La Fiscalía de Valencia admite a trámite una denuncia por maltratos en una vivienda tutelada.

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La Fiscalía provincial de Valencia admite a trámite la denuncia de un extrabajador de la Fundación TEA de la Comunitat Valenciana, en la cual se relatan situaciones de vulneración de los derechos elementales de las personas que viven en un piso tutelado situado en Masías, el cual empezó a funcionar hace escasos meses para dar cobijo a personas con diversidad funcional diagnosticadas con trastorno del espectro autista.

La denuncia relata actos como los llevados a cabo hacia una persona con autismo, a la cual se le infligen pellizcos en los testículos y se le tira al suelo para después sentarse encima de su pecho con la intención de reducirlo. También alude a situaciones similares en la que la persona responsable de la vivienda y supuestamente agresora, comete agresiones similares como la retirada de un reloj de pulsera a un usuario porque “se atrapa”, obligándole a dárselo, gritando y forcejeando con él, dando lugar a que este se ponga en pie, obteniendo como respuesta por parte de la persona responsable de la vivienda y centro de la denuncia, el lanzamiento de una mesa contra la pared mientras pide intervenir al resto de personas trabajadoras.

Según la denuncia, la persona responsable de la vivienda, grita a usuarios en diversas circunstancias, en ocasiones como en trayectos en coche por golpear con un dedo algún plástico de manera rítmica, o desde abajo de la vivienda mientras todos están durmiendo a excepción de un usuario con ecolalias, un trastorno del habla que conlleva repetir sonidos, palabras o frases, con diversos objetos, como pueda ser relajarse, expresar algún tipo de malestar, comunicarse, etc.

El denunciante relata cómo la actividad diaria carece de proyecto alguno, en el cual exista una detección de necesidades, una posterior intervención y la correspondiente evaluación del mismo y como se le niega la comunicación con los usuarios si no es para ordenar que realicen acciones, alegando a que “se les distorsiona” y como esta falta de comunicación, conlleva una negación de su capacidad de socialización, e incluso una forma de violencia al ser impuesta y no velar por su máxima inclusión social y personal, así como probablemente el origen de conductas disruptivas originadas por la ausencia de formas que faciliten la exposición de malestares o deseos de los propios usuarios.

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