Texto: Ángeles Sanmiguel
“Los gatos son seres inocentes víctimas de la irresponsabilidad de las personas, ¡jamás votaría a un partido que no los defendiese ni a ellos ni a ningún animal!” afirma Lauraen acuerdo con lo declarado por otra joven cuidadora de colonia felina que “no votaría a ningún partido que no defendiese a los gatos y gatas de la calle”.En dos mil veintidósse censaron en España seis millones de gatos y gatas domésticos –cifra ampliamente superada al contabilizar un cincuenta y uno por ciento más de felinos caseros sinchip identificativo-,en base a tal dato, serían más de seis millones de votantes –exceptuando a feligresías partidistas- los que no introducirían su papeleta en la urna perjudicando a miembros de su clan familiar. Llegando aeste puntosurge el recurrente comentario sobre el voto útil, ¿útil para quién, para qué? ningún voto lo es si atenta contra seres vivos como lossetecientos millones de felinos domésticos que se computan en territorios continentales, en las cerca de mil seiscientas protectoras de animales que hay en España con su cuantioso voluntariado y en las colonias felinas. ¿Acaso votarán contra la propia naturaleza rescatadora y empática que les mueve aunque reciban alguna subvención-dádiva?
Amenazas personales, ataques mortales a colonias felinas –en València hay registradas seiscientas-, e insultos son habituales y nadie hace nada. ¿Existe realmente propósito de ayuda por parte de las autoridades? Personas acreditadas como cuidadoras temen que les pinchen las ruedas del coche o lo rallen, tratan de pasar desapercibidas realizando su laboren horarios intempestivos. “He visto varios perfiles de gente que dices que parecen bastante bien, gente aparentemente normal, y que odia a los gatos, les molesta, gente que no te lo esperas, sobretodo adolescentes, es que no sé lo que se les pasa por la cabeza, falta de empatía, no lo sé, pero hay varios perfiles de las personas que odian y atacan a los gatos”. ¿Por qué no se persiguen ni investigan sadismos delictivos contra gatos y gatas? Científicamente cualquier violencia hacia animales es antesala de criminalidad. Algo cruel sigue gestándose y creciendo en la sociedad. “Son mala gente, sin sentimientos por maltratar a un animal indefenso”. Espeluznantes crueldadesson excusadas desde algunas instituciones jactándose de abanderar el culto y fascinación por la violencia, actualmente ejemplos fidedignos se emplazan en la Generalitat Valenciana, Castilla- La Mancha, Comunidad de Madrid ygobierno de Andalucía.
Recientemente diecinueve gatos y gatas callejeros que deambulan libremente en derredor del Palacio Nacional deMéxico han sido considerados “activos vivos fijos” y su manutención y cuidados corren a cargo, vitaliciamente, del presupuesto nacional. “Michis” y liderazgo casan bien, tal es el caso de Pérez Obrador, actual gobernante del país mexicano, y el del cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos, JoeBiden, quien comparte la Casa Blanca con una gata adoptada por la primera dama. Mahoma tuvo una gata. Años atrás, en una población siberiana, hastiada por la incompetencia política,se postularía como alcalde un gato. En política existe la “dinámica del gato”, práctica usualen administraciones españolas referida a concesiones para“grupos de presión” querutinariamenteimponen sus cupos gananciales en presupuestos y proyectos ofreciendo a cambio su voto y el de secuaces. Por otro lado, “los gatos viejos de la derecha catalana”, así denominados por el periodista Joan Burdeus, nunca dejan de embrollar la madeja. ¿Por qué considerar que “es más de izquierdas” la afinidad con felinos? Integrantes de la extrema derecha y de la “derecha extrema”conviven con felinos, aunque, ¿cómo barajan las fobias de sus partidos y el respeto a otros seres? Cristina Cifuentes (PP),con tres gatos, declaraba que “son adictivos”, siempre se quiere tener más yla ultraderechista Marine Le Pen (Francia), espabiladísima, utiliza el encanto gatuno para edulcorar mensajes de odio.“¡Ojo! Los gatos en elecciones encantan”.En la otra cara de la monedaun ministro israelita del mismo palo político, en dos mil quince, propuso deportar a los gatos callejeros.
Nadie del negocio de los “sillones” ignora la equivalencia en votos que otorga esa inocente mirada gatuna posibilitando boletos para el sorteo del vellocino de oro del poder. A nivel internacional partidos sucedáneos de la defensa animal se arrimana otrosmás potentes para subsistir sabedores de que estos necesitan sus votos para la matemática triunfal. ¡Todo vale! importándoles un rábano los “derechos de los gatos y gatas”, y mucho menos de los que viven en la calle –ferales-. Derechos como el de no ser molestados o agredidos, facilitarles alimento y agua, darles refugio limpio y la esterilización en condiciones con posteriores cuidados postoperatorios.
“Quiero pensar que la gente que ataca a las colonias es por desconocimiento, no conocen nuestra labor, no conocen realmente los gatos, quiero pensar que es por desconocimiento y no por maldad humana”, apunta Laura mientras la citada otra joven piensa que “las personas que atacan a las colonias no tienen vida, solo piensan en hacer mal y se lo hacen a los indefensos, es muy triste”. -Apuntar que muchas personas cuidadoras solicitan el anonimato debido a asechanzas vecinales-.
“Nuestra sociedad ha construido tres firmes racionalizaciones culturales para justificar y defender la agresión verbal y física: el culto al “macho”, la glorificación de la competitividad y el principio diferenciador de “los otros”, esgrime el psiquiatra Luis Rojas Marcos.¿A qué esperan quienes tienen en sus manos la capacidad de intervenir? En México existe la Brigada de Vigilancia Animal, en Bogotá (Colombia) el Escuadrón Anticrueldadverificador de las condiciones de bienestar animal y en España se contacta con la Guardia Civil. “Yo les diría que se tomaran las cosas en serio, que de verdad hicieran cosas para proteger tanto a las colonias como a las cuidadoras y que de verdad hubieran castigos para que quien haga algo malo, ya sea de manera económica e incluso cárcel, dependiendo de la gravedad, que de verdad se cumpla, que haya un castigo, es que no lo hay y entonces la gente pues sabe que no le va a pasar nada, no hay apoyo por parte de las fuerzas de seguridad”.
Colonias felinas son imprescindibles para la salubridad urbana ante proliferacionesde insectos y roedores, protegen entornos ysu mera contemplación es sanadoraorgánica y psicológicamente. ¿Dónde va el más de medio millón de euros,ahorrados por la Administración,en pienso al ser dicho gasto abonado por las personascuidadoras en València?Teaming, Twitch, Bizum oKo-fi son nuevos instrumentos para el apoyo civil.“Pienso que no hay ayudas sino todo lo contrario, dejan la responsabilidad tan grande que es gestionar una colonia a las cuidadoras, de hecho creo que hay muchas cosas que deberían cambiar porque se hacen mal, tengo el caso de mi hermano que se llevó una gata de mi colonia y estaba mal esterilizada la habían dejado un ovario entero con un quiste dentro, a raíz de esto hemos estado investigando y hay muchos más casos de mala esterilización por parte del Ayuntamiento, muy mala gestión en muchos aspectos, nos dejan la responsabilidad para nosotras”. ¿De dónde sacaron los votos? ¿Hipnotismo, tecnología, trueque? “El Ayuntamiento no creo que ayude mucho, ahora creo que menos, se preocupaban más antes, no tenemos ayuda del Ayuntamiento para tirar adelante, tenemos muchos gastos”. Por ley las administraciones locales han de sufragar esterilizaciones y alimentación pero la realidad es muy otra y personas cuidadoras se responsabilizan de todo y del método CER (Captura, Esterilización, Retorno -al mismo lugar donde estaba-).¿Cuántas personas veterinarias hay en Bienestar Animal del Ayuntamiento valenciano? En dos mil veintiuno, eran dos. ¡Irrelevantes cifras con desastrosos resultados!
“El gasto de cuidar a la colonia es nuestro es de las cuidadoras, nosotras compramos las latas, el pienso, porque este año no nos ha dado ni pienso el Ayuntamiento (de València), este año han dicho que no hay -¡qué sisa!-que solo hay dinero para esterilización -¡qué miedo!- y fíjate que esterilizaciones hacen, todo es nuestro si hay que esterilizar vamos a veterinarios que nos hagan precio, desparasitar, tratar enfermedades, dependemos de nuestro dinero, es que todos los gastos son nuestros, no nos ayudan”, se lamenta Laura. “La responsabilidad de las colonias seguirá siendo de los Ayuntamientos” recoge la nueva Ley de Bienestar Animal pero a muchos consistorios les importa un pito todo lo que no sea lucrativo, noticiable o favorezca el endiosamiento como la iniciativa, aprobada con anterioridad, de destinar cincuenta y seis mil euros para instalar ochenta casetas de hormigón (un horno) y de madera en colonias felinas –a setecientos euros la unidad-.
“Las locas de los gatos” es el insulto generalizado pero también hay hombres en el colectivo.“Nunca me he planteado pensar que hay más mujeres que hombres cuidando las colonias felinas, aunque supongo que sí que habrá, ojalá se animen más hombres”. “Yo sí que conozco el caso de tres colonias que en las que sí que hay hombres, tres hombres que cuidan de colonias”.
¿Colonias felinas? ¡Bah! Presupuesto a distraer. Llegarán nuevos comicios y ¡millones de personas votarán felinos!Aferrarse en vender brutalidad antropocentrista no renta en una España que ya deja de ser esa momia o momio.“Lo peor que le puede pasar a un gato de la calle es la indiferencia, nuestra indiferencia, es lo peor que les puede pasar, que no les hagamos caso, que miremos hacia otro lado, los gatos en la calle malviven, están expuestos a muchos peligros, enfermedades, la indiferencia nuestra es lo peor, el no hacer nada por ellos”, confiesa Laura a lo que añade otra cuidadora: “Lo peor para un gato o gata es vivir en la calle, al final tiene mala vida aunque esté en una colonia vigilada, algunos gatos y gatas mueren en malas condiciones”. El escritor Michael Hallsno dudó en afirmar que: “Nosotros no solamente ignoramos la verdadera vida de los animales, plantas, minerales, sino que estamos rodeados y llenamos nuestras vidas con objetos. El nuestro es un mundo de objetos, de cosas más o menos útiles”.