El lunes 5 de diciembre se reanudó el juicio de una de las mayores vergüenzas que ha ocurrido en este país. Se trata de una de las tres piezas separadas que desde 15MpaRato se ha conseguido abrir en el caso Bankia y
la primera de las tres que llega a la fase final, se calcula que antes de Navidad quedará listo para sentencia.
Este juicio ha puesto en el banquillo a 65 miembros de la dirección y del consejo de administración de Bankia, anteriormente Caja Madrid, por haber recibido retribuciones independientes a sus remuneraciones y a sus gastos de representación, pero ¡ojo!, porque éstas no se declaraban a Hacienda ni por parte del destinatario ni de la entidad bancaria. Vamos todo un chollo que tenían organizado los gestores de una entidad que nos ha costado la friolera de 23.500 de millones de euros, casi nada ¿verdad? La auditoria de Bankia cifra en 15’5 millones de euros el que se apropiaron los directivos, cifra no muy grande respecto a lo que nos costó el rescate, pero eso sí, resulta como mínimo repugnante.
¿Quiénes eran los privilegiados?
Los consejos de administración de las cajas estaban copados por representantes de los partidos políticos y los sindicatos, muchos de ellos puestos a dedo por sus amigos, con lo que la indignación sigue en aumento.
Concretamente, 27 del PP, 15 del PSOE, 5 de IU y 11 sindicalistas. Nunca terminaré de entender por qué tenían que estar representantes políticos y sindicalistas en estos consejos de administración, a no ser que fuera para comprar su silencio por todas las tropelías que realizaban.
¿En qué se gastaban el dinero?
La práctica habitual como veréis a continuación era sacar dinero en efectivo o gastárselo en restaurantes de lujo, vinos, cuadros, y cositas así, todo por necesidad, claro. De repente se convirtieron en máquinas del despilfarro a costa, tras el rescate del erario público, es decir, del contribuyente. A continuación os muestro unos ejemplos muy ilustrativos.
Empezaremos por el ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, que para dar ejemplo a sus súbditos empleó su tarjeta en comidas en restaurantes de lujo por valor de más de 100.000 euros; además de joyas, ropa y vino, al que dedicó al menos 22.369 euros. Buen ejemplo a seguir.
José Antonio Moral Santi, unos de los casos más flagrantes, era vicepresidente y consejero de Caja Madrid por IU, optó por dinero en efectivo más que por las compras, y extrajo más de 367.000 en cajeros de los más de 456.000 euros que se gastó.
Ricardo Morado, que fue director de organización y sistemas de Caja Madrid, acumuló gastos por valor de 448.318 euros, en su inmensa mayoría retirando efectivo en una oficina de la caja. Sí como suena, iba a la oficina y extraía el dinero, todo muy fácil, vivíamos en el mundo de las maravillas y esto no se iba a acabar nunca.
Mariano Pérez Claver, que fue consejero delegado de la corporación industrial de Caja Cadrid, realizó gastos por 379.513 euros a cargo de la tarjeta, 63.000 euros en diferentes agencias de viajes, casi 10.000 euros en aerolíneas, navieras y Renfe, 18.400 euros en hoteles y 35.500 en pagos en restaurantes.
Bien, creo que con estos ejemplos os podéis ir haciendo una idea, de en qué gastaban el dinero del contribuyente, toda una vergüenza nacional que, lamentablemente, quedará en poco o casi nada, como siempre, pero con el tiempo, estas cuestiones se repasaran en la historia negra de nuestro país: la gente desahuciada, los cortes energéticos, recortes en educación y sanidad, etc.; y mientras, estos sinvergüenzas llevándoselos “crudos” y viviendo por encima de nuestras posibilidades.
Pero como siempre, me gusta acabar con algo positivo que remueva nuestra fe en el ser humano.
Afortunadamente, siempre hay alguien que rechaza las injusticias y vivir a costa de los demás, y mientras casi todas las declaraciones de los acusados se basan en que no sabían la finalidad de dichas tarjetas, este héroe (suena raro llamar héroe, a una persona que no se quiere aprovechar de nadie), es la excepción que confirma la regla. Francisco Verdú, nombrado consejero delegado de la recién nacida Bankia, por Rodrigo Rato, fue el único de los directivos, que dijo “no” a la tarjeta B, y ese “no” se ha convertido en la principal prueba del fiscal contra los consejeros y delegados. Además, Verdú es el testigo de cargo del juez Fernando Andreu contra todos ellos, argumentando que los consejeros “debieron y pudieron conocer que el uso tal y como se llevó a cabo de las citadas tarjetas podía menoscabar los fondos de la entidad, de forma que pudieron y debieron haber puesto de manifiesto esta práctica a fin de evitar la misma”. Claro todos los demás pensaban que el dinero llueve del cielo.
Espero que hayamos aprendido de los errores, y todas estas situaciones que nos llevaron a la ruina como país, no vuelvan a suceder, y que los que se aprovecharon de estas tropelías, paguen con su condena, aunque yo creo que poco les costará, comparado al daño realizado, pero eso sí, que sus nombres queden marcados en negro por el resto de sus vidas.