
movilización y la construcción de una verdadera izquierda obrera y popular.
Vox además, vive de la provocación, ganando a través de ella los espacios que no gana de otra
manera: así la mesa que quieren poner en los jardines de Yolanda González, estudiante y
compañera nuestra, asesinada por los fascistas en la transición; así las mesas y actos en los
barrios, es donde los hemos de combatir, defendiendo nuestros barrios. Hay que aislarlos con
la movilización de masas. Vallecas marca el camino. 5000 jóvenes y trabajadores/as salieron a
movilizarse contra el acto de provocación de presentación de la campaña de Vox. La evidencia fue
tal, de que eran sólo unos pocos y rechazados masivamente por el barrio, que Abascal tuvo que
suspender el acto, intentando revertir el fracaso buscando el choque directo con los antifascistas, lo
que le permitió –¡cómo no! – la policía que le abrió el cordón policial que les separaba y acabó
deteniendo a jóvenes antifascistas. La escena se repitió en otros barrios y localidades de Madrid,
con más detenidos/as por la policía. ¡Exigimos su libertad i la retirada de todos los cargos!.
30/04/2021
Josep Lluís del Alcázar
Lucha Internacionalista

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