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Han pasado apenas tres días desde que prosperase la moción de censura que puso la alcaldía de
Orihuela en manos del PSOE, y ya está la derecha infectando con su odio las redes y los medios
con comentarios acerca de la legitimidad del nuevo gobierno. Ya han salido a la carrera todos
esos “valientes” que esconden sus perfiles solitarios detrás de banderas y fotos falsas para dar
rienda suelta a su erupción verbal. Y con ellos, alimentando la mediocridad de esa orquesta,
cómono, Rafael Almagro.
Le reprochan a la nueva alcaldesa que haya sido investida sin ganar en las urnas, como si López
Mira presidiera la Región de Murcia o Moreno Bonilla estuviera al frente de la Junta de
Andalucía por tener más papeletas que los socialistas en las elecciones autonómicas. Ninguno
ganó las elecciones, como tampoco lo hicieron Díaz Ayuso en Madrid, ni Fernández Mañueco
en Castilla y León cuando llegaron al poder por primera vez. Todos ellos formaron, según
Bascuñana en su discurso de despedida, una “coalición de perdedores”. Coalición de la que
también forma parte Martínez Almeida, el Alcalde de la capital que no ganó las elecciones pero
que consiguió el apoyo de la mayoría del Pleno de su Ayuntamiento, como lo ha hecho ahora
Carolina Gracia, porque así es como funciona la democracia: los concejales son representantes de
la voluntad popular, y alcanzan acuerdos por mayoría para formar gobiernos, y también para
cambiarlos (en este caso por medio de mociones de censura, como la que llevó a la alcaldía de
Orihuela al PP por primera vez con Luis Fernando Cartagena hace 36 años).
Claro que el PSOE no fue el partido más votado en las últimas elecciones municipales en
Orihuela, pero ha conseguido concitar el apoyo de dos partidos más con los que suman más
votos y concejales que el PP para asumir la alcaldía. Se puede estar en contra del sistema
electoral, y preferir o proponer otro, pero tratar de ilegítima esta suma por el hecho de estar
encabezada por socialistas, y defender al mismo tiempo aquellas coaliciones lideradas por el PP,
es tratar a la gente por idiota. Es reconocer que se tiene celo al poder, un sentimiento
patrimonialista de las instituciones (o son mías o no son de nadie) y, por tanto, una visión que
degrada y erosiona nuestra democracia y nuestra convivencia.
Ya sabemos lo que cabe esperar de ese narcisismo pretencioso que dirige el PP local. Que nadie
espere una oposición constructiva y responsable, que aporte seriedad y rigor en el año que resta a
esta legislatura. Hoy Orihuela tiene una derecha apocalíptica y trumpista que ha perdido el
poder, sin saber perder.
Mal empieza esta nueva etapa.

Víctor Manuel Ruiz Sáez
Ex concejal y militante socialista

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