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València 2 de julio de 2022. El portavoz de Compromís en el Senado, Carles Mulet, expuso esta semana en el Senado al Ministro de Cultura, Miquel Iceta, la necesidad de regular el cobro de entradas abusivas para visitar monumentos restaurados con fondos públicos

Mulet puso como ejemplo que “Son muchos los edificios religiosos, catedrales o iglesias, en toda España que han recibido de muchos ministerios —principalmente del Ministerio de Cultura, pero también de otros, como el de Transportes o el de Fomento— fondos públicos para la conservación del patrimonio cultural. El 1,5 % de Cultura es solo una parte de lo que reciben del Estado.”

En ese sentido se propuso estudiar modificar la legislación para que esos templos no cobren nada como entrada, o un precio simbólico, para que su visita sea accesible. Hemos visto, que en los últimos años se han invertido 126 millones de euros por el 1,5 % cultural, para que luego los contribuyentes que pagamos, mediante los Presupuestos Generales del Estado, tengamos que volver a pagar para visitar o disfrutar de esos templos. Se invierten 126 millones de euros de dinero público en patrimonio religioso por el 1,5 % cultural; si viéramos todo lo que ha recibido del resto de las administraciones, por subvenciones o programas de todo tipo, estaríamos hablando de cantidades mucho más astronómicas que esta.

Todo esto se hace sin que se regule o se limite el cobro de las entradas. La Iglesia, por ejemplo, cobra 6 euros por persona para ver la catedral de Lugo; 7 para ver la de Cádiz; 12 para ver la catedral de Santiago; 5,5 para ver la de Cuenca; 8 para ver el santo cáliz de la catedral de Valencia; 9 para visitar el monasterio de Vallbona de les Monges; 12 para visitar la catedral y Giralda de Sevilla; o 15,5 para ver la Mezquita de Córdoba, que encima es un bien inmatriculado sin el más mínimo pudor por parte de la Iglesia. Una audioguía para visitar estos monumentos puede costar, fácilmente, 5 euros adicionales. Es un suma y sigue por contemplar un patrimonio rehabilitado y mantenido con el dinero de todos.

Mulet recordó que nadie sabe dónde va ese dinero que se cobra con las entradas, no hay fiscalización ni hay transparencia, pero cuando hay que recuperar, invertir y actuar en ese patrimonio siempre ha de ser a costa de las arcas públicas y a fondo perdidísimo, incluso, reitero, en bienes inmatriculados. Lo más lógico sería que, después de haber recibido dinero público, no se cobrara esas astronómicas entradas para poder disfrutar de esos bienes, más allá de una cantidad simbólica, ya que se está limitando el acceso a la cultura de los ciudadanos y ciudadanas y en ocasiones dando cuantiosos negocios a empresas privadas o instituciones que luego aseguran no disponer de dinero para mantener este patrimonio. Por el contrario, el acceso a templos y conventos, por los que anualmente pasan millones de personas, se está convirtiendo en una actividad muy lucrativa y rentable que debería estar más condicionada. Lo cierto es que las bases reguladoras de la concesión de estas ayudas públicas no recogen ninguna condición o limitación relacionada con el precio de las entradas y, con ello, el Gobierno legitima que la Iglesia o cualquier otra entidad, pública o privada, esté haciendo negocio con la venta de entradas. Estamos hablando de muchos millones que cada año se destinan a esto.

En otros lugares de Europa el Estado asume la titularidad de los bienes cuando una confesión religiosa no puede hacerse cargo del mantenimiento de estos bienes, aunque luego les ceda el uso. Por eso, la pregunta era si va a promover el Gobierno algún tipo de cambio en las bases de la concesión de ese tipo de ayudas y de ese tipo de convocatorias para que no paguemos, repaguemos y volvamos a pagar el mantenimiento de estos bienes y, luego, no podamos disfrutar de ellos si no es pagando astronómicas entradas.

El Ministro Iceta intentó rechazar la propuesta con una salida de tono  “yo practico lo que considero que es un sano agnosticismo, pero con un gran respeto a aquellos que profesan una religión o que son ateos; yo solo he llegado a ser agnóstico. Vamos a ver, yo que soy muy amante de lo público, sé que para mantener las cosas a veces hay que pedir una aportación. Había un blog de economía, muy polémico, por cierto, que se titulaba Nada es gratis y, efectivamente, nada es gratis. En cualquier caso, ¿estamos destinando mucho dinero a la restauración de patrimonio de titularidad de la Iglesia católica? Por otro lado, permítame decirle que, gracias a la Iglesia, hemos podido mantener patrimonio, y yo me alegro mucho de vivir en un país en el que quedó muy atrás el tiempo de quemar iglesias y, en cambio, ahora nos cabe a todos el honor de mantener ese patrimonio para uso y disfrute no solo de los creyentes, sino de todos los amantes del arte.

Mulet reprochó esta reducción al absurdo de la petición “. En ningún momento se ha tratado de un tema religioso. Estamos hablando de la Iglesia católica porque, al ser la confesión mayoritaria en este Estado, posiblemente sea la que más patrimonio acumula, pero también estamos hablando —y también lo he expuesto— de patrimonio que está en manos privadas: en castillos, museos, palacios y fortalezas de todo tipo. La pregunta no era esa. La pregunta es: cómo revierte en la ciudadanía para que puedan disfrutar de estos bienes que se están recuperando gracias a la función del Estado.

No es una crítica a la Iglesia. Pasa lo mismo que en el ministerio —, que no hay suficiente presupuesto. Seguramente, las diócesis y los obispados no tienen suficiente presupuesto o capacidad económica para mantener ese patrimonio en condiciones, y por eso vemos que en la lista roja de patrimonio hay centenares o miles de ermitas, que están a punto de desaparecer, de un valor histórico incalculable. La cuestión es cómo revierte esto en todos porque el problema es el de siempre: querer acumular la titularidad, pero luego ser incapaz de tenerla en condiciones y que tenga que ser siempre la Administración General del Estado —los presupuestos públicos— quien se haga cargo de mantener unos bienes que, si no, desaparecerían. Sin embargo, cuando quieres disfrutar de ellos tampoco puedes, porque en muchos casos cobran precios abusivos. Por eso, pedía algún tipo de regulación a la hora de aplicar este tipo de medidas, pero no únicamente para Iglesias, también para fortalezas, castillos o lo que haga falta.

Mulet recriminó igualmente que este tipo de ayudas vienen condicionadas a un uso público durante al menos 50 años, pero es que eso no se cumple ni en iglesias ni en castillos ni en fortalezas

Compromís demana regular el cobrament d’entrades en monuments restaurats amb fons públics i Iceta respon que s’alegra que ja no es cremen esglésies

València 2 de juliol de 2022. El portaveu de Compromís al Senat, Carles Mulet, va exposar aquesta setmana al Senat al Ministre de Cultura, Miquel Iceta, la necessitat de regular el cobrament d’entrades abusives per a visitar monuments restaurats amb fons públics

Mulet va posar com a exemple que “Són molts els edificis religiosos, catedrals o esglésies, en tota Espanya que han rebut de molts ministeris —principalment del Ministeri de Cultura, però també d’uns altres, com el de Transports o el de Foment— fons públics per a la conservació del patrimoni cultural. El 1,5% de Cultura és només una part del que reben de l’Estat.”

En eixe sentit es va proposar estudiar modificar la legislació perquè eixos temples no cobren res com a entrada, o un preu simbòlic, perquè la seua visita siga accessible. Hem vist, que en els últims anys s’han invertit 126 milions d’euros pel 1,5% cultural, perquè després els contribuents que paguem, mitjançant els Pressupostos Generals de l’Estat, hàgem de tornar a pagar per a visitar o gaudir d’eixos temples. S’inverteixen 126 milions d’euros de diners públics en patrimoni religiós pel 1,5% cultural; si vérem tot el que ha rebut de la resta de les administracions, per subvencions o programes de tota mena, estaríem parlant de quantitats molt més astronòmiques que aquesta.

Tot això es fa sense que es regule o es limite el cobrament de les entrades. L’Església, per exemple, cobra 6 euros per persona per a veure la catedral de Lugo; 7 per a veure la de Cadis; 12 per a veure la catedral de Santiago; 5,5 per a veure la de Conca; 8 per a veure el sant calze de la catedral de València; 9 per a visitar el monestir de Vallbona de les Monges; 12 per a visitar la catedral i Giralda de Sevilla; o 15,5 per a veure la Mesquita de Còrdova, que damunt és un bé immatriculat sense el més mínim pudor per part de l’Església. Una audioguia per a visitar aquests monuments pot costar, fàcilment, 5 euros addicionals. És un ròssec per contemplar un patrimoni rehabilitat i mantingut amb els diners de tots.

Mulet va recordar que ningú sap on va eixos diners que es cobra amb les entrades, no hi ha fiscalització ni hi ha transparència, però quan cal recuperar, invertir i actuar en eixe patrimoni sempre ha de ser a costa de les arques públiques i a fons perdudíssim, fins i tot, reitere, en béns iimmatriculats. El més lògic seria que, després d’haver rebut diners públics, no es cobrara eixees astronòmiques entrades per a poder gaudir d’eixos béns, més enllà d’una quantitat simbòlica, ja que s’està limitant l’accés a la cultura dels ciutadans i ciutadanes i a vegades donant quantiosos negocis a empreses privades o institucions que després asseguren no disposar de diners per a mantindre aquest patrimoni. Per contra, l’accés a temples i convents, pels quals anualment passen milions de persones, s’està convertint en una activitat molt lucrativa i rendible que hauria d’estar més condicionada. La veritat és que les bases reguladores de la concessió d’aquestes ajudes públiques no recullen cap condició o limitació relacionada amb el preu de les entrades i, amb això, el Govern legitima que l’Església o qualsevol altra entitat, pública o privada, estiga fent negoci amb la venda d’entrades. Estem parlant de molts milions que cada any es destinen a això.

En altres llocs d’Europa l’Estat assumeix la titularitat dels béns quan una confessió religiosa no pot fer-se càrrec del manteniment d’aquests béns, encara que després els cedisca l’ús. Per això, la pregunta era si promourà el Govern algun tipus de canvi en les bases de la concessió d’eixea mena d’ajudes i d’eixea mena de convocatòries perquè no paguem, repaguem i tornem a pagar el manteniment d’aquests béns i, després, no puguem gaudir d’ells si no és pagant astronòmiques entrades.

El Ministre Iceta va intentar rebutjar la proposta amb una eixida de to “jo practique el que considere que és un sa agnosticisme, però amb un gran respecte a aquells que professen una religió o que són ateus; jo només he arribat a ser agnòstic. Veurem, jo que soc molt amant del públic, sé que per a mantindre les coses a vegades cal demanar una aportació. Hi havia un blog d’economia, molt polèmic, per cert, que es titulava Res és gratis i, efectivament, res és gratis. En qualsevol cas, estem destinant molts diners a la restauració de patrimoni de titularitat de l’Església catòlica? D’altra banda, permeta’m dir-li que, gràcies a l’Església, hem pogut mantindre patrimoni, i jo m’alegre molt de viure en un país en el qual va quedar molt arrere el temps de cremar esglésies i, en canvi, ara ens cap a tots l’honor de mantindre eixe patrimoni per a ús i gaudi no sols dels creients, sinó de tots els amants de l’art.

Mulet va retraure aquesta reducció a l’absurd de la petició “. En cap moment s’ha tractat d’un tema religiós. Estem parlant de l’Església catòlica perquè, a l’ésser la confessió majoritària en aquest Estat, possiblement és la que més patrimoni acumula, però també estem parlant —i també ho he exposat— de patrimoni que està en mans privades: en castells, museus, palaus i fortaleses de tota mena. La pregunta no era eixea. La pregunta és: com reverteix en la ciutadania perquè puguen gaudir d’aquests béns que s’estan recuperant gràcies a la funció de l’Estat.

No és una crítica a l’Església. Passa el mateix que en el ministeri —, que no hi ha suficient pressupost. Segurament, les diòcesis i els bisbats no tenen suficient pressupost o capacitat econòmica per a mantindre eixe patrimoni en condicions, i per això veiem que en la llista roja de patrimoni hi ha centenars o milers d’ermites, que estan a punt de desaparéixer, d’un valor històric incalculable. La qüestió és com reverteix això en tots perquè el problema és el de sempre: voler acumular la titularitat, però després ser incapaç de tindre-la en condicions i que haja de ser sempre l’Administració General de l’Estat —els pressupostos públics— qui es faça càrrec de mantindre uns béns que, si no, desapareixerien. No obstant això, quan vols gaudir d’ells tampoc pots, perquè en molts casos cobren preus abusius. Per això, demanava algun tipus de regulació a l’hora d’aplicar aquest tipus de mesures, però no únicament per a Iglesias, també per a fortaleses, castells o el que faça falta.

Mulet va recriminar igualment que aquest tipus d’ajudes venen condicionades a un ús públic durant almenys 50 anys, però és que això no es compleix ni en esglésies ni en castells ni en fortaleses

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