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“En muchas ocasiones he hablado con conductores, es un rol que suelo hacer en una vigilia, tratar de que paren unos minutos para poder documentar la realidad de esos animales”. Keoni confiesa que al volante de los camiones “te puedes encontrar todo tipo de personas, gente decente, gente que simplemente está en ese trabajo por necesidad y no por gusto, que preferirían estar haciendo cualquier otro trabajo antes que ese, pero tienen que recurrir a ello porque es la única opción que les ha quedado”. También existe “gente que es totalmente insensible, casi inhumana, que reacciona de forma violenta a que nos manifestemos pacíficamente en contra de la explotación  y  abuso de los animales”. ¿Cómo autoinmolar  la emocionalidad para sobreponerse a gemidos, olores, e imágenes de animales hacinados, miserablemente maltratados hasta  la muerte? “Me he encontrado con trabajadores que transportan animales a los mataderos a disgusto, me han confesado que por trabajar de esto su consumo de origen animal se ha reducido muchísimo, por ver todo lo que implica y toda la crueldad que hay detrás”. Keoni hace diez años que es vegano durante las vigilias junto a más personas, generalmente jóvenes, denuncia el suplicio animal en el transporte y posterior descuartizamiento, eviscerado, achicharramiento, desollado o electrocución de animales a fin de nutrir al monstruo de la industria alimentaria.  “En las vigilias he podido ver de todo,  animales en mal estado, animales que llegan al matadero heridos por mala praxis, maltrato, abuso de los operarios, manipulación violenta, tanto para descargarlos de los camiones como para trasladarlos hasta las instalaciones del matadero, muertos muchos de ellos, agonizando, con enfermedades, con tumores, con hernias, infecciones, ¡de todo!”. Si un aparato televisivo viaja  perfectamente  empaquetado, individualmente, evitando  roces y roturas, ¿cómo es que una vida, camino del tormento final, lo hace padeciendo?

Relatos pavorosos descubren lo que potentes campañas publicitarias edulcoran y eluden sobre el negocio de la necrofagia, trasmitiendo sensaciones de bienestar, familiaridad, energía, moda, tradición, calidad o estatus socioeconómico para sugestionar al consumo.  Comer animales, se ha trasmitido como poder adquisitivo, así,  el pueblo beduino en nupcias de alto rango,  sacrifica un camello, lo rellenan de corderos asados, a su vez  rellenos de pollos al horno, a su vez rellenos de pescado  y estos, a su vez, repletos de huevos  duros, según relata  Ricardo Parrotta guionista y periodista bonaerense. Cualquier animal en la cadena de producción es solo negocio. ¿Se puede implementar una muerte digna?  “No hay una forma de matar éticamente, animales que se están utilizando como mero recursos, por más vida digna, entre comillas que se les diera, el final es el mismo, una muerte injusta, ¡nunca se puede matar de forma ética o buena a alguien que es inocente y no quiere morir, es más fácil si quitamos el concepto de que los animales sienten, que tienen unas necesidades como tenemos nosotros de expresarse, de vivir en libertad”. ¿Acaso todas las especies  no se intercomunican, expresan, como hace el ser humano? ¡Pues sí! En “Los lenguajes secretos de los animales” se lee que “si el peligro viene del cielo  en forma de gavilán los pavos estiran el cuello  y miran hacia arriba. Si hay paveznos de por medio, la parva  larga un sonoro “Prrrt” y todos los pollos corren a protegerse en los arbustos, agazapándose  y procurando  pasar lo más inadvertido posible, (…) los patos hablan  entre sí mucho más que las gallinas, (…) se podría escribir todo un libro sobre el lenguaje de los loros y periquitos”.

¿Por qué no se aprecia al sufrimiento animal? “Porque no interesa, se les trata como una fuente de alimento, como objetos así los deshumanizamos, quitamos de la ecuación que son  seres vivos sintientes a diferencia de un objeto al uso como una mesa, ellos sienten las mismas emociones que sentimos nosotros, sienten miedo, sienten tristeza, sienten felicidad, sienten añoranza, tienen sentido de la familia, es por eso que no conviene y no se le da valor a su sufrimiento y se intenta ignorar y ocultar constantemente”. Funesto es trabajar en un matadero tanto que “ha de afectar psicológicamente de forma muy profunda, los trabajadores están rodeados de  muerte, sangre, vísceras, trozos de cuerpos de animales inocentes, escuchan gritos, quejidos, ven  escenas horribles que son propias de una película de terror”. En estas naves de tortura sería preceptivo “que hubieran cámaras instaladas veinticuatro horas puesto que así se evitaría, o por lo menos se podría castigar la mala praxis de muchísimos operarios y muchísimas fábricas, no solo debería estar en mataderos sino también en granjas, no son casos aislados, es una práctica recurrente”. Abuso y maltrato surgen de cosificar una vida magnificándose en todos los procesos hasta consumarse en  el asesinato. “Se debería de obligar por ley a que los animales tengan un mínimo espacio digno, viven hacinados en las granjas y así mismo se les traslada en los camiones, debería estudiarse por veterinarios especializados enfocados en bienestar animal real para que los animales no vayan sufriendo al matadero, que puedan, al menos, tener un viaje lo más digno posible  dentro de lo sádica que es esta industria, siempre que se les utilice como  una herramienta o un recurso a utilizar se les va a tratar como cosas y no como  seres sintientes que es lo que son, ¡hay que eliminar a los animales de la ecuación! algo  totalmente viable hoy en día ya que hay miles de alternativas vegetales cien por cien sanas, nutritivas, con buena carga de proteínas, grasas, carbohidratos”.

Rubén, sin ser vegano, declara que “con todo lo que  me han enseñado últimamente  he desarrollado un poco de repulsa  ante varios alimentos, a la leche por el maltrato de las vacas, los animales son explotados”. Sin espacio, sin agua ni comida para facilitar su rajado en canal llegan las víctimas a los mataderos. ¿Qué supuesto apartado de la ley de bienestar animal aborda esta crueldad que, suene como sonare,  es un delito a todas luces? “Todo conlleva que van a sufrir sin que ellos lo decidan, ningún animal querría decidir ir al matadero”. El mercado consciente  de  la aversión cada vez más creciente  hacia el consumo de productos de origen animal, también en España, oferta una amplia gama de “alternativas vegetales que tienen el mismo sabor y muchas opciones”. Este joven no concibe “cómo hay gente que pueda trabajar en esta industria sin sentirse culpable, yo no podría hacerlo y hay mucha gente que si viera lo que es el puesto directamente lo rechazaría”. Hercúleo trabajo el del activismo  por destapar realidades mientras medios de comunicación las ocultan, “si la misma persona no busca sobre el tema  no encontraría ni la mitad de la información”. Pero la demanda de consumo  está ahí y sus  drásticas consecuencias tanto en lo atmosférico como  en el subsuelo es irreversible. “Solo he ido a una vigila, fue en Algemesí, era de pollos y cuando vi a los animales en los camiones me impactó bastante, estaban encerrados en varios pisos con muy poco espacio, venía enormes, si no me hubieran dicho que tenían cuarenta días de vida ni me lo hubiera imaginado, fue bastante fuerte, me han comentado que la de cerdos es aún más impactante”. Polluelos engordados  artificialmente, débiles, moribundos, desconcertados se descargan dejándolos a la intemperie, “unos animales que ni tan siquiera se podían  levantar por sus propios medios los dejaban ahí con todo el frío que hacía, habían heces entre los pollitos y mucha suciedad, seguían piando como si fueran pequeños”. Visualizar grabaciones  de vigilias y matanza de cerdos estremece, es brutal la “forma de acabar con los animales, no  sé cómo hay gente que pueda hacer eso y luego irse a dormir tranquilamente”. Solidariamente se ofrecen plazas en los coches para despedir a víctimas que al día siguiente estarán a la venta en superficies comerciales como si tal cosa. “La industria miente sistemáticamente y oculta la realidad”. Si la inteligencia interpersonal  definida por el psicólogo Howard Gadner como “capacidad de comprender a los demás” es tan efectiva como para ser cultivada por profesionales de la medicina, educación, venta e incluso política  ¿por qué no desarrollarla para con el resto de especies? Gallinas y vacas extenuadas por la explotación al dejar de ser productivas van directas al matadero. ¿Sexualidad animal anulada en la cadena intensiva de producción industrializada privándoles de ejercer un impulso natural? Según apunta el escritor de zoología y antropología alemán Herbert Wendt, el primigenio ser humano ya se percató de que  “en lo que a sexualidad se refiere, no existe  diferencia fundamental entre  el animal y el ser humano  (…) el hombre civilizado, se ha negado durante mucho tiempo y con excesiva vehemencia  a reconocer esta verdad”.

El domingo diez de diciembre se celebra el Día Internacional  de los Derechos Animales. València Animal Save, colectivo antiespecista  reivindicará  que “a todas las especies animales, por su capacidad de sentir y ser conscientes, les corresponden una serie de derechos: a la vida, a la libertad, a la seguridad y al reconocimiento jurídico”, todos ellos  incumplidos sistemáticamente. “Hacer llegar una realidad oculta” es el acicate de personas, fermento transformador de la sociedad,  como Diego, Ángel, Rubén, José, Juan Carlos, Keoni, Neus, Chus, Blanca, José Antonio, Gerardo o Guille que,  desde  Ayora, Puerto de Sagunto, Bujassot, Moncada, Valencia o Alzira acudieron a la vigilia de polluelos. En países como Inglaterra (36% de la población), India (cuatrocientos millones de personas), Estados Unidos, Marruecos, México, Alemania (cerca de dos millones de sus habitantes) y actualmente  España (más de cinco millones de personas veganas, éticamente concienciadas), el consumo de cadáveres animales ha decaído.

Juan Carlos, vegano desde hace cinco años, afirma que  “es toda la cadena la que está deshumanizada e industrializada, nos han comentado lo desquiciante que es trabajar en un matadero, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad como consumidores, si existiese una conciencia amplia en cuanto a lo que se están comiendo entonces todo cambiaría, documentamos el horror de los mataderos y acompañamos en los últimos minutos de vida a cientos de animales que morirán  de manera atroz, que la gente conozca esto ya que sucede porque la gente paga por ello y en parte porque el Estado lo subvenciona ampliamente, también debemos luchar para evitar el sufrimiento animal en todos los festejos del país, tenemos aún muchas fiestas que se generan alrededor de algún tipo de tortura: tiro y arrastre, colombicultura, tauromaquia,  matanza del cerdo y un larguísimo etcétera”.  

Diego asumió el veganismo porque “no podía seguir comiendo teniendo es mala conciencia  de que no estaba haciendo lo correcto”, afirma  que  “una cadena alimentaria que respete a los animales es imposible, hay un vacío narrativo, hay gente muy poderosa detrás, pagan también para que en la tele te digan que tienes que tomar no sé cuántos lácteos al día y todas las mentiras que nos quieren vender muy alejadas de la realidad”. Manipulación genética, crianza masiva, “separación forzosa entre familias”, la muerte de “alguien que no quiere morir”, el no aturdimiento previo. Trágicamente  “sabemos que acabar con la explotación animal de repente  no va a ocurrir, compres donde compres un trozo de carne, un vaso de leche o cualquier producto, está lleno de miseria”. Suicidios, “pesadillas con los animales ahí colgados”, patologías  psicológicas son algunos de los efectos secundarios de trabajar en un matadero con “los cerdos mirando a los ojos, acusando a los trabajadores”. Diego comenta que a los animales “se les nota el miedo en los ojos, no entienden nada”, viajan desde granjas muy lejanas y “cada animal que meten el camión es más beneficio”. El especismo es segregación en base a la cual el ser humano señala quien debe morir y padecer o quien vivir en paz y libertad. “El veganismo va más allá de la alimentación es una filosofía que incluiría por ejemplo la vivisección sádica en nombre de la ciencia, la peletería, plumas, cuero, miel , entretenimiento con los animales, acuarios, zoos”. Niñas  y niños veganos sufren bullying, “estos casos de discriminación siguen pasando, no se puede tolerar”. La infancia es por naturaleza inocente y “si se le enseñara todo lo que pasa en un matadero o en una granja, empatizarían,  desconocen que esos animales son los que están en el plato”. Evidentemente: “lo único que necesitamos de los animales es su perdón”. El magnate de la prensa británica Mr. Cecil King afirmaría: “Hay que dar al público lo que quiere, de otro modo se echa a perder el negocio”. En contraposición  el expresentador televisivo Mr. Norman Collins dictaminó: “Si se diese al público exactamente lo que quiere, sería un servicio perfectamente espantoso”. Como conclusión ante tal dicotomía asumir lo escrito por el autor  de “El principito”, Antoine de Saint-Exupéry: “Sólo se puede ver correctamente con el corazón; lo esencial permanece invisible para el ojo”.

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