“Hasta ahora se descarta matar a los flamencos; sin embargo, sabemos que “control poblacional” es un eufemismo para cazarlos pretextando daños. Esas voces de alarma suelen ser un modo de allanar el camino a considerarlos como una plaga y así justificar eliminarlos”, declara la bióloga Rosa Más. ¿Hasta cuándo la retórica inflamada inductora de malsanos criterios? “La llegada masiva de flamencos a La Albufera, ¿un peligro para la paella?”, “Los flamencos de L´Albufera de València amenazan la cosecha de arroz”, “Los arroceros reclaman medidas ante la multiplicación de flamencos en la Albufera”, “Los flamencos toman Valencia”. Ahora, tras alarmar y atraer a un tropel de personas a la colonia del Racó de L´Olla para fotografiar y admirar a estas elegantes aves acuáticas, después de toda esa barahúnda mediática, los flamencos se han ido dejando con dos palmos de narices a cuanto botarate antropocéntrico existe. ¿Qué queda de los obtusos ardides cuando las víctimas huyen? Miles de sociales flamencos, considerados vulnerables y protegidos por la Ley de Aves Migratorias de mil novecientos dieciocho, han alzado el vuelo por la insania del humedal valenciano sentenciado a la intoxicación, envenenamiento y privación de ecosistema. “En la actualidad solo queda ¼ parte del Lago de la Albufera debido al masivo enterramiento del lago para la formación de los campos de arroz” se lee en el artículo Cultivo del arroz en la Albufera de Valencia. ¿Por qué para un Parque Natural Protegido no se contempla la prohibición de la caza o su explotación? “Quienes defendemos la vida de los animales debemos movilizarnos para parar la impunidad de tantos cazadores que son los absolutos dueños del cortijo” mensajea la Asociación Defensa Animal Torrent tras la masacre de ocho gatos de una colonia censada por el Ayuntamiento de dicho municipio. Estamentos de poder fáctico, instituciones y demás organismos, siervos de la egolatría y el falseo verborrágico, jamás han “buscado espacios de convivencia con las demás especies, sino la supremacía del ser humano sobre la naturaleza y motivos para matarlos. Zorros, topillos, meloncillos o el paradigmático ejemplo del lobo dan fe de esa obsesión por dominarlo todo y a todos”, afirma Más. Sociedades tildadas de avanzadas están plenamente abstraídas, obnubiladas por estratagemas informativas que según el politólogo británico F.S.Northedge ejercitan “la puesta de lo irracional en forma racional”. ¿Existe excelencia en mensajes dañinos, noticias de usar y tirar?
En la perspectiva jerárquica de las especies el flamenco, a través de las civilizaciones, ostenta una omnipotente escala, en Perú es considerado animal sagrado mientras que aquí, en pleno siglo veintiuno, tan magníficos ejemplares, apadrinados oficialmente por firmas comerciales de rango internacional, se enmarcan en apocalípticos titulares bajo los que el saber leer entre líneas desnuda lucros. La desproporción entre el hecho y el mensaje sigue dando sus frutos y no es aventurado indicar que palabras hábilmente secuestradas engrilletan la opinión pública a la búsqueda de culpables y, ¿qué mejores dianas que animales no humanos, especímenes arbóreos, vegetales y cualquier colectivo sin voz? En pleno torbellino de violencia capitalista y desaforado consumismo, los mundos individuales se achican, ¿qué más da un árbol, o unos flamencos? Hasta ahora la biodiversidad sigue autorregulándose a pesar del ser humano y su particular averno. “Consellería cifra en un 1,6% el daño del flamenco al arrozal en la última campaña”. ¿Hemeroteca para estigmatizar? ¿Se contabilizan en tan insidiosa estadística las habituales y cuantiosas emergencias de cultivo subsanadas plantando garbas? “Los flamencos se han marchado cuando aún no ha empezado la siembra del arroz, de modo que no han causado daño alguno; de hecho, ellos son los perjudicados porque se han reproducido ahora y no en verano, lo que indica que algo se lo impidió y ahora han dejado sus nidadas por falta de agua (…) que se van a dejar a su triste suerte (…), sin importar los graves perjuicios que se están causando a los flamencos, que cada vez tienen menos lugares donde establecerse” señala la citada científica. Por su parte Pacma (Partido Animalista Con el Medio Ambiente) al documentar el estado de la Albufera valenciana certificó que “la avifauna es el último problema que hay allí. La contaminación por agroquímicos, hongos, bacterias, cadáveres de animales y plásticos rodean kilómetros y kilómetros de plantación (arrozales). Quizá habría que empezar por arreglar ese problema en lugar de culpar a unos animales”. También miles de casquillos de armas de fuego, muebles y botellas de cristal son tirados al agua. Sulfatos y fitosanitarios contra las algas, varetas con feromonas de insectos que les impiden aparearse, herbicidas para el arroz salvaje y las denominadas malas hierbas, nitrógeno y fósforo, fumigación aérea y terrestre contra los hongos en abril preparando el terreno y un apabullante arsenal bioquímico del que nadie dice nada va denigrando el supuesto Entorno Natural ¿Protegido? que, como Doñana, transcurrido cierto lapso de tiempo acabará siendo una distopía de putrefacción absoluta. Los flamencos volaran a otros lares, saben migrar para sobrevivir, algunas especies, evolucionando, lo han hecho en las cinco grandes extinciones de la Tierra, pero aquí se perderá tan ancestral acuífero acosado, también, por la mastodóntica ampliación del puerto de Valencia. Potentes focos, cohetes y brigadas humanas se han implementado en zonas explotadas del Delta del Ebro para martirizar y expulsar colonias estables de flamencos junto a otras de aves acuáticas y demás animales. Cuando el negocio se antepone a la vida se llama de otra forma.
¿Tiene algo que ver en este vómito histérico de estupidez servil el hecho de que la caza está en pleno apogeo desde septiembre hasta febrero matando garzas, aguiluchos, garcetas, ¿también flamencos? y decenas de miles de aves acuáticas sin respetar dormideros ni especies protegidas que invernan en la Albufera? “Es incuestionable el hecho de que el cultivo del arroz favorece el aumento de los ingresos señoriales” se lee en el capítulo “La influencia de los señoríos en la expansión arrocera” inserto en la obra de Enric Mateu Tortosa doctor en Ciencias Económicas, titulada “Arroz y paludismo”, “Antes del año 1747 la superficie cultivada de arroz se concentraba básicamente en los límites de la Albufera con Sueca. Los municipios del norte del lago prácticamente no habían colonizado casi tierra, y en el caso de Valencia y Masanasa no se tenía constancia de ningún arrozal”, añade dicho autor. Pero a nivel de calle tropelías medioambientales no importan mientras existan grandes centros comerciales y el hipnotizador “online”. ¿Quedará algún espacio natural a final de siglo cuando el nuevo “equilibrio del terror”, supeditado a intereses, haya realizado su faena? ¿Será la inteligencia artificial la encargada de generarlos?
“Los ecologistas proponen trasladar los flamencos (ave migratoria) de L´Albufera a otras zonas húmedas de Valencia”. ¿Otro aterrador “Pacto de Migración y Asilo” como el recién firmado por la Unión Europea para seres que buscan subsistir? Peter Drucker, austríaco, profesor de negocios, abogado y filósofo de la administración, dictaminaría: “La más grande migración de nuestra historia empezó durante la Segunda Guerra Mundial; y desde entonces ha continuado con no menor impulso”. El actual síndrome del homo sapiens es la perenne enervación y señalamiento abasteciendo a los cada vez más tribales individuos de herramientas con las que autodestruirse y arrasar cuanto no entre en la ecuación supremacista. Para Aristóteles científico griego “El ser humano no es sino un tipo particular de animal (y los animales, a su vez, son un tipo particular de seres naturales dotados de una estructura material llamada cuerpo)”.
El flamengorosa (gallego), flamencrosat (catalán) flamenkohandia (euskera) greaterflamingo (inglés), flamant rose (francés) pertenece al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, vive hasta casi medio siglo, no es una amenaza para el ser humano, es relajante, popularmente aceptado, innúmeras imágenes publicitarias tienen al flamenco rosa como protagonista, ¿qué sería del merchandising a muchos niveles sin esta ave? Hay juguetes con flamencos y es icono por antonomasia del estado de Florida, cierto casino en Las Vegas lo utiliza como imagen de bienestar y alegría, también aparece en relatos y películas, es el ave nacional de Bahamas, símbolo de belleza, delicadeza, amor, sensualidad, diversidad y autenticidad del yo, además de regulador de ecosistemas y conservador de la biodiversidad por su dieta alimentaria. ¡Pues bien! todo esto y más importa un pito cuando el engranaje depredador, extractivista y explotador activa poleas, ¡lobbies en acción! Tráfico de flamencos y otras aves silvestres es negocio millonario en Sudamérica ¿también en España? “Seguramente se vendan para colecciones privadas porque en esos zoos que montan la gente en sus propiedades se cotizan especialmente los animales más difíciles de conseguir, que estén protegidos a ser posibles, porque así de demencial puede llegar a ser la naturaleza humana” comenta la también activista de Feumve (Familias Unidas por un Menú Vegano Escolar). “Todo indica que se capturan las especies bajo pedido” declara la doctora peruana Jessica Gálvez-Durand, directora de Gestión Sostenible del patrimonio de Fauna Silvestre (Serfor), por lo que traficantes han creado redes millonarias utilizando cualquier método para surtir las demandas. El biólogo Thomas H. Huxley, abuelo del famoso escritor Aldous Huxley, sentenció: “Los hombres son animales extraños: una mezcla de nerviosismo equino, terquedad asnal y malicia camelluna”
Texto: Ángeles Sanmiguel
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