Posiblemente el referéndum del 1 de octubre no tenga validez en el aspecto jurídico, pero sí en el sentimental, en cuanto a las relaciones entre Cataluña y España, no ya a nivel político, que también; sino en el aspecto de las relaciones personales entre un lugar y de otro.
Vamos a intentar hacer un breve resumen de cómo hemos llegado a esta situación, y las reacciones de ambos Estados, que no invitan al optimismo precisamente.
SENTIMIENTO NACIONALISTA EN CRECIMIENTO DESDE 2006
El 30 de marzo de 2006 se aprobaba en el Congreso de los Diputados el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, promovido por los partidos políticos catalanes, con los votos en contra del Partido Popular, Esquerra Republicana de Cataluña y Eusko Alkartasuna. Leéis bien, en este proceso no se libra nadie, ERC, uno de los partidos promotores del nuevo Estatuto y que además formaba parte del gobierno «tripartito» de la Generalidad de Cataluña presidido por Pasqual Maragall, le retiró su apoyo en aquel momento, y votó en contra, junto al PP.
El Partido Popular, que no se iba a quedar con los brazos cruzados, quería “carnaza”, y tuvo la brillante idea de presentar un recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto, incluso hizo campaña y recogida de firmas en apoyo a su cruzada. Lo más curioso del caso es que la Abogacía del Estado presentaba un escrito ante el Tribunal Constitucional, en el que demostraba, con documentación oficial, cómo el PP había recurrido 30 artículos del Estatuto de Cataluña que están calcados en el Estatuto de Andalucía. Sin embargo, los populares aprobaron el Estatuto andaluz en el Congreso y no recurrieron ninguno de sus artículos.
Cuatro años después, el 28 de junio de 2010, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucionales 14 artículos, y, como dijo aquél, “a partir de ese día empezó todo”.
LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS NO PRONOSTICAN NADA BUENO
Durante las últimas semanas, cada día que pasa surgen imágenes que no pronostican que esto se pueda arreglar, más bien al contrario.
Empezaremos porque el fiscal general del Estado ha decidido aumentar la presión bajo la amenaza de imputar a los alcaldes que colaboren con el referéndum, que ya son más de 700 de los 948 municipios que hay en Cataluña. Es cierto que jurídica y legalmente pueden estar obligados a declarar, pero siendo sensatos, ¿no había otra manera de llegar a un acuerdo sin tener que vivir este espectáculo? ¿De verdad esta gente quiere que Cataluña se quede en España? ¿Qué pensarán los ciudadanos de esos pueblos que aún están indecisos?
Otro hecho que nos retrotrae unos cuantos años: “El gobierno interviene las cuentas de la Generalitat y pagará las nóminas, Educación, Sanidad y Servicios Sociales”. Este tipo de acciones estará dentro de la legalidad, pero si queremos llegar a acuerdos no creo que sea el mejor método, tanto por parte de unos como de otros. Porque el primer desafío lo realizó Oriol Junqueras, asegurando que no continuaría remitiendo a Hacienda los informes semanales del gasto del ejecutivo autonómico con Fondos de Liquidez Autonómico (FLA), a lo que desde Madrid se le contesta interviniendo las cuentas. Así no vamos a ningún lado, pero claro, esto lo pensamos los que realmente queremos que esta situación no vaya a más.
Para rizar el rizo, asistimos a un espectáculo que pasará a los anales de la historia, la guardia civil buscando urnas, papeletas, impresoras,… Como si no tuviéramos bastante corrupción en este país, ahora en vez de tener a los agentes buscando pruebas de sus corruptelas, desde el 3% hasta la Gürtel (de ahí que a ambos actores les interese este tema), los tenemos entrando en imprentas y diarios, como en aquellos tiempos no tan lejanos, en que se perseguía a los que escribían y difundían pasquines.
Pero la cosa no acaba aquí, también se están suspendiendo actos en defensa del referéndum o sancionando a posteriori. El primer acto prohibido fuera de Cataluña fue el de Anna Gabriel, una de las líderes de la CUP, en Vitoria. Al gobierno no se le ocurrió una idea más radiante que prohibirlo, una vez comenzado el acto. Conociendo cómo son las reacciones en Euskadi, no se puede decir más que la irresponsabilidad es tremenda. Pudiera parecer que lo que pretenden es que también Euskadi se sume a este “desafío independentista”.
Después de esto, la prohibición de otro acto en Madrid, por el que a Manuela Carmena se la ha puesto “a caer de un burro”, porque cedía un local público. Finalmente, el acto se realizó en un local privado, y hasta en Madrid la gente cantaba “L’Estaca” de Lluís Llach. El local se quedó pequeño y la calle llena de gente.
Por último, el evento celebrado en Tarragona con 9.000 personas más las que se quedaron fuera. En este caso, se ha sancionado a los convocantes a posteriori, porque no podían desalojar a 9.000 personas, por seguridad. Otra brillante estrategia para llegar al consenso.
Como los acontecimientos, según todo apunta, irán a mas, en gran medida porque a ambas partes les interesa, esperemos a ver los que sucede, pero, entre unos y otros, los que lo pagamos somos el pueblo, que no hemos creado esta controversia.
Jose Vico