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El siglo de la Inteligencia Artificial

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Texto. Ángeles Sanmiguel
“Los humanos jugamos a ser dios, estamos creando una entidad inteligente, se puede
aplicar en cualquier sector, es invisible, es compleja, es actualizable, nos permite hacer
predicciones a futuro, genera textos, vídeos, imágenes”. La épica literaria contemplaba
en La Iliada, obra del griego Homero, la existencia de dos sirvientes mutantes áureos.
“En el Vaticano hay una intersección entre el cristianismo y la inteligencia artificial,
vaticino que el gurú, el líder o lideresa será una inteligencia artificial, va a haber una
religión con una deidad artificial” dictaminó Nuria Oliver ingeniera de
Telecomunicaciones, doctora por la estadounidense Media Lab del Instituto
Tecnológico de Massachussets, quien calificó de momento histórico el actual donde a
toda velocidad aumenta la dificultad para distinguir lo real de lo computerizado. “¿Nos
estamos preparando para esta profunda transformación? Yo creo que no”, afirmó.
“¿Qué es ser humano? No sólo somos lo físico” apunta la citada cofundadora y directora
de la Fundación ELLIS Alicante en su videoconferencia proyectada en el Aula Magna
de La Nau valenciana. Desde la primigenia concienciación existencial para el animal
humano esta es pregunta recurrente a la que muchas personas tratan de responder
instaurando dogmas, ortodoxias, parámetros sociales, económicos, morales, y de
cualquier índole estratégica. “Dado que los algoritmos no tienen sueño, pareja o son
tentados por la corrupción, en teoría la IA podría superar al ser humano” que en su
idiosincrasia como especie posee “muchas limitaciones que dan lugar a injusticias”.
Con la entrada en escena de pujantes criaturas tecnológicas y su fulminante absorción
de datos se constata que estas son capaces de abastecer de respuestas y actitudes cada
vez más elaboradas, máquinas replicantes que en breve y gracias a los miles de millones
de referencias absorbidas alcanzaran un sorprendente nivel de respuesta. ¿Será nuestra
reputada racionalidad superada por ellas?
Devoradora de datos la IA aumenta mediante el aprendizaje con “chips específicos
para entrenar grandes redes neuronales” a la par que genera habilidades y
comportamientos ¿a medida? “Vivimos en un mundo de datos, cada dos años
generamos más que en cinco mil años”, ciento setenta y cinco mil millones de
parámetros “necesitan cantidades ingentes de datos, por el mismo precio podemos
aumentar la capacidad de computación”. ¿Peligrosos algoritmos (instrucciones
informáticas) pueden convertir en verdugo y agente represor a la IA exonerando de
culpabilidades a la cúspide que la gestiona? ¿”Manipulación subliminal”? “No todo
desarrollo tecnológico es progreso” si este no lo es para todo el mundo.
Actualmente todavía existe un área vedada para la IA, ni más ni menos que la infancia
y sus inesperadas y nada sistematizadas respuestas. En el siglo veintiuno los espacios
educativos y en cualquier programa de estudios se ha de implementar urgentemente el
pensamiento computacional equiparándolo a lo que ha sido aprender a leer o escribir,
“igual que aprendemos inglés, enseñar programación” ya que por mucho móvil que
maneje la adolescencia este no pasa de ser un mecanismo al que no sacan todo su
provecho, “el noventa y pico por ciento no sabe programar el móvil más allá de la
alarma”. ¿Qué pasará con la intercomunicación personal, cara a cara? La soledad se
acrecienta mediante el uso adictivo de un soporte ajeno a lo meramente humano que

“es mucho más pobre” en lo relacional desapareciendo las imprescindibles charlas
cotidianas sin que nadie se extrañe e invadiendo la individualidad todos aquellos
habituales espacios de intercomunicación social lo que conlleva el lógico efecto de que
“lo que no se practica se pierde” ¿Parte del orbe humano sin conciencia social? Es
inapelable la necesidad de estar en sociedad, de comunicarse, de conversar tal como
especifica el libro de la fundador y directora del Institute of Technology and Self,
Sherry Turkle, titulado: “En defensa de la conversación: El poder de la conversación en
la era digital”, en dicha obra la autora dictamina: “Los teléfonos son muy seductores.
No tiene sentido sacar el teléfono en una cena con tus hijos. Acepta la vulnerabilidad.
Elimina la tentación”.
Escáner de retina, reconocimiento de voz, huella digital, contraseñas informatizadas se
han ido apropiando del día a día de las personas irremisiblemente atrapadas por
dispositivos disímiles con el mundo tangible. ¿Dónde quedarán las imponderables
sensibilidad y empatía de difícil duplicación o autegeneración? Tras intentos fallidos
finalmente, en dos mil dieciocho, la IA “ganó al mejor jugador del mundo” de Go,
juego chino de estrategia, también “el mejor jugador de ajedrez del mundo no es un
humano”, de otro lado y ante el envejecimiento generalizado de la población mundial y
la soledad asociada que conlleva se están desarrollando robots con apariencia y
conductas humanas para acompañamiento, servicio domiciliario “y más cosas”.
“Si veo una película de terror, me ofrece películas de terror”. Imposible anular esas
conclusiones por parte de la IA, se ultiman versiones más eficientes y que no precisen
tantos datos, también se trabaja en la diversidad principalmente en lo referente a género,
todavía los contenidos adolecen de veracidad respecto al mundo real lo que puede ser
manipulado con fines conspiranoicos. La IA “tiene grandes sesgos” como el de señalar
a los hombres a la hora de conceptuar la criminalidad, optar por las mujeres al
mencionar enfermería y respecto al concepto de belleza física humana discernir que es
alguien de piel blanca con ojos azules, todo ello sumamente peligroso en muchos
aspectos como en “¿qué tratamiento médico se nos aplica? ¿qué sentencia en la
Justicia?” ¿Formular datos como calzador para el poder? “Sin datos no podemos
generar”. La IA influye en su propio desarrollo y en el de ejemplares símiles,
“tecnología alimenta tecnología”, dado lo cual ¿se podría desencadenar una espiral fatal
en función de la información aportada por la central? ¿Será suficiente el Reglamento
Europeo en los mercados digitales? Teóricamente las plataformas están sometidas a
este reglamento, en dos mil veintitrés, coincidiendo con la presidencia española del
Consejo de la Unión Europea, cuya duración es de seis meses, desde el ¡uno de julio! (a
veintidós días de las elecciones generales españolas), se aprobará un transcendental
último punto, (Posición negociadora del Parlamento Europeo sobre la Ley de IA). “Una
mala regulación dificulta la innovación”. Tratando sobre política la conferenciante
remarca la obligación ineludible de saber programar de cualquier dirigente una total
falacia en España teniendo en cuenta que ni tan siquiera es imperioso el dominio del
idioma inglés en estamentos de gobierno y por supuesto ¿qué decir del chino mandarín?
“China lo tiene bien claro, para ser la potencia número uno del mundo tenía que ser la
potencia número uno en inteligencia artificial”.
Interacción persona máquina, “big data” (generación masiva de datos) para bien social,
informática móvil y los modelos computacionales de comportamiento humano son
algunos de los campos desarrollados por la también académica numeraria de la Real

Academia de Ingeniería de España quien reconoce que “hay más del doble de móviles
que humanos, más personas que tienen un móvil que agua”. Pulseras, relojes
inteligentes, “vamos a poder viajar al espacio sin necesidad de ser astronautas”.
Insospechadas aplicaciones harán que finalmente toda esa tecnología la lleve el ser
humano en su cuerpo. En el año dos mil veinticinco existirán en el mundo más de
ciento veinticinco “zettabyte” (unidad de almacenamiento de información con espacio
suficiente para doce mil doscientos ochenta y ocho millones de videos 4K, un
“zettabyte” corresponde a mil trillones de “bytes”). No cabe la más mínima duda,
“¡estamos en la cuarta revolución industrial!” simbiosis del mundo físico, biológico y
la tecnología, “un reto multidisciplinar”. ¿Opciones sin pálpito para un cierto y
exclusivo reducto que se alzará todopoderoso merced a su biorobotización casi total en
pos de la inmortalidad? ¿Cuánto tardará la IA en operar con excelencias que regalan los
sentidos tales como el gusto? “Patrón oro internacional: la tortilla” es una de las
“Greguerias” del escritor y periodista español. Ramón Gómez de la Serna. Actualmente
la producción de microchips y software para la alta computación es liderada por una
empresa ubicada en Estados Unidos llamada Nvidia dirigida por el multimillonario
taiwanés Jen-Hsun Huang.
¿Disciplinas intelectuales influidas por la IA? ¿IA en técnicas y sistemas utilizados
desde la energía hasta en el recuento de votos? ¿Se difundirá y posibilitará la IA de
manera equitativa en todos los países aplicando soluciones contra la hambruna dado que
se prevén ¡“cuatro mil millones de personas pobres”!? Avances tecnológicos se
acomodan vertiginosamente, todo es ¡ya! quedando en el histórico algunos casos como
el retardo de un siglo en la puesta en marcha de la industria conservera tras el hallazgo
del cocinero francés Nicolas Appert descubridor del envasado salubre de alimentos.
¿Llegará el ser humano tras destruir su ecosistema de supervivencia, “pronto
necesitaremos dos planetas Tierra”, a tener que cobijarse bajo tierra tal como
planificaron en mil novecientos setenta y uno profesionales franceses del urbanismo?
“Vamos a tener que apoyarnos en Inteligencia Artificial para abordar retos”.
Indudablemente la IA generará riqueza, se calcula que “el billón de millones hasta dos
mil veintiocho”, ¿para quién? ¿para países líderes, instituciones financieras,
universidades potentes, “oligopolios de empresas norteamericanas y chinas”? El
mercado laboral se verá desplazado pronosticando cien millones de personas ocupadas
en IA, ¿de qué estratos sociales, países, sectores, culturas? todo ello generará “una gran
demanda de actividades sociales”.
“Deep learning” (usa redes neuronales), “Machine learning” (algoritmos de regresión)
se posicionan como sendas tendencias de la Inteligencia Artificial, “El concepto de la
superinteligencia”, igualada a la singularidad, “debería preocuparnos”. Frank
Rosenblatt, psicólogo estadounidense, en mil novecientos cincuenta y ocho, fabricó el
primer ordenador para crear redes neuronales que facilitarían el reconocimiento facial
algo que desde hace años se viene utilizando en exclusivas discotecas rusas para la
selección del público. ¿Más exclusión? En dos mil quince hubo que implementar
diecisiete nuevos objetivos para la IA tales como prevenir desastres naturales, desarrollo
financiero, agricultura de precisión, estudios de población o los censos… La disertante
comenta que “no son perfectos”. ¿Se exigen autorizaciones para la utilización de datos?
¡Que va! es una barra libre donde prima el “uso indiscriminado de textos sin el
consentimiento”, de hecho, “artistas denuncian este robo, que sus obras se utilicen para

generar contenido de una manera opaca”. Como cierre la conferenciante sentenciaría:
“Una sociedad ignorante es una sociedad manipulable”.

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