Texto: Ángeles Sanmiguel
“Creo que la convivencia en el barrio no va a mejorar sino empeorar aunque en mi caso esto no me va a quitar la alegría de haber podido alcanzar uno de mis sueños”, declara un vecino del barrio. “El miedo atenaza a las personas y se palpa a la legua, los más jóvenes son los más radicales, agresivos, a partir de diez, doce años”.En barriadas, otrora periféricas, se instalan experimentos socio-económicos-urbanos como antesala de la turistificación salvaje que sufre València y la invasión de pisos y bajos para tal fin, curiosamente en tales prácticas el permiso de habitabilidad para uso residencial, de las plantas bajas, no es problemático en contraposición a los impedimentos que existen para declararlos vivienda. ¿Se regulará la cantidad y ubicación de instalaciones para tales actividades? Barrios donde antaño acudir al centro ciudadano era “viajar a la capital”, ahora, con la imparable expansión se anexionan al núcleo captando la voracidad de inversionistas inmobiliarios que, sabedores de planes municipales con muchos años de antelación, tratan de acercar el ascua a su sardina. ¿Gentrificación para vaciar de ancestrales residentes las zonas impactadas? ¿Peatonalizar como inversión para quienes tienen mano en despachos institucionales?
Disfunciones ambientales generadas por desalmados proyectos urbanísticos son claramente rebatibles por no respetar la sostenibilidad natural y sabiduría oriunda. ¿Por qué no se considera esa experienciaque por esenciaha defendido la concordia entre particularidades del paisaje y el equilibrio general?O lo que viene a ser lo mismo, ignorar cualquier información dada por la población que, generación tras generación, ha vivido en el lugar y sabe cómo funciona cada palmo del terreno ante eventos climáticos conociendo al dedillo las singularidades de los colectivos humanos que lo han poblado.¿Crear el problema para, a posteriori, instalar la soluciónmás conveniente y productiva para inversionistas?¡El dinero siempre tiene la razón! El mecanismos de “ojos cerrados tras firmar” siempre triunfa, siendo muydel gusto de ciertos “sillones”desentendidos de cuanto su rúbrica acarreará a corto, medio y largo plazo al hábitat afectado. “Falta de cultura y educación en el entorno en el cual nos encontramos, falta de civismo, falta de integración, suciedad, malos olores, pintadas”, botellón y jolgorios sin limitación horaria, fútbol callejero de madrugada en zonas habitadas, quema de contenedores y residuos, abandono de carritos de la compra sustraídos, muebles escondidos entre vegetación, bicicletas robadas, delincuencia, robo a comercios, tráfico de drogas y mercadeo de pisos ocupados son herramientas que tiran a las personas de su “barrio de toda la vida”, una de las metas a conseguir en toda gentrificación usurera como pasó en Ruzafa y el Barrio del Carmen. ¿Quién se quedó con muchos de los pisos a sabiendas de planes a futuro? ¿Hasta cuándo denigrar zonas trasladando conflictos sociales y de serviciosde un barrio a otro según este o aquél reciban fondos europeos o se postule a zona de residencia universitaria? ¿Hasta cuándo la crueldad político-empresarial?¿Quién y cómo se pulsa la opinión pública afectada por estas operaciones?
“Gamberrismos mantienen a los habitantes de la zona en continua alerta, con las ventanas permanentemente cerradas a pesar de las altas temperaturas durante el estío, causando la general desazón y un estado de ansiedad propiciatorio de patologías”estas y otras muchas son algunas de las consecuencias del desinterés institucional y la demagogia oportunista.La depresión prolongada genera violencia, un juego muy peligroso al que se apuntan constantemente desde los dogmas de la comodidad los “sillones” políticos y otras esferas salvaguardadas. ¿Crear guetos o elitistas barrios amurallados? En Manila (Filipinas) enclaves urbanos ricos se levantan como fortificaciones medievales entre la pobreza general, “todos ellos con su valla metálica impenetrable y sus duras fuerzas de seguridad” relata el exembajador de los Estados Unidos en India durante la presidencia de John F. Kenedy y economista canadiense John Kenneth Galbraith. ¿Acaso no proliferan en aledaños a Orriols conjuntos residenciales cercados en contraposición al deseo explícito y confeso de integración que se proclama con peatonalizaciones?¿Por qué colectivos que no residen en barrios intervenidos tienen más audiencia consistorial para hablar del temaque quienes viven en las áreas actuadas?
¿Para cuándo medidas que faciliten el derecho al descanso y por ende a la salud de vecindades víctimas de diseños urbanísticos presuntuosos que ignoran las contraindicaciones generadas?“La pereza y la cobardía ante el error forman una pareja deletérea”, sentencia Ramón Folch, profesional de las nuevas técnicas sostenibles, en base a ello se desestiman obviedades lugareñas. ¡No hay negocio en picar más terreno en profundidad en evitación deposteriores inundaciones! Y eso es lo que prima, el negocio. “Casas construidas con el rasante natural”, como indica otro vecino, sucesivamente se han visto niveladas, más y más, a cada nueva intervención vial,abocadas a anegarse por las escorrentías y el insuficiente drenaje de la tierra morterenca en plazas, todo ello sumado la elevación antinatural de terrenos colindantes, otrora terrenos de cultivo, y la insuficiencia de imbornales, “única escapatoria para el agua ya contaminada al contacto con las superficies”. ¡Un maléfico cóctel! ¿Acaso no lo saben esas personas técnicas del engranaje? ¿Hay SUDS (Sistemas Urbanos de Dernaje Sostenible) en Orriols permeabilizando pavimentos? Teniendo como pronóstico el aumento de un veinte por ciento de eventos climáticos extremos, ¿en la peatonalización se tiene en cuenta? ¿Talar árboles (ocho moreras de cuarenta y un años y otros ejemplares más pequeños más el arrancado de arbustos en Orriols) sin mostrar licencias? ¿”Talar en época de anidación saltándose la ley de naturaleza 42/2007”? “Es importante llamar a la policía local o guardia civil (Seprona)”.Cuentas “troll” ya funcionan para coaccionar a cualquier movimiento vecinal contrario a planes urbanísticos invasivos que no defienden la salud del vecindario ni respeten el arbolado.
Diseñar proyectos de peatonalizacióndesde otras latitudes es como donar tecnología eléctrica a poblados sin abastecimiento energético. “¿Tan mal estaba lo de antes?”, pregunta otra vecina. “Los problemas subyacentes de las familias que hay en el barrio no nos lo podemos ni imaginar, conjuntamente con la zona del Cabañal de València son las más problemáticas”. El vecindario, sin tener ni idea (porque no se lo han dicho) del giro copernicano de su entorno se ve abocado a tragar con lo dispuesto por entes directrices y ese pequeño grupo de afines enterado de los pormenores de la denominada “consulta pública”. ¿Cuántas personas, al volver del trabajo temen ser asaltadas, que le roben el móvil, encuentran sangre en la acera por una reyerta entre bandas? ¿Por qué personas mayores han de encerrarse en sus casas al atardecer temiendo que las tiren al suelo para robarles el bolso?“Mi madre de ochenta y cinco años, andando ella con su carrito, dos chicos intentaron atracarla, no lo intentaron porque les dijo que yo venía andando cara a ellos y se marcharon”. Bicis y patinetes a toda velocidad no respetan a viandantes.Amenazas de muerte a vecinas, pedradas a edificaciones y basura ¡mucha basura! esparcida por todas partes como seña de identidad de un barrio en la mira de intereses. ¿Se acabará todo eso con la peatonalización? ¿Se resarcirá de alguna manera a cuantas personas han tenido que huir de sus hogares por los planes de desestabilización en favor de la gestión inmobiliaria?
¿Quién es responsable de que se conviertan en semilleros de violencia algunos barrios? ¿”Crear al monstruo” y luego desentenderse? Dejar fuera del bienestar a vecindarios confinando a la subclase en zonas sin servicios públicos cualitativos y cuantitativos es promocionar un polvorín cuya onda expansiva viaja en derredor. Proyectos para deleite de egos partidistas e incluso personales promueven engendros de difícil catalogación urbanística y social donde prima el homenaje al cemento. Temas ambientales, sostenibilistas, proyectos de bajas emisiones, generación de hábitats frente al calentamiento global, propuestasde re-urbanización e innúmeras actuaciones municipales se manejan en el paquete de toda peatonalización de núcleos urbanos como ariete para campañas electorales favoreciendo indefectiblementea esa cohorte que precisa del sello oficial para facturar. Cada partido político tiene su ejecutante preferido. ¿Todo preparado para el momento foto? Y. Después. ¿Qué haydel mantenimiento de los espacios tocados por la varita mágica presupuestaria de peatonalización?
En Valencia cuando caen cuatro gotas todo se inunda, túneles, metro, calles. ¿Por qué no se implementan “jardines de lluvia” urbanoscomo en Vancuver, alternativos al alcantarillado? En Corea del Sur los carriles bici en autopistas, ¡en autopistas! tienen cubiertas de paneles solares. Renovaciones de contratas de limpieza obligan a la adquisición de ciertos aparatos, en el caso de las barredoras con agua a presión, probadas en Orriols,han dado como resultado el echar hojarasca y papeles contra las fachadas mientras cuadrillas de limpieza, exhaustas por la ingente y diaria recogida de desperdicios que el incivismo causa, sufren hasta amenazas. ¿Todo vale para denigrar zonas? ¿Reconvertir espacios sin contar con la biodiversidad? ¿Qué normativa es la que no se aplica en Orriolscuando en el centro de la ciudad estas agresiones o perjuicios no existen o se resuelven prontamente? Obedeciendo a unasingular pulsión con millones de euros detrás, la anterior legislaturarubricó lo que iba a ser el ornato para el equipo político directriz, ¡la peatonalización! pero en cualquier reestructuración existen unos tiempos, un comunicar planes y pedir (de verdad) opiniones vecinales, un no desentenderse de la cotidianidad. ¿Cuándo en Orriols y con quién? En urbanismo no se acuesta un barrio direccionado a la marginalidad plena y se levanta como núcleo histórico y turístico porque así lo planearon desde los “sillones”. ¿Para cuándo la ciudadanía podrá verbalizar su parecer antes de verse inmersa en ese arrebol y espiral de obras públicas que inundaValencia? Un espacio público tomado por la incivilidad es un infierno. “Los hechos son los hechos pero la realidad es la percepción que de ellos tenemos” observaría el físico alemán Albert Einstein.