La llamada Primavera árabe que tuvo su detonante en Túnez y se extendió por mimetismo al resto de países árabes del arco mediterráneo durante el trienio 2010-2013, sería la primera oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI, movimiento popular sin precedentes caracterizado por la exigencia de libertades democráticas frente a regímenes corruptos y dictatoriales y la mejora de las condiciones de vida de una población sumida en una pobreza severa y un desempleo estratosférico, contando además en el caso de Túnez y Egipto con el apoyo del Ejército.
Con dicha revolución asistimos a la llegada a los países árabes del arco mediterráneo de la Tercera Ola mundial de transiciones a la democracia , iniciada en 1974 en Portugal con la Revolución de los Claveles y finiquitada en en la década de los 90 con la tardía democratización de los países post-soviéticos y de Sudáfrica, quedando Argelia y Marruecos como islotes autocráticos en un océano de democracias populares.Desafección de la población hacia la Monarquía Con una fortuna estimada en 5 mil millones de euros, Mohamed VI habría instaurado un régimen Presidencialista en el que a pesar de su apariencia de democracia multipartidista,la libertad de prensa sería inexistente y todos los poderes seguirían en manos de los testaferros colocados en puestos clave por la monarquía en un país corroído por la corrupción.Asimismo, a pesar de su importante crecimiento económico, Marruecos estaría lastrado por la severa dependencia energética, el imparable gasto en armamento y las crecientes desigualdades entre los entornos rurales y urbanos.Así, según un estudio hecho público por el oficial Alto Comisariado del Plan (HCP), Marruecos contaría con 1,6 millones de personas en situación de pobreza absoluta, el 79,4 % de las cuales viven en el mundo rural que representa casi el 40% de la población marroquí, por lo que el deterioro vertiginoso de la economía rural agravado por la ruina y destrucción causadas por el reciente terremoto , estaría larvando un posible incremento de la tensión social y el estallido de protestas populares que por efecto mimético se extenderían a las principales ciudades del Reino alauita.Primavera árabe o Golpe de mano blando? Según el último informe publicado por Global Firepower (GFP), el ejercito alauita se sitúa en el puesto 61 de 145 gracias a su modernización militar, pues el gasto en defensa no ha dejado de aumentar en los últimos años hasta alcanzar en 2022 un montante de 4.838 millones de euros, (4% de su PIB nacional).
Sin embargo, las ausencias prolongadas del monarca alauí, habría provocado la desafección del Estado profundo hacia el monarca ausente y facilitado la gestación de un Estado paralelo integrado por los altos mandos del Ejército, Fuerzas de Seguridad y los Servicios de Inteligencia. Así, en la actualidad, Mohamed VI sería un monarca virtual que ya no controlaría las palancas del poder en el país y que sólo tendría un control nominal sobre el ejército, las fuerzas de seguridad o los servicios de inteligencia del estado, con lo que no sería descartable la gestación de una revolución de colores. Dicha revolución consistiría en asonadas populares en las principales ciudades marroquíes que vendrían acompañadas de saqueos y violentos desórdenes con el objetivo confeso de provocar la asunción del protagonismo de las fuerzas armadas en forma de un «golpe blando militar» .
Dicho golpe postmoderno contaría con las bendiciones de la Administración Biden y significará el finiquito de la monarquía alauita y la condena al exilio de Mohamed VI en Paris tras la instauración de una Junta Militar presidida por el General de División, Mohamed Berrid, quien siguiendo las indicaciones de EEUU, iniciará contactos con Argelia y el Frente Polisario para intentar alcanzar un acuerdo de Paz y proceder al diseño de la nueva cartografía del Sáhara Occidental.Así, la doctrina de la Administración Biden para el arco árabe-mediterráneo, consistiría en la implementación de “golpes virtuales o postmodernos“ en los países de la zona (siguiendo la estela de Egipto y Tunez ), con el objetivo inequívoco de instaurar regímenes militares presidencialistas en el marco del nuevo escenario geopolítico mundial surgido tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, quedando Argelia y Marruecos como portaaviones continentales de Rusia y EEUU respectivamente.
Germán Gorraiz López- Analista